
It’s ok it’s love (It’s Okay, That’s Love; It’s Alright, It’s Love): Estaba yo a medias con la entrada de otra serie cuando de repente ¡rayos! He caído en la cuenta de que el lunes es San Valentín. Venga, que sí, que es una fiesta de origen anglosajón que aquí importaron ciertos grandes almacenes para empujar el consumo en una época de poca venta (y hanta pagaron películas que ya pertenecen al imaginario de una generación, una y dos) Pero parece que ya nos hemos adaptado a llenar los escaparates de corazones, ositos de peluche, carteles moñas y demás adminículos, así que seguiré la corriente, y hoy subo una entrada sobre una serie romántica y amorosa, aunque se hunda mi reputación.

A esta serie llegué como tantas otras, rebotando en las filmografías de los secundarios. El poster la verdad me llamó la atención porque lo veía y pensaba: se han pasado con el photochop. Venga hombre, que la chica es alta pero no tanto… Cuando leí el argumento, lo que me interesaba fue que, según el resumen, había metido una fuerte dosis de temas de salud mental. Ah, mira, los dramas médicos con psiquiatra me gustan, a ver que tal…Oye, pues no está mal, tiene su punto… Una sitcom clásica tipo The Big Bang Theory con aditivos de Mental (serie americana que pasó sin pena ni gloria y aquí veíamos con el móvil en la mano para entender los cuadros patológicos). Si, hay romance, y sabes cómo va a acabar desde el poster, pero lo interesante son las interacciones entre los cuatro convivientes y las amistades y contactos fuera de la casa. Podemos decir que hay Eros, Filia y Agape a espuertas, porque el amor de los amigos es también un eje básico. Dentro de lo disparatados que son los K-dramas, este casi podríamos etiquetarla de natural y realista (hay detalles como lo de sacarse las pelotillas de la nariz o llenar la habitación de pañuelos de papel después de una sesión de consuelo tras la ruptura que ahem ahem…). Tres inquilinos (la residente de psiquiatría, el psiquiatra veterano que no quiere vivir solo en su casa durante el año que su mujer estará fuera, el infeliz con Tourette al que su familia ha echado a la calle) que se han metido a la carrera en la casa del cuarto protagonista, el escritor de éxito ligón y malas pulgas. Así que tenemos dos cabos sueltos y la pareja protagonista metidos en un casoplón. Si ella no fuera guapísima y el un bombón, ni-de-coña se perdonan los ataques y borderías que se sueltan. No daría tiempo a que descubrieran el “lado bueno” del otro, porque o la chica sale pitando de la casa o el casero la echa. Claro que entonces nos perderíamos las cuchufletas de la convivencia. Aun así, la palabra que me viene a la mente para definir esta serie es “ternura”, que abarca no sólo a la casa (que acaba siendo refugio de naufragos) sino a todas las relaciones de contacto

Con la protagonista, a veces no sabes si tiene toda la razón o simplemente son ganas de marear la perdiz haciéndose la ofendidísima. Como en el chapuzón en el río… por un lado, sabemos que es el momento per-fec-to según todos los guiones románticos para el primer beso (supuestamente espontáneo y casual); por otro, el refinado caballero se ha tirado en plancha a comerle los morros sin preguntar (acostumbrado como está a que las damas se despojen de su lencería patas abajo nada mas verlo), y eso a pesar de presumir de saber muy bien cuándo una mujer está reaccionando de forma positiva a un avance sexual

Poco a poco, ambos se acaban encontrando cómodos el uno con el otro, se aceptan y ayudan, literalmente se van domando y encarrilando en sus distorsionadas referencias personales, y pueden disfrutar del sexo como toca, que ya son mayorcitos, leñes. La actriz (Kong Hyo-Jin) ha hecho mas películas que dramas, y no tiene mal CV. Eficaz en su trabajo, simpática de ver, resulta divertida cuando hace de dama enfurruñada poco consciente del impacto que tiene en tres hombres solteros sus paseos en toalla exhibiendo sus carnes

El actor (Zo In-Sung, 1,87 de moreno estirado en caliente) lo descubrimos aquí y lo hemos seguido a otras producciones, como la ya comentada película de coreanos perdidos en Somalia. Si señor, nos gusta, para que negarlo. Se prodiga poco, y a veces no hay quien lo reconozca tapado con la armadura, pero qué bien luce los trajes y qué expresivo resulta. Un ejemplar de caballero delectable que nos alegra la vista, sin complejos.

