Un zorro, dos zorros, tres zorros…

Tale of the Nine-Tailed Fox  (La historia del de Nueve Colas, Tale of the Nine Tailed):  Curiosamente, cuando la vi anunciada para su descarga, no me llamó la atención. Y no porque el actor no me convenciera, sino porque el cartel imitación Crepúsculo me daba una grima tremenda.

Y cuando sacaron el poster verde esmeralda con el protagonista en plan misterioso, tampoco me terminaba de convencer…(¿y no os dá que el look del protagonista es así como Brian Ferry pelirrojo?)

Al final, pues eso, acabé bajándola, viéndola… y para el final del segundo capítulo, ya estaba enganchadísima a las desventuras de la familia zorruna, incluyendo un crush con el personaje del zorro mayor de aúpa. Mi buen Paco, hombre sabio y bondadoso, ya sabe que estos arrebatos míos son inofensivos, y que la cosa no pasa de sesiones de suspiros delante de la pantalla. La semana que acababa, ya le avisé: cielo, me quedo sin zorro, ten cuidado que voy a estar unos días delicada de humor. De puntillas andaba por la casa, y se escapaba refugiado al bar de abajo con su cervecita y sus papeles.

No es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que se han hecho producciones sobre la figura del gumiho o kumiho. Personajes mitológicos de la cultura asiática, en China reciben el nombre de Huli Jing, en Japón se le conoce como Kyūbi no kitsune,y En Corea del Sur se le conoce como Gumiho (구미호) y es considerado un espíritu maligno. Generalmente, se han representado siempre como mujeres (Imagen: Plestari- DevianArt)

Las gumiho se describen como crueles y envidiosas, ansiando una humanidad a la que se creen inferiores (a pesar de sus poderes y sabiduría); en los dramas modernos se suelen dar matices más benévolos. La novedad en este k-drama es que no sólo es un zorro macho, sino que en absoluto tiene complejos, y si aspira a ser humano es para poder compartir su vida con su alma gemela. O sea, la chica, que cachis… es humana…

No me digáis que el actor no sería un maravilloso Elric de Melniboné, nuestro albino favorito, con esos rasgos delicados y esa figura estilizada… excepto por la mata de pelo de su vulpina condición, poco necesitaría cambiar. ¡Salve, Lobo Blanco! (dibujo: BohemianWeasel)

 Un personaje brillante, que es talmente un trasunto del zorro del Principito de Antoine de Saint-Exupéry, domesticado por el amor y convertido en dependiente de otro ser. El que alguna vez gobernó como el Sanshin o dios viviente de las montañas de Baekdudaegan, y ahora trabaja como un funcionario público entre el mundo de los vivos y el inframundo (paseando un paraguas rojo que se puede convertir en flamígera espada), renuncia a su inmortalidad y acepta el dolor, la angustia y el sacrificio para proteger a los que ama. Burlón y divertido, cariñoso cuando puede, feroz si se necesita… el personaje es un tipo listo, de los que se sacan el conejo de la chistera, van diez pasos por delante y tienen más trucos que un mago veterano.

Y dónde vimos antes ese paraguas rojo de mango de madera… pues en esa maravillosa fantasía rodada entre amigos para divertirse: La Taberna del Irlandes (1963) John Ford con John Wayne, Lee Marvin, Elizabeth Allen, Jack Warden, Cesar Romero…

Del actor, Lee Dong-wook, qué puedo decir…pues que me encanta. Lleno de recursos expresivos (es una gozada verle representar aquí un personaje que hace mil guiños, muecas, gestos…), con una excelente gestualidad no verbal, que baila las coreografías de luchas, muestra un toque cínico y delicado, y se mueve con la elegancia de un animal salvaje. Como diría mi abuela, es el espíritu del silbido pasado por lejía (1,84 mide el mozo, estirado en caliente) y como los buenos vinos, reposa y afina, aunque dan ganas de quitarle el helado de menta de la mano y empezar a meterle cucharadas de puchero en la boca.

