
Pues si, que me he saltado la anterior entrada porque andaba (y ando) con un trancazo de los de toda la vida, de antes de que los chinos nos mandaran los covides para aquí. Que eso de los catarros que duran quince días y llevas la nariz como una berenjena rabiosa lo hemos conocido toda la vida. Así que ni ganas de ponerme a teclear. Y hasta el ansiado menú del año nuevo lunar se quedó en un apaño de gyozas del congelador, rollitos de primavera perfectamente integrados en los lineales españoles y esta sopa coreana que entra fenomenal: suave sabor, compasiva con las anginas, sin grasa que acumular a los excesos navideños y lo bastante fragante para llamar la atención de unas napias mocosas. Ya sabeis que, según la tradición oriental, esos días se suelen preferir alimentos de color blanco, que simbolizan nuevos comienzos y renovación. Las galletas de arroz (tteok) simbolizan la pureza y la limpieza, tan de agradecer esos días, un nuevo comienzo “desde cero” de un nuevo año.

Un plato casi obligatorio en estas fechas es el Tteokguk (sopa de galletas de arroz), un caldo claro que se sirve en Seollal, el Año Nuevo Lunar. Este platillo se menciona en el Dongguksesigi, un libro del siglo XIX sobre costumbres y norma sociales. La receta original lo describe como un caldo de ternera, faisán, soja y copos de guindilla, en el cual se añaden las monedas de arroz. Tradicionalmente, el arroz (como la carne) era siempre un producto escaso en la montañosa Corea, así que se reservaba su consumo para las ocasiones especiales (cumpleaños y vacaciones). No como ahora, que no hay comida en la mesa que no tenga su cuenco de arroz blanco para comer aunque sea lo único que podamos poner en el plato salpicado de jugo de kimchi (el colado de la fermentación de la col)

Para meternos en la cocina necesitamos: una taza de galletas de arroz congeladas (se ponen en remojo con agua fría durante 30 minutos y se escurren antes de añadir a la sopa), un buen trozo de morcillo de ternera, 1 ajo picado, una cebolleta hermosa, un huevo, una cucharada de salsa de pescado (o salsa de soja), una cucharada de sésamo tostado, un chorrete de aceite de sésamo tostado, pimienta, una hoja de alga nori (si tenéis a mano) y un pimiento rojo pequeño

Se ponen 7 tazas de agua en el fuego vivo, y cuando hierva se añade la carne, el ajo y parte de la cebolla (la mas dura para comer). Se da un primer hervor, se tapa y se baja el fuego hasta que la carne esté tierna y haya dado sustancia al caldo (unos 20 minutos). Mientras, se prepara el huevo: podemos hacerlo con la receta original (separando la yema de la calara, pasando por la sartén la yema batida para hacer una tortita y añadiendo la clara batida al caldo en el ultimo momento) o a la radikal: se cuece el huevo como siempre, se separa la yema de la clara, se pican por separado y se añaden ambas en montoncitos en el cuenco al servir

Cuando el caldo básico esté hecho, coláis el líquido y volvéis a ponerlo en la cazuela. Añadís las monedas de arroz, la salsa de pescado (o la soja) y lo dejais cocer con moderado fuego y tapado durante 7-8 minutos o hasta que las monedas floten, lo que indica que ya están cocidas. Si habéis reservado las claras crudas, ahora es cuando se añaden al caldo para cocerlas.

Se sirve la sopa en cuencos y se añade en primoroso apaño las yemas de huevo, la carne cocida cortada en tirillas, un poco de verde de las cebolletas, el aceite de sésamo, el alga, el pimiento cortado en tirillas. No os durmáis en los laureles porque si se cuece demasiado, las monedas quedan chuchurrías. En muchas fotos se ve que el caldo les queda claro, a veces casi lácteo, pero en otras está igual que el mío, de color caramelo claro transparente, o sea tan mal, tan mal no lo he hecho. Hala, ya podéis ir a volar cometas después de este reconfortante alivio del alma

Buena pinta tiene
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Si está rico como para repetir
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