
Moonshine (Thingking of the Moon When the Flower Blooms; When Flowers Bloom, I Think of the Moon): Tras la noche de Reyes (segunda fiesta del año, y con tantas damas engalanadas para pedir el aguinaldo), toca un post de suaves condiciones. Como esas nubes de clara de huevo batidas que se suelen añadir en el emplatado para alegrar los menús y, en ocasiones, aportar proteínas fáciles de comer y asimilar. Ea pues: Aventuras, Emoción, Romance y dos huevos duros. Preciosos vestuarios, deliciosa fotografía… un cuento de Dramaland para desconectar el modo crítico y divertirse. Pues érase que se era un reinado en el cual algún ministro de ideas de bombero y un rey con poco seso no tienen mayor empeño que imponer la Ley Seca en el Reino de Joseon, convencidos de que todos los males de gobierno podían ser solucionados obligando a la abstinencia a los súbditos. Esa es la excusa, claro, porque en realidad la prohibición es una herramienta para las intrigas palaciegas.

Igualito que en la Ley Seca americana, por las costuras de la norma se escapan consumidores y productores de todas las categorías. Un buen momento para que tantos paisanos hundidos en la pobreza se saquen un dinerito fabricando bebedizos (el Moonshine del título, que en realidad es el nombre del whisky destilado ilegalmente en los Apalaches) y los vendan entre dos luces.

Se ve venir desde el cartel de cabecera: dos personas que empiezan tanteándose, pasan a topar como carneros y acaban enamoradísimos.

La actriz principal (Hyeri) ha repetido prácticamente el mismo personaje que hizo cuando andaba enredándose con un Gumiho: frescachona, echada p’alante, descarada, con una capacidad de engullir sorprendente (¿propaganda antianorexia?), trabajadora, independiente, inteligente, leal…. Como ya lo hizo bien en la otra versión “contemporánea”, aquí lo tiene fácil para cumplir sobradamente. Su replicante, Byun Woo Suk, también tiene una filmografía cortita: estaba demasiado ocupado haciendo de modelo (1,89 cm que mide el mozo y aquí no parece tan alto…) aunque ya le habíamos echado el ojo haciendo de tercera pata en disputa en otra serie (lo siento, pero la competencia era dura, y el acupuntor resalao y el cerdito Bong-shik le ganaron la partida); saca adelante el papel cumplidamente, con sus ojeras y su carita de “conflicto ético para desayunar”. El principito borrachín lo interpreta Moon Yoo Kang, al que hemos visto muy poquito, y la cómplice de travesuras la encarna Kang Mi Na, que a pesar de tener tan poca filmografía como el resto hemos reconocido sus dotes de comedianta poniendo morritos como hacker enemiga del agua y el jabón (no recuerdo si también compartió escenas con Hyeri y el Gumiho, salir si que salía…)

Para arropar a los personajes jovencitos, los productores han reclutado muchas caras conocidas y de largo recorrido: el padre director del museo, el camarero del bar místico, un juez del inframundo…un listado de personajes muy, muy amplio, con muchas historias y subtramas que se van cruzando y nos tienen entretenidos (buah, el malo malote es la caña…). Tanto que podemos pasar por alto que a veces se haga un poco confuso o que a ratos los personajes se difuminen o sean incoherentes (en el episodio 4, las chicas se plantean fríamente el asesinato de un personaje para librarse de su amenaza, y al final lo rescatan y luego se arrepienten… ¡Formalidad, buenas mujeres!), o las debilidades del guión y sus flojeras (¿Para que ir y venir del depósito de producto cargando todas las ganancias en el episodio 2? ¿No era más lógico tener un escondite seguro y dejarlo allí? ¿En el fondo de un pozo seco, en un túnel y en un chamizo tienen velas encendidas? pero si no hay nadie… ¿Les regalan la cera?)

Si acaso, en la preciosa fotografía le reprochamos un uso desmesurado del filtro rosa. Para disimular los efectos y las peleas con dobladores en escenas nocturnas, usan unos filtros azules que no se ve un carajo. Me imagino al etalonador sudando frío cuando ha visto en el monitor todas las pifias, y metiendo mas caña en el programa para poder esconderlas, como las peleas por lo tejados en plan wuxia

No sé porqué esta serie no ha tenido más impacto: aparte de algún disparate típico de Dramaland (las mencionadas incoherencias y «milagritos», como la velocidad a la que fabrican los panfletos del episodio 13) es bastante maja, tiene acción (hasta una escena de lucha de taichí con abanico, aunque no parece un tiě shān, el abanico de hierro) , está bien rodada…

Lo de prohibir la producción de alcohol y no digamos su consumo ocurrió varias veces a lo largo de la historia en Corea. Durante la dinastía Joseon (1392-1910), cuando llegaba una hambruna, a menudo se imponía la prohibición, ya que el vino tradicional se elaboraba con arroz o trigo, y no se podía reciclar o recuperar el grano empleado (no debían estar muy avanzados en el asunto de reciclado de bagazo para alimentación de rumiantes). Aunque la dinastía Joseon prohibió el alcohol como política alimentaria, no impuso un impuesto sobre el alcohol; tampoco estaba prohibido hacer alcohol en los hogares. por lo que se generalizó en las casas campesinas el fabricar el autoconsumo (ahem… y del vecino…), ya que estaba relacionada con actividades sociales cotidianas como la agricultura y los ritos ancestrales. La prohibición generalmente se promulgaba en primavera y verano, cuando la sequía era severa, y generalmente se levantaba en otoño cuando terminaba la cosecha. Durante el reinado del rey Yeongjo, el vigésimo primer rey (puritano confuciano), el cumplimiento fue muy estricto.

Otro momento de represión ocurrió durante el período colonial japonés: en 1916 se promulgó la “Ordenanza del Impuesto sobre el alcohol”, una orden para imponer un impuesto sobre el alcohol para asegurar las finanzas necesarias para el gobierno colonial. Se implementó un sistema de licencias en la producción de alcohol y se reprimió el alcohol que no se declaraba. En respuesta a la represión imperial japonesa y la imposición de impuestos, los coreanos no tuvieron más remedio que seguir elaborando alcohol de manera clandestina. Vamos, que los joseonianos no querían que el alcohol fuera un negocio, y los japoneses que no fuera una actividad privada sin impuestos

Después del fin del dominio colonial japonés, la escasez de alimentos continuó y se mantuvo la ley del impuesto sobre las bebidas alcohólicas. El gobierno coreano en los peores momentos prohibió la producción de makgeolli (licor a base de arroz), pero en 1976, la producción se expandió y se logró la autosuficiencia alimentaria, lo que permitió que el makgeolli pudiera producirse de nuevo. Fue un hito que marcó la despedida de los tiempos más difíciles.


Estos coreanos son La Moneda, si no están en un pienso están en un bar bebiendo sin parar como si se acabara las existencias y hay que ver lo que cunde la época joseon que les da un sinfín de tramas y casi siempre alrededor de la comida y la bebida
Me gustaMe gusta