
Para compensar tanta tremebundez que os he contado estos días, os voy a hablar de tres series de esas que nos hacen sentir bien, suavecitas, casi empalagosas, aunque meterles un buen aliño de humor siempre es remedio infalible contra el exceso dulce. Como el que añade las gotitas de zumo de limón o un poquito de picante (sal no, que lo haréis aún más dulce)

Las dos parcas a las que me refiero, cada una en su serie original y ahora también separadas, no son otras que NUESTRO Black y NUESTRO Chico del Sombrero. Y es que, por muchas series que intenten meternos por los ojos jurando que son chachiesferolíticas (hipérbole y desmesura con la cual se estrenan productos americanos y españoles), nuestro corazón siempre tendrá un hueco reservado para ELLOS. Hala, una detrás de otra

My Troublesome Star (My Golden Star): Empezamos con una comedia que muchos han calificado de viejuna, sosa o aburrida. Hijo, no es para tanto… a ver, no es de esas comedias que arrasan ahora, pero es un producto llevadero. Tenemos a una actriz que de repente, el día que está recibiendo un premio y en la cumbre de su carrera, se despierta en una cama de hospital con aspecto de maruja chiflada, con una mata de pelo alborotada, mofletes rubicundos y veinticinco años desaparecidos de su cabeza. No sabe quién es ella ahora, no sabe dónde vive, no sabe a qué se dedica, y se empeña en seguir siendo la estrella que era el día que se subió al coche del mánager. Comedia de intriga en la cual le toca averiguar que pasó durante ese tiempo y quien está detrás de sus dos accidentes (el de hace 25 años y el que acaba de sufrir y la ha llevado al hospital). Menos mal que para ayudarle está EL, nuestra parca, que ahora es un poli de tráfico (pero antes un detective), que hace 25 años estaba perdidamente enamorado de la estrella, y hoy no se cree que esa maruja desgreñada, que vive en un goshiwon y trabaja en la cocina de un colegio, sea la superstar que afirma ser ante el mundo (y nadie le hace ni puñetero caso)

Se acumulan escenas graciosas, a veces metidas con calzador, para hacer unas risas. Por mí, bien. No me van a hacer escupir polvorones como si dijera “Famflona”, pero te saca una sonrisa

Lo mejor es ver a los actores, todos conocidísimos, hacer comedia sin complejos. Para empezar, NUESTRO Black (Song Seung Heon), que fue un médico deslizado en el tiempo, y aquí se deja embarullar por la maruja cortanabos porque es un buenazoooooo un buenazooooooo. A la protagonista (Uhm Jung Hwa) le aplaudimos por la capacidad de asumir el rol de marujona (errrrrr, mirad a otro lado, pero los domingos por la mañana tambien he ido yo con esas pintas a comprar el pan), y curiosamente, a pesar de todo su CV no la teníamos vista en el blog.

A los malos ohhhhh, los conocemos y nos siguen pareciendo estupendos: Lee El, que lo hizo fenomenal de secretaria-perro, astronauta, diosa Samsin, oficinista borde…; Oh Dae Hwan es el chato que nos tiene siempre con la mosca detrás de la oreja aunque sea con papeles cortos; y si, Jo Yeon-Hee fue la emperifollada cuñada de la sufrida protagonista, familiar indeseable de la novia de un demonio, reina viuda terrorífica… Si, fenomenal le van estos papeles, lo suyo es ser malaaaa malaaaaaaa. En el lado de los buenos, dos secundarios que es verlos en una serie y apuntarnos a verla, sea la que sea: Cha Chung Hwa (Heidi mamaaaaaa!!!!! Hijo miooooo!!!!! Come comeeee!!!!! Mi hotel!!!!! Y mas y mas…) y Hyun Jae Young (con papeles entre detectives, malvados japos, policías militares, extraños huéspedes… a este hombre no le da tiempo ni para echarse una siesta, madreeeee lo que trabaja), el matrimonio despiporrado que cada vez que sale en pantalla esperas que se tiren algo a la cabeza.

