Hijos de la Ira y el Makgeolli

Beyond Evil (Freak; Monster): Ya han caído unas cuantas entradas de tema ligerito y chisposo, así que vamos a subir un poco las revoluciones con un k-drama de esos que te dejan los pelos de la nuca más tiesos que el rabo de un gato eburifado. Una serie que bien podría catalogarse de Noir sin paliativos (con rebufos de Hard Boiled y Southern Gothic) para estas noches de calor ecuatorial que estamos sudando, y que combina estupendamente con los julepes de menta en la tumbona del porche mientras tiramos trocitos de pollo frito a los caimanes perezosos. Bueno, que en Corea no hay caimanes desde el Cretácico Inferior. Y que las chicharras de la BSO se han quedado congeladas, porque vaya frio hace en la serie, van todos con cazadoras y abrigos encima de los jerseys… Enfin, detallitos ecológicos aparte, lo cierto es que podría ser perfectamente la temporada perdida de la serie True Detective; borrad de vuestras mentes esa birria que fue la T2, y la desnutrida T3, y meteos de cabeza en esta trama de corrupción, deseo, violencia, angustia y muerte. Que no falte de nada: tenemos madres terribles, polis bailando en la cuerda floja, políticos aún más repodridos, gansters que se casaron con detectives y aun rondan los balcones como gatos en celo pidiendo una segunda oportunidad, cañizares con secretos, cocodrilos que andan a dos patas como los antiguos lagartos coreanos, gente que esconde cosas, mujeres perdidas a conciencia…todo eso, en la atmósfera pesada y angustiosa de las zonas rurales, donde el aire es una densa gelatina, siempre hay alguien mirando, y todo se mueve en la telaraña de unas relaciones interpersonales complejas. La sencillez y candor de la gente del pueblo, que dicen, ay que risa… por cierto, el bacalao, igual que en los pueblos mediterráneos, lo cortan las mujeres: la concejal y sus jueguecitos, la carnicera que busca a su madre, la detective ex del mafioso (¡oh, me encanta ese personaje! Con esa cara tan oriental e impávida de ídolo cruel… nada de muchachitas de ojazos redondos)… Y casi todos los personajes son “gente vulgar”, caras de brutos, o de pánfilos o de viejos arrugados…algunas chicas son guapas (como la carnicera o la infeliz hija del tendero), pero visten descuidadamente (una es una mujer trabajadora con poco tiempo para el aderezo, otra una choni asilvestrada que intenta divertirse en discotecas de medio pelo). El unico guapito es el joven detective venido de la capital, pero ni uno mas, y el tipo es tan rarito y maniático que acaba con las energías de cualquier moza casadera. Seguido de un poli de la estación jovencito, mas que guapo se queda en potable, que el pobre no tiene nada que hacer. Ah, y la concejal. Una mujer madura que sigue siendo guapa y conserva estilo. Se os come a todos crudos esta fiera, pardillos. Que no se haya metido en los mimbres del guión una trama romántica le da fuerza al asunto, no distrae ni endulza la dureza de la historia. Bastante tienen todos para seguir adelante con la que les está ayendo

Atentos al asunto inmobiliario. Que tiene miga…

Apunte aparte, la pareja de “true detectives”, que se llevan unos jueguecitos mentales tremendos como dos lobos tirándose tarascadas y cazándose entre las sombras. Como los espectadores no tenemos pistas de si son “buenos” o “malos”, cada escena en la que salen (juntos o por separado) nos desconcierta y nos deja en suspenso. Será esto, será lo otro, la ha matado, no la ha matado… los dos detectives se vigilan, se ponen zancadillas, se atacan y a su vez se protegen como buen equipo. Ya lo dice el poli veterano: cuando estamos solos, podemos ser mezquinos entre nosotros , pero cuando aparece el enemigo estamos unidos

Y se van a comer carne asada al bar-carnicería y ponerse cucos de makgeolli comprado en la tienda del tartaja

Que la cosa tiene miga, porque en la sociedad coreana tradicional los carniceros entran en la categoría de “intocables”, unos parias a los cuales mirar por encima del hombro (eso si, luego todos como locos pidiendo bulgogi). Será que, como los carniceros, policías y los detectives son elementos despreciables pero imprescindibles de la sociedad

A la izquierda, con esa carita de niño a punto de echarse a llorar, voz de bajo profundo que hace entrar en resonancia el altavoz y mas tablas que las castañuelas de Lucero Tena… Yeo Jin Goo haciendo de teniente, el joven con una pena muy grande y un padre muy a lo suyo. Que pecados estás purgando, criatura, y hasta donde piensas llegar.
A la derecha, veterano del teatro, el cine de autor y lo que le echen, silbando sus líneas entre dientes o deslizando una voz de tenor llena de cristales rotos… Shin Ha Kyun, el poli degradado y refugiado en la comisaría de su pueblecito

Joer como se ríen los malos, pero la sonrisa mas perturbadora (¿perturbada?) es la del poli, piñata de tiburón saludando a un arenque con toda la dentadura, ambiguo comportamiento para enloquecer al colega, que no le quita ojo. A veces un protector de sus vecinos, a veces un burlón sospechoso, o todo junto al alimón. Le importa un pito que le consideren culpable, le acusen de barbaridades, lo traten bien, lo desprecien… el tiene un plan, aunque no sabemos si eso incluye encontrar a la hermana (¿es real su obsesión o sólo una farsa?) y de paso recuperar a todos los desaparecidos desde hace veinte años. Si por el camino acaba hecho gravilla, le da igual

