
My Roommate is a Gumiho (Raw; A Falling Cohabitation; Frightening Cohabitation): y hoy, como prometía /amenazaba, tenemos la segunda parte del post dúplice. Los elementos comunes que mencionamos siguen ahí, pero todo lo que en la primera serie era afectado y rimbombante, aquí es liviano y acrobático. No confundir con voluble e insustancial, ojo, que son cosas distintas. Simplemente, en este k-drama plantea las cosas con mas humor y cotidianeidad. El ser sobrenatural que aspira a convertirse en humano es un gumiho (también lo encontraréis por ahí como kumiho,en Hangul: 구미호 y en Hanja: 九尾狐 ), y ya hemos encontrado la figura en la serie de nuestros zorros más añorados. Esta vez, el guión ha readaptado (¡otra vez!) la mitología , y los gumihos de mil años ya no adquieren superpoderes -o se convierten en espíritus mas o menos ocupados en esto y lo otro-, sino que se enfrentan a la disgregación en la nada o la transformación en espíritus malignos (no queda muy claro porqué uno o lo otro, agujerito del guión que saltamos alegremente). Lo que pasa es que, después de tanto tiempo viendo pasar gente y cosas desde la dinastía Goryeo, y con malas experiencias a rastras, ya no hay nada que le ilusione o interese, y está más que conformado con la disolución, pasando el tiempo ejerciendo de especialista en Historia Antigua de Corea (este sí que puede decir como le soltó mi madre a un listillo: no me vengas con chorradas sobre los años 60, que yo estaba allí y tú todavía ni tetabas), escribiendo libros y dejando que su canica de zorro místico acumuladora de energía robada siga sin cambiar de color, lo que indicaría que ya está dispuesto para el cambio (y sin comerse higadillos de la gente ni nada, sólo haciendo un poco de vampiro energético)

La comparación con el argumentario de la Bella y la Bestia es mas que evidente. Pero no hay color entre un ser peludo, colmilludo y ungulado cual bisonte y este varón guapo a rabiar, de rasgos delicados cual Buda con anteojos, elegantes gestos, sonrisa deslumbrante, caminar elástico y ese ligero encorvamiento propio de los tipos altos e intelectuales que gastan más tiempo en bibliotecas que en gimnasios, y que a las chicas listas nos hace sonar la campanilla de alerta en el hipotálamo

El actor Jang Ki Yong se ha dedicado a los k-dramas románticos (y una policiaca que reconozco que no acabé por lo inane), y no es que despliegue muchos recursos interpretativos, pero para el papel bien le viene esa falta de expresividad y gestualidad propia de un cánido nocturno que confía en la inmovilidad como arma. La actriz, Lee Hye Ri, es otra reciclada del K-pop y tambien hace de todo, que lo mismo, canta, baila, hace anuncis, trabaja en programas de TV… está especializada en comedia y juega con la exagerada gestualidad cual dibujo animado, sin importarle que su personaje pierda la compostura. La contención de uno se compensa con el exceso de la otra, y queda una divetida pareja. A medida que progresa la trama, ella madura y el espabila volviéndose mas expresivo.

La cuestión es que el apático zorro se topa (¿por casualidad?) con una chica mucho más joven (una estudiante de Historia) y ¡POP! Empieza a salir de su congelación emocional. Primero porque debe cuidar de la canica depositada en la barriga de esa desmañada, exagerada, voluntariosa, inocente, curiosa y frescachona estudiante (que se ha tragado la canica en un tropezón), luego porque realmente se preocupa por la desmañada, exagerada, voluntariosa, inocente, curiosa y frescachona estudiante (no, el gumiho no es mal tipo, simplemente un misántropo dolorido), y al final porque se ha enamorado hasta la punta de cada una de sus nueve colas de la jovenzana que le torea, le trolea y le tontea sin cortarse un pelo, y que al mismo tiempo se burla de él y se preocupa por lo que le pueda pasar con bombardeos de sinceridad. O sea, que el gumiho de 999 años tiene una buena motivación para evolucionar (o trascender, o mutar, yo que sé…). Volverse humano para poder compartir, amar, cuidar… VIVIR con alguien. Ahora sabemos que vivir es doloroso muchas veces, que la historia siempre acaba mal, y que envejecer, morir, es el único argumento de la obra, pero es lo que hay en cartelera, así que ya puestos mejor hacerlo con buen acomodo y bien acompañados.

El macguffin de la serie no es tanto transformar al gumiho sino cómo se llega a ello, y para diseñar una estrategia la pareja protagonista debe primero reconocer que sígnica “ser humano”. La estudiante repite varias veces que “siendo un gumiho, eres más humano que muchos que nacen así”, y se lo suelta en las narices al caballero. Pero sabemos que la naturaleza humana es ambigua y capaz de lo mejor y lo peor, así que por ahí no van los tiros. Quizás es que los humanos nacen ya “con el pase de fábrica”, y los seres fantásticos necesitan hacer méritos extra, como desarrollar sentimientos. Por su lado zorruno que no falte, porque los animales bien demuestran ser capaces de sentir (y hasta cierto punto, razonar o reprimir sus instintos mediante el adiestramiento), y en algunos casos llegan a formar lazos de afecto con los humanos.