Solo con esto debería bastar para animaros que, aunque el guión esté un poco deslavazado, la resolución del macguffin sea extraña (¿mandelocual?) y los personajes sean tirando a teleñecos, podéis echarle un ojo sin tomarla en serio

The Divorce Insurance (Divorce Insurance: Rank Battle): Si, no me amenacéis con duros interrogatorios, ya os digo de primeras que vi esta serie porque ahí estaba NUESTRA segunda parca, NUESTRO inefable zorro, y aunque hubiera salido recitando la guía telefónica de Seul me hubiera apuntado. Un equipo de una compañía de seguros que desarrolla un nuevo producto: el seguro de divorcio. Si te compras un coche firmas uno de automóviles, si tienes una casa tienes el del hogar… pues si te casas, te pones un colchón por si acaso el amor sale por la ventana y tu maleta detrás. Comentan en las redes que “si eres joven e idealista, odiarás el primer episodio y dejarás de verla: si has vivido mas y has tenido distintas relaciones, lo entenderás mejor”. En eso estoy totalmente de acuerdo. Que “tiene un aire a drama slice of live japonés, más que de comedia al uso”, tambien de acuerdo.

Y que tiene ramalazos a las películas de West Anderson, con sus retruécanos fantásticos y personajes paródicos, tambien: las relaciones entre los caracteres principales no son complicadas pero tampoco convencionales. Esa recolección de gente especialita que en el fondo nos parecen tiernos en su excentricidad…

NUESTRO zorro (Lee Dong Wok, el mejor dentista, el mejor tendero, el mejor rebelde ) es un desarrollador de seguros, que parece un tipo perfecto pero se ha casado y divorciado tres veces (quien mejor para saber qué es lo que puede ir mal en una relación). Su primera mujer (la ex-ex-ex mujer) buscaba un “matrimonio abierto”, y el es un tipo que, si no se casa, no se mete en la cama de una chica (el mundo al revés). Su segunda mujer (la ex-ex mujer) sintió una llamada y se hizo monja budista (pero se siguen llevando fenomenal) y la tercera, su ex mujer… no queda claro que pasó, pero cada uno acabó tirando por su lado

Por cierto, el Funeral de las Palabras que se menciona a cuenta de la triple ex es un poema de Gabriela Docan. Como se nota que nuestro zorro es un actor que adora la literatura y, de jovencito, quería dedicarse a ella: sus guiones siempre tienen ese toque culto

En el equipo tambien está la redactora modosita que, más que divorciada, fue enviada a la papelera por un ex desagradable y cretino ( Lee Joo Bin, ha salido aquí y allá aunque tiene un CV mediano), el agonias de las cifras y los análisis estadísticos que tiene, si si, una piedra como mascota (Lee Kwang Soo, salía a cuenta del escritor chiflado, y lo tengo visto en unos cuantos trabajos que espero contaros algún día) y ….tócate las narices, la triple ex de jefa del equipo, que no quiere volver con su original (aunque no le molestaría darle un repasito) y sobre todo quiere que la dejen trabajar sin interferencias (Lee Da Hee, a que os suena con esos ojos redondos… rayas rojas, demonios isleños, marujas investigadoras, abogadas contrincantes)

La tesis general que ha fundado todo el guión es: NO PASA NADA POR DIVORCIARTE, NO ERES UN LEPROSO, NO TIENES QUE SUFRIR. Las cosas pueden irse al carajo por mucho empeño que pongas, y con un aterrizaje suave puedes reconstruirte y volver a empezar. Aquí esa función docente la tuvo la serie Platos Rotos, y allí, que andan con mucho retraso con el asunto socialmente, la tienen series como esta