El gran síntoma que hacen destacar desde el principio es la manía del escritor de dormir en la bañera en vez de la cama. Como es rico, pues mira, se lo puede permitir, todo el mundo lo achaca a manías de escritor y miran a otro lado. Mientras el asunto no estorbe para seguir creando novelas y mantener un programa de radio que genera dinero a tutiplén, tan contentos. Y la familia bien, gracias. A su madre, que los tuvo en la pobreza y aguantó un marido maltratador y alcohólico, le ha puesto una casita estupenda en el campo, así que encantada con su hijo el triunfador. El amigo fiel que le ayuda, hace de representante, secretario y lo que haga falta, es el único que se huele que ahí hay tomate, pero… nada puede hacer sino esperar el desastre y estar ahí cuando pase. Porque no es que el caballero tenga manía (la palabra “excéntrico” tiene mucho glamour), es que sufre una esquizofrenia manosmenos funcional que se está acelerando por momentos, y lo está colocando al borde del precipicio. Las disculpadas manías resultan síntomas que avisan de que viene algo muy malo. A partir del capítulo 13, las situaciones y escenas de familia y amigos dándose de morros con la situación son completamente veristas, y me pregunto si han sido vividas en casa del guionista o es que el escribiente ha hecho sus deberes como toca

El GRAN tema de la serie es en realidad el de la enfermedad mental, que no es ni divertida ni obviable, y los enfermos no son los loquitos simpáticos y graciosos de los posters de payasetes de las habitaciones de preadolescentes cursis. La enfermedad mental puede ser peligrosa y terrorífica, casi siempre triste, implica un gran sufrimiento para el propio enfermo y sus familias, y uno solo no puede echarse sobre las espaldas la enorme carga de su manejo. Hace falta mucho, mucho mas para poder seguir adelante. Necesitas , si tienes pareja, que sepa lo que hay y te aguante el tirón, en vez de asustarse y salir corriendo. Necesitas una familia que no mire a otro lado y tenga la fuerza necesaria para la crisis continua y las malas rachas (que antes o despues vienen y a saber lo que duran). Necesitas la red de amigos que están ahí haciendo de ángeles de la guarda, paños de lágrimas y luces en las tinieblas. Y necesitas la ayuda profesional de especialistas que sepan lo que hacen y se dejen la piel por ti. Si no es así, estas bien jodido. Dicho esto, la serie trasmite un mensaje de esperanza y normalización: se puede tener una enfermedad mental y además vivir una vida plena (¡tener amigos!¡tener un trabajo, una casa, ser independiente!¡enamorarse y ser correspondido!). With a Little Help of my Friends, como dice la canción; no es imperativo aislarse o convertirse en un geranio extramedicado tomando el solecito en pijama, sufriendo la cruel asimilación de pacientes mentales y discapacitados y siendo apartado de la familia como apestados, llegando a la desaparición y plantearse la autolisis para “no ser una carga”

La conferencia más interesante siempre agradece la buena presentación, en vez de limitarse al árido discurso monótono. Muchas producciones prescinden del buen oficio técnico cifrando todo en la importancia o bondad del mensaje, y cuando señalas con el dedito que como película o serie es un churro ablandado, se escandalizan de tu “falta de sensibilidad”. No, hacer MALAS películas con buen mensaje no es aceptable. Afortunadamente, este no es el caso. Tenemos aquí un guión interesante, unas actuaciones de principales y secundarios estupendas, un etalonaje brillante y colorista, buena fotografía, buena música, mucho humor, bien rodado y mejor montado… pues estupendo. A disfrutar