No sé si es idea suya o del director, pero a poco que hayas tenido un perro en casa o hayas observado zorros en documentales, se puede reconocer en su personaje los ramalazos de un cánido, como quedarse vigilando en la puerta del dormitorio hasta conseguir meterse en la cama del dueño de un brinco, esa pasión por hacerse un ovillo en el sofá, esos momentos juguetones, esas peleas con la familia…
Y no digamos si en el ultimo finde antes de afrontar la batalla final, te vas de viajecito romántico y, tumbados en la cama en pleno morreo, ella le sube la camiseta. Breve pero evidente. Si haces eso con un tío encima atornillado, sea zorro místico, frágil humano, espíritu protector demediado o parca de medio pelo, eso acaba en polvo

Luego, como los coreanos son pudorosos (el español fino, despues de comer, frío, y el coreano enamorado, despues del polvo, helado), se vuelven a poner el pijama: no es la primera vez que lo he visto en un k-drama. La ventaja de los zorros de una sola cola es que no necesitan volverse a vestir: se hacen un rosco y a hinchar el hocico con los resoplidos

La protagonista también es un personaje que resulta atractivo. No es una princesita que pasee su femenino encanto poniendo morritos; mayormente, lo que pasea es una rasmia y un poderío de periodista de raza; el problema es que lo que tiene enfrente como enemigo es sobrehumano, que ojito al Imoogi; fuerzas tan poderosas que sólo un ser especial (o la suma de dos) podrá oponerse a ellas.

La actriz (Jo Bo-ah) es convincente y nos cae bien, caramba, que encima cambia de registro con facilidad, y en la ultima parte tiene que pasar por las fases de la amnesia, el duelo y los bandazos de la enfermedad mental (esa posesión que desde fuera se vé como una esquizofrenia galopante) sin el recurso de las caras de boba que otras exhiben en productos americanos o españoles

El sudbito más leal, que tiene escenas brillantes como la de abnegado hombre de la casa con guantes de fregar, escoba y bote de lejía en mano. Entre el y el pelirrojo intentado aprender a programar el cocedor de arroz…

Otro actor de esos que cantan, bailan, hacen de modelos, y todo lo hacen más que solventemente, al que conocí en este k-drama: Kim Bum. Que si, que como el exquisito Lee Dong-wook (al que algún publicista hortera bautizó como “Milky Boy”) ha empezado en dramas románticos y tal, y que va metiendo cabeza en productos cada vez más complejos y adultos. Un.morenazo espigado de los que enganchan, y aquí también lleno de recursos. Ojo, que midiendo casi como el protagonista, en realidad es aun mas delgado… ah, pero es que los zorros en la Naturaleza también son longilíneos carnívoros de pasos largos y pelajes engañadores. ¡Ah, la familia, qué complicadas son las relaciones entre hermanos, sean gumihos o humanos…! Porque ojito al mestizo, que para nada es un segundón en su papel. Sus complicadas relaciones fraternales y su lealtad a los que considera “su manada” dejaron tanta huella que tuvieron que sacar un rápido spin-off (Tale of the Nine-Tailed: The Untold Story) para deleite de los que nos quedamos con ganas de verle a él, a la zorra rusa (dicho con respeto) y al bendito veterinario

Pues si, el hermanastro menor es un bombón… un estilo más oriental, una cara de pillastre, una sonrisa encantadora y letal, un macarra de aúpa… pero el personaje va mejorando, saca matices, fortalezas, emociones…

Como producto, tiene bastante acción con coreografías de lucha bien organizadas, fotografía excelente, factura técnica impecable, actores secundarios más que solventes… Continuamente nos despistan en el guion y el montaje con «primeras impresiones» en los episodios, y luego nos sacan lo que pasó y no vimos que explica la maniobra: hermanos que intercambian aspectos, paseíllos por los infiernos personales para coger por el cuello al lagartijo… . poco k-pop, rock como corresponde. Hasta mi buen Paco al final me pidió que le pasara la música de la sintonía para tocarla en su grupo The Artrosis Band

Repescando las almas de los ahogados (buceadoras y marineros). La chamana lanza las telas al mar y las recoge como si fueran redes