Flower Crew: Joseon Marriage Agency (Equipe de Flores: Agência de Casamentos de Joseon; Equipo floral: agencia matrimonial Joseon; Flower Crew: Joseon Matchmaking Maneuver Agency; Flower Padang: Joseon Marriage Matchmakers; Flower Party: Maneuver of Wedding Party): Acabamos con una serie totalmente blandiiiiita, blandita, con la angustia justa para tenernos interesados, algo de crítica social (definitivamente, el pasado en Corea fue muy canalla, con los ricos y sobre todo con los pobres, y con las mujeres fueras rica o pobre). Los tres Pancracios del título que le he puesto son los tres pimpollos que llevan al alimón una agencia matrimonial en tiempos joseoneanos. Tres chicos muyyyyy monos, que te buscan pareja y te hacen de organizadores de boda, estilistas, detectives privados… Quitándoles la faena a las casamenteras de entonces, porque claro, dan servicio completo.

Si hace falta, te pulo a la niña, te la visto y te la arreglo con un pack de mascarillas, depilados, peinados y manicuras. Muchas familias los miran raro pero, al final, recuren a ellos para encontrar candidatos.

En este club de finos ejemplares entra rebotada (por una boda que se va al carajo en el último momento) una chica del pueblo, trabajadora de lo-que-sea, que busca a dos hombres de su vida: 1 – el novio esfumado en el aire, que ahí la dejo con sus coloretes en la cara, y 2 -su hermano mayor desaparecido hace años una noche de tormenta. No os cuento más, que os destripo la historia. Vale, un poquito solo… el novio a la fuga, el aprendiz de herrero, resulta ser el príncipe heredero del trono, que ha crecido ignorante de su entronque y fuera de palacio para su seguridad, y ahora, justo ahora, es reclamado para ponerse el traje rojo y el gorrito y ser el títere de los retorcidos de turno. O eso creen ellos…

Los chicos de la agencia, a ver, repaso a la empresa. El primero, el jefe in pectore superserio (Kim Min Jae, ohhhh siiiii, el psiquiatra bendito, el hijo del carnicero, que buen reciclado de cantante… jurameeee que ya no rapeasssss); el segundo, el tipo larguirucho rey del cotilleo y el flirteo (Byeon Woo Seok, con esa altura lo de ir de modelo le va fenomenal, y lo vimos persiguiendo destiladores y poniendo agujas); el tercero, el chico más gayer de todo Hanseong, con un vestuario superflashy, sus complementos top of the pop descaradamente anacrónicos y sus tratamiento de belleza (Park Ji Hoon, sobre todo ha hecho shows televisivos , y lo que mas le gusta es la música, a ver si se anima y sigue estudiando teatro)

Ahora, las damas: tenemos a la paisana más bruta que un arado, que trabaja en lo que pille (Gong Seung-Yeon, familia de la protagonista enredada con el bizco inmortal, aquí te ríes con ella) y a la señorita ricachona que no entendemos cómo está empifolado el larguirucho, con lo mal bicho que es (Go Won-Hee, aquí nos ENCANTA odiarla).

De rival de amores que si, que no, contamos con el antiguo herrero, hoy rey cabezota (Seo Ji Hoon, tiene poco CV, cachis, está muy riquiño). Intrigas palaciegas, bonita fotografía, buen fondo de armario con el vestuario, historias bien desarrolladas (cada chico de la agencia tiene su propia historia personal, para nada frívola, que esconde tras pañuelos de seda y abanicos)

Una serie que es animada, bien hecha y lo que los ingleses llaman “cute” y los japoneses, “kawaii”, o sea, mona y tierna. Con buena fotografía que saca sustancia de escenarios y vestuario, que lo lucen fenomenalmente, un montaje a veces redundante (para que apreciemos lo majos que lucen los actores y lo emocional que es el momento) y delectable cual pastelito. Lo cual no es demérito, sino al contrario, que en el contraste con la crudeza está el equilibrio.



Deja un comentario