Y cada vez que parece que todo está a punto de estallar y despejarse galerna mediante, suena un móvil y se desbarata. El juego de los móviles molestando, interrumpiendo avisando, grabando, espiando, dejando de ser contestados, bloqueando números, cambiando de manos… acaba por ponernos frenéticos

Este es uno de los pocos k-dramas que he visto que no mezclan géneros ni meten humor para aliviar el guión. Los pocos momentos de “alivio” son de esos que mas que sonrisa, te dibujan una mueca. Como la vida misma, hasta en las peores circunstancias ocurren cosas como que te estampen una bandeja de huevos en el abrigo de niño pijo, o que te reciban en tu nuevo destino las marujas ludópatas de la peluquería montando gresca. Luego la vida del resto del mundo sigue, pero es el detective o el policía el que tiene que bajar al abismo a pelear con los demonios, buscar a los que se han perdido y ayudar a desenterrar a los muertos encontrados, y ahí se acabó la guasa.

Pues eso, la bajáis y os la ponéis en el móvil para animaros el Ginger Ale

La ambientación es lo que debe ser, la propia de un Noir entre campos de cañas y mucha lluvia, en entornos rurales con grandes garajes y zaguanes donde se acumulan los zarrios, tiendas de esas que parecen abiertas las 24 horas y el dueño duerme en un catre en la trastienda, coches que van y vienen a altas horas de la noche por carreteras entre campos que son poco mas que pistas a medio asfaltar, calles polvorientas de pueblos desvencijados … contraste evidente con las escenas de entorno urbano, que parecen planetas distintos. El etalonaje, incluso si son escenas de dia y con sol, están tratadas en tonos fríos, y de vez en cuando se deslizan por los etalonajes de pardo y azul azafata, que traen recuerdos del cine americano (policiaco rural y drama sureño) de los 60, y alguna iluminación dorada en los escenarios de luz de la tarde. En esa pecera están los actores, que digo, actorazos, haciendo unos papeles tremendos, que no hay uno malo. La BSO incluye un tema como principal que evoca la música de blues y parece cantada por un viejo crooner decadente a punto de desplomarse sobre el micro. El resto, incluyendo el pop formal y tal, también se disfrutan con ganas.

Toda la serie gira en torno a las personas desaparecidas, el agujero negro que dejan en su entorno, la incapacidad de cerrar el duelo (o siquiera comenzarlo) que sufren sus amigos y familiares. No es la única serie donde salen aquí y allí los llamativos carteles de “¿ha visto a esta persona?” colgados en árboles, vallas o puentes. O los personajes reparten pasquines con la foto de sus perdidos. Aqui se han permitido hasta una coletilla con los actores principales pidiendo a los espectadores que colaboren en las búsquedas, y que, si ven algo sospechoso o creen reconocer a alguien, lo comuniquen a la policía. Que digo yo…¿tanta gente hay perdida?. Pues aparte de algunos casos que parecen ser tan dolorosos y persistentes como el del niño pintor o el canario Yeremi, y que allí se han concretado en el de los niños rana, hay cientos de niños perdidos y que ya no saben cómo mantener alerta a la población. Las mujeres… uffff… donde estarán todas esas chicas… de los pobres ancianos demenciados para que hablar, se les pierden de veinte en veinte cada día, y eso un día y otro día y otro día… Si no tienen una buena red de búsqueda de todos ellos, se quedan en el limbo. Ese limbo donde bracean los las sombras de sus recuerdos

Para estudiar: Una de las escenas de «duelo interpretativo» entre los dos protagonistas, que se hacen unos parlamentos de lujo, y una iluminación que apoya los mensajes no verbales. La filmación es complicada, moviéndose en un sótano lleno de trastos, así que se ha dejado en sombras la mayor parte del fondo y sólo alguna pequeña parte de la escena con maletas, paquetes y botes viejos (que nos trae a la cabeza la gente «oculta» y los fragmentos de información «reservada»), una ventana azulada apenas visible y la fuente de iluminación principal que entrará luego en plano. los cambios de plano tienen algunos saltos (la cámara cruza el ejede acción y los personajes aparecen en el plano «donde no toca»), pero eso no distrae demasiado, si acaso nos produce mas inquietud (nos «descoloca» durante los discursos), en una maniobra que recuerda a los juegos de cámara de Kubrik en «el Resplandor». En este diálogo, la luz principal ilumina sobre todo al pesonaje de la izquierda («esta en la luz») y deja en sombra al de la derecha («sólo tiene la luz reflejada y se mueve en la incertidumbre») que anda mas perdido que el barco del arroz. La composición cuasiespecular va cambiando a unificarse en un único punto cuando el primer personaje se acerque mas tarde hasta casi abrazarle («entra en su zona de sombra»)

Publicado por directoraymas

Apasionada por la fotografía. Mas de 40 años viendo cine de todo tipo y últimamente decidida a hacer sus incursiones en el asunto. Viajera siempre que puede, pudo y podrá. En la mesa lo mismo puede haber una tortilla de patatas que un wok de verduras o una selección de mezzes... Con semejantes antecedentes, solo podía organizar un blog ecléctico entre la curiosidad y el desparpajo

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