Los primeros episodios, donde plantean la base de toda la intriga posterior, se localizan en la isla de Jeju. Un territorio que le eriza los pelos del cogote al resto de coreanos, incómodos con esos extraños isleños que hablan raro, con buceadoras añosas que resisten el frío y la apnea, adoran a un Rey Dragón y a la Reina del Mar (a los cuales se encomiendan), último reducto del chamanismo, y que protagonizaron el Incidente de Jeju el 3 de abril de 1948 (7 años de insurreccion, 80.000 muertos, 70% aldeas arrasadas, 70 perdidas por destrucción total) …. Mal rollo para un peninsular espíritu silvático reciclado en urbanita. Por eso, la idea de promoción pasa actualmente por levantar en la isla parques tipo Disneylandia (diriginos a los propios coreanos) ambientados en los personajes de la multinacional, o crear falsos «pueblos del mundo» donde el exotismo lo ponen Suiza, Francia… o España.

En la serie, una enorme nostalgia gime enredada en guión: el abandono y pérdida de la tradición folk-lórica (el saber popular) y el olvido de los antiguos ritos y creencias. Los espíritus de los bosques y los valles son expulsados, las canciones se mueren, y nadie recuerda el alma de la Tierra. La Magia se muere sin remedio. Desde la guerra de Corea (1950-1953), indica el Espíritu Guardián del árbol (en realidad, desde la invasión japonesa, y posteriormente por el decretazo del presidente Parker chung-hee de 1961 de erradicación del chamanismo), esta religión está siendo duramente reprimida y considerada una superstición vergonzante, apta sólo como para su exhibición teatrera

Como disgregación literaria, y porque gracias a esta serie me entró la curiosidad, os recomiendo el libro La Isla de las Mujeres del Mar, de Lisa See, sobre la vida de las haenyeo, las buceadoras de Jeju. Muchos de los datos sobre la isla que he puesto aqui están sacados de este relato.

Para la foto en estudio, he elegido una de la serie de escenas rodadas en los bosques, especialmente preciosistas. En primerisimo plano, unas hierbecitas verdes desenfocadas para crear un marco y equilibrar la zona oscura del tronco. El árbol se deja en sombra (lo cual alivia el calor de los actores si hubieran estado al sol) y hace de fondo de esa ropa roja de clara influencia china (muchos personajes mitológicos coreanos se representan con ropa de la dinastía Ming o Tang). Para equilibrar la luz y evitar el excesivo contraste, se han usado reflectores de relleno de sombras (vease en la cara de los personajes). La ropa de la niña es coreana (ella es humana), y ese amarillo pálido está a juego con las manchas de colores de los árboles del paisaje del bosque. Zorro y niña forman un círculo conectado por sus posturas, y se colocan lateralmente para permitirnos la panorámica del fondo con clave alta, quemando un poquito las luces del cielo para ofrecer profundidad y no distraer demasiado la vista de los personajes, pero no se ha desenfocado mucho para dejar que sea reconocible y atractivo, ya que interesa mostrar el bosque donde ejerce su oficio el Señor Zorro, y que tiene esa aura de «bosque mágico y vivo» que aún no habia perdido en ese tiempo. Una distribución muy parecida podemos encontrar en cientos de cuadros de trasunto mitológico del Arte occidental… y es que lo que es clásico, es bueno y universal

Publicado por directoraymas

Apasionada por la fotografía. Mas de 40 años viendo cine de todo tipo y últimamente decidida a hacer sus incursiones en el asunto. Viajera siempre que puede, pudo y podrá. En la mesa lo mismo puede haber una tortilla de patatas que un wok de verduras o una selección de mezzes... Con semejantes antecedentes, solo podía organizar un blog ecléctico entre la curiosidad y el desparpajo

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9 comentarios

  1. Maravillosa. No puedo entender como hacen cosas tan estupendas para tan pocos capítulos y una temporada y aquí tenemos tropecientas temporadas de cosas de mucha peor calidad.
    Bueno, que me lo pase pipa viéndola. Anoche acabe de ver Vinzenzo, y ya estaba esperando como seria el comentario y uniendo la a esta en mis más favoritas.
    Gracias, como siempre, lo he diafrutado

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  2. No he visto toda la serie pero los capítulos que si he visto te enganchaba al momento, y la trama está definida con guiños, me gusta ,si

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