Espías como nosotros aliñados con gonjuac

Hunt (Hunt. Caza al espía; Heonteu): Pues traigo otra película de esas que le sale la pólvora y la adrenalina por los costados. Hala, una de tiros a tutiplén, esta vez moyen-moyen con la intriga política y los enredos del espionaje interno, que es más complejo aún. Atentos a la bolita, caballeros (y damas, a las chicas también nos gustan estas cosas). Resulta que las distribuidoras españolas han descubierto esta película, y se han dedicado a darle publicidad a mano regalada. Un montón de espectadores se han vuelto a quedar pillados con una producción del País de la Peonía, han pegado botes con las escenas de acción (la hay a raudales y bien rodada, por eso que no falte) y se han hecho un poco la picha un lío con el argumento, a veces porque la trama se embarullaba un poco, a veces porque no entendían algunas escenas… claro, les faltaba la información acerca de los hechos reales en los cuales se basa el guión. Un coreano de cierta edad distinguirá lo original de lo inventado, y aceptará algunos recovecos del guión porque si, eso ocurrió en la historia real, por inverosímil que parezca. O quizás eche pestes de la película porque lo de “basado en hechos reales” le parezca irónico, pura fantasy de videojuego con casuales coincidencias con la historia original y algún que otro “hecho milagroso” (¿Porqué el personaje, después de encajar una paliza de aupa a manos del comando norcoreano, no tiene la cara hinchada y llena de marcas? Si le han inflado a ostias…)

Hunt es la última producción (a estas horas, igual es la penúltima) de una larga lista de obras referidas o ambientadas en este particular y traumático periodo de la historia de Corea del Sur: la eterna dictadura de Park Chung-hee tras el golpe militar de 1961

La historia se desarrolla en el oscuro y violento mundo de los espías, que ya sabemos que a veces están mas ocupados cazando a sus compañeros de curro que ocupándose del enemigo. Pasan por la pantalla desertores norcoreanos con peligrosísima información de materia nuclear, choques entre agencias de inteligencia, topos y traidores, represiones tremendas de opositores políticos, masacres de civiles que pedían pan y democracia, los militares como parte implicada y a su vez utilizada, las soluciones que no solucionan nada… Cuando se va resolviendo el enredo, resuenan en mi cabeza las novelas de Le Carré (esa farsa trágica que es el negocio del espionaje) y El Factor Humano de Graham Greene. ¿Dónde pone un espía su verdadera lealtad, para quien trabaja, se esfuerza, sangra y perece…? ¿Cual es su verdadera patria?. La diferencia fundamental es que aquí no hay una historia de amor romántico (como mucho, el amor filial que tiene el jefe de la sección de Interior por su hija, a la que esta responde con bufidos de adolescente en cruzada). Ni falta que le hace.

Dos competidores, dos aliados, dos… ¿enemigos?

Pues con los correspondientes caveats, lo que tenemos entre manos es una estupenda película de acción acerca de la caza de un topo norcoreano, nombre en clave Donglim (¡Ah, Le Carré, que buen sustrato!) infiltrado en la estructura de la alta dirección de la Agencia de Inteligencia Surcoreana, (el famoso KCIA que sale de vez en cuando en las producciones de Kimchiwood). Por el camino pues claro, tienen que continuar en sus labores, aunque todo acaba de alguna manera enredado en el asunto principal. Nada de monótonas y burocráticas tareas de despacho, naaaaaaaaaa, aquí muchos tiros y muchas carreras y algún interrogatorio con abundante kétchup, porque en medio hay secretos que pueden acabar con el presidente, el país y media Asia. Todo el mundo es sospechoso por si acaso, de forma preventiva, y ya sabemos que, para un espía de raza, la intimidad y la camaradería con la víctima es una herramienta mas en su trabajo. A ver, que no lo digo yo, que lo dice Smiley y lo repiten de vez en cuando en el programa de los espías de RNE, Código Crystal, que es de obligada audición si os gusta el asunto.

La escena de la masacre al principio crees que no tiene mucho que ver con la historia, que solo es una excusa para explicar que el presidente es un bestiajo y se merece lo que le pase… si, si… atentos al pajarito…

El director (Lee Jung Jae) es también uno de los actores principales. Ya le conocemos, claro: estuvo jugando con los calamares y las galletas. Como es un tipo listo, para su primera dirección se ha rodeado de gente solvente (como el coprotagonista, Jung Woo Sung, que es fundamentalmente actor de películas y ha picoteado en otras áreas como guionista y productor)  y amigos incondicionales haciendo papeles, papelitos y cameos: el perverso inmobiliario por encima del bien y el mal, un príncipe larguirucho y un pringao cazadores de zombies, un policía constante, un militar con poca paciencia… os van a sonar las caras que vayan apareciendo, aunque alguno se haya disfrazado un poquito , como un discreto cura feroz, jijiji . Aparte de eso, el equipo técnico es muy bueno, con fotografía, cámara, montaje etc trabajando con eficacia. Si acaso, parece que han etalonado muy oscuro: que si, que muchas escenas son de interiores y si salen fuera está nublado… pero es que no se ve un carajo. Será una metáfora de la oscuridad de ese tiempo, de su roña física y mental… la ambientación es detallista y nos recuerda que los 80 no están tan lejos, aunque se aprecie el paso del tiempo

Ayvadios la que se ha liado…

Los ladrillos básicos e históricos en los cuales se basa el argumento pueden rastrearse en los libros: La masacre de Gwangju, la deserción del piloto norcoreano Lee Ung-pyonge, el asesinato del dictador Park Chung-hee por su propio subordinado Kim Jae-gyu, (director de la KCNI y jefe de seguridad del presidente) en 1979, y el atentado de Rangun (uno más) contra el presidente en 1983 en Burma. Lo más original que ha hecho la película es agrupar todos los eventos en una línea argumental y adjudicarlos a una dirección única

Está claro desde el principio que el presidente de Corea del Sur no tenía mucho cariñito entre sus gobernados. Y fuera de su país podían protestar, pero en casa… ni cantearse. A los Estados Unidos, adalid de la libertad y rescatador de oprimidos cuando le conviene en la agenda, le importaba un pito si el presidente era un tirano que mandaba a golpe de látigo y ráfaga de ametralladora contra su propio pueblo.