Toda la serie está llena de guiños y segundas intenciones. Algunas son rápidas de localizar a poco que estemos atentos: ojo a los mensajes de camisetas y sudaderas (“forget-me-not” cuando el gumiho está pensando en retirar de la chica la canica y borrarle la memoria, o el “puppy” del amigo patoso que va detrás de los personajes femeninos con la lealtad de un cachorro de San Bernardo…). Otras deben de funcionar como “bromas privadas”, como el emplazamiento de producto que hacen con la marca de café instantáneo (el actor viene del mundo de la publicidad como modelo, y mas de una toma parece talmente un anuncio). Aparte de eso, decir que es una producción muy cuidada técnicamente, con actores muy bien aprovechados, con personajes hechos a su medida como un traje de sastrería de alta gama, una trama muy animada a la que perdonamos sus patinazos (¿montar un arco de competición olímpica con cuerpo, dos palas y sirga, en cinco segundos? Anda ya… ni con toda la magia vulperina), subtramas y secundarios tan llenos de vida que les roban las escenas a los principales en cuanto se descuidan (con buenos actores y subtramas deliciosas), diálogos que aquí y allá sueltan frases maravillosas… y a veces los personajes, después de haber grabado en piedra sus declaraciones, se autoboicotean porque es lo que hacemos los humanos, especialmente los que están en fase enamorada. Todo muy real, como que te baje la regla y te quedes hecha un gurrullo en la cama sin energías, o tener que pelear con una fontanería rebelde…Algunos comentarios que he leído echan pestes de la línea argumental, que si acoso, que si profesores liándose con alumnas (cómo esquivan el temita… mientras el es su profesor, suspenden su relación sentimental, jiji), que si la diferencia de edad (psssssseeeeee), que si es indecente que un humano y un ser inhumano se líen (errrrrrrr, seguro que son los mismos que babean vergonzantemente con La Forma del Agua para los cuales se añadió ese final/coartada moral)… Ni caso, a disfrutarla sin complejos. Y aplaudid el lema básico de esta historia, que no es otro que “los humanos pueden cambiar su destino”.

Si hacemos la lectura de la serie cambiando “condición sobrenatural” por “condición mental” y cambiamos “gumiho” por “enfermo sin tratamiento”, todo encaja perfectamente. El aislamiento, el miedo a hacer daño a los demás, el riesgo de descontrol, la prohibición de ciertas cosas, el intento de automedicarse con otras activiudads o susbtancias, el enfado de la pareja que reclama su derecho a decidir si acepta el riesgo y el miedo constante de que algo se reconecte en la cabeza del afectado…

No podía faltar unos cuantos flashbacks para darle al protagonista sus momentos saeguk, vestirlo de época (estupendos, los chicos altos y juncales están estupendos con esa ropa) y presentarlo como un buen patriota que también ha colaborado en la defensa de su patria (en ese momento, Joseon). Encima, nos dan una explicación de sus habilidades como arquero (buena excusa para crear una conexión rápida con su futuro cuñado) y espadachín. Y los japoneses, evidentemente, malos malísimos invasores.
Elegir el tiro con arco como elemento del guión tiene su razón de ser, y es que en Corea es un deporte que levanta pasiones y arrebatos patrióticos. En su versión histórica, el Gungdo, (también denominado gungsul o goongsul) es un arco de tipo compuesto (cuerpo central y dos palas que se desmontan). En el moderno tiro olímpico, las competiciones están dando grandes alegrías a los coreanos (cuando escribo esto, llevan 4 oros en las olimpiadas de Tokio 2020 y suelen arrasar sobre todo en categoría femenina) y a algunos les recalientan las neuronas misóginas. A lo mejor querrían que las arqueras nacionales lucieran melenazas a lo Brave, pero con el liso de moreno oriental, y al acabar las tiradas sumisas les sirvieran las bebidas cuando chascaran los dedos tirados en los sofás viendo esta serie y sacándole faltas a la historia del anticuado gumiho y la joven inconformista (por cierto, aplausos con las orejas cuando decide que no ha acabado de hablar con el espíritu de la montaña y da un tirón de la cuerda, este me va a oir)

Pues a mi me parece muy real por mucho gumiho que aparezca cual ser celestial, me parece como dices un estudio del comportamiento humano tal cual, con sus alegrías y penas pero al menos lo hacen con humor cosa que se agradece y lo hace menos metafísico, me gusta
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al contrario que la serie de la parte 1, esta si que me la vi. mira que bien.
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y coincides en mis conclusiones?
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pues si una ni me la vi y la otra me la vi entera…algo será. jeje.
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Yo vi las dos, coincido contigo, un que no se si es que son menos sustanciosa q otras, o que estoy viendo muchas a la vez, o que me han pillado con otro cuerpo, pero me han resultado más sosillas q otras…
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