El tiempo de las lágrimas y la bota en el pecho empieza el 16 de Mayo de 1961, con un golpe militar organizado y llevado a cabo por Park Chung-hee (en ese momento, el segundo oficial de mayor rango en el ejército surcoreano) y sus aliados, que formaron el Comité Revolucionario Militar, teóricamente dirigido por el Jefe de Estado Mayor del Ejército Chang Do-yong después de que el anterior desertara el día del golpe. El golpe de Estado dejó sin poder al gobierno democráticamente elegido de Yun Bo-seon y puso fin a la Segunda República, instalando un Consejo Supremo para la Reconstrucción Nacional militar reformista dirigido eficazmente por Park, quien asumió el título de presidente después de la detención del general Chang en julio. Leyendo por encima su biografía, a veces tengo la impresión de que el tipo aspiraba a montar un país “como si mandaran los japoneses, pero sin japoneses al mando”. O sea, aplicó medidas de desarrollo económico con mano de hierro y cayera quien cayera, con un absoluto desprecio hacia sus gobernados. No solo por el asunto de la democracia, sino por la indiferencia hacia los mas desfavorecidos, los que se caían del enloquecido vagón de carga, los que no aceptaban cómo se hacían las cosas… Todavía hoy, aunque hay quien intenta defender su gestión, tiene que admitir que sus políticas de represión y pormishuevismo dejaron ríos de sangre y dolor. Evidentemente, no todo el mundo se lo tomó con resignación, y se sucedieron las protestas -como la de Gwangju, donde la represión violenta produjo entre 165 muertos (según la dictadura surcoreana) y 1000- 2000 civiles (estimaciones no oficiales)- y que convirtió las comisarías en mataderos. Tu suspirabas en la calle “Porco Governo” en coreano, y al día siguiente estabas probando la bañera y la picana en la estación de policía más cercana. Los que podían montaban atentados mas o menos exitosos: en respuesta, el Gobierno apretaba las tuercas, y ya con el “porco” podías pasar al tratamiento especial sin que pudieras explicar que estabas hablando de la barbacoa del domingo

Asesinato de Yuk Young-soo en 1974, que fue la primera dama de Corea del Sur, esposa del tercer presidente surcoreano Park Chung-hee y madre de la undécima y primera mujer presidenta surcoreana Park Geun-hye. En realidad, iban a por su marido

No solo los infelices de las clases medias y bajas “reclutados por los enemigos del país, malditos commies” intentaban cazar al presidente. Desde dentro del propio Ejército y agencias organizaron jaleos. Si, aunque alguien le reproche a la película que “es imposible que el presidente sobreviviera a semejante ensalada de tiros”, eso es precisamente lo que pasó en Rangún. Al final, fue el propio director de la ACIC y jefe de seguridad del presidente, Kim Jae-gyu, el que aprovechando el ambiente relajado de una cena en la Casa Azul se sacó la pistola y le pegó dos tiros a bocajarro, sin que quede claro si estaba premeditado, fue un calentón o simplemente llevaba rumiándolo desde tiempo atrás y ese día le vino bien. Ni siquiera parece que fuera un magnicidio en respuesta a su gobierno o sólo un asunto de rabia personal por las críticas a su trabajo. La cosa es que ahí quedó, con los sesos encima del tatami, el interfecto

Un retrato muy descriptivo de un piloto desertor norcoreano. La tonalidad casi monocroma en azules (tan típicos de los interiores y que asociamos a luces artificiales) y unos tonos de piel en marrones da idea de la oscuridad donde se mueven los personajes. Las sombras no han sido muy aclaradas, y se modela la cara (de groseros rasgos) con las luces del techo y los reflejos de la pared. Se suele decir que la iluminación de mariposa (luz cenital que destaca frente, mejillas y nariz) es favorecedora, pero aqui solo funciona para dejar grandes zonas oscuras en la cara y sobre todo oscurecer las cuencas de los ojos (que callará, que se guardará el desertor, está mintiendo o confesando…) y resaltar la textura de la piel y su aspecto grosero y basto (esa napia de pimiento morrón es un cartel que dice «ceporro al cubo»). Toda la imagen grita SINIESTRO

Publicado por directoraymas

Apasionada por la fotografía. Mas de 40 años viendo cine de todo tipo y últimamente decidida a hacer sus incursiones en el asunto. Viajera siempre que puede, pudo y podrá. En la mesa lo mismo puede haber una tortilla de patatas que un wok de verduras o una selección de mezzes... Con semejantes antecedentes, solo podía organizar un blog ecléctico entre la curiosidad y el desparpajo

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4 comentarios

  1. La vi hace poco, no sabía que eran hechos reales (aunque mezclados), la ensalada de tiros de Burma es una pasada, parece mentira q de verdad pasará algo parecido…

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  2. Pues para ser de espías veo mucho disparo, me gustan más las tramas discretas pero la trama engancha y se deja llevar por el relato aunque si no eres del país ni te enteras a que viene tanto atentado, será porque fue así o no, nu se…peli de acción, mucha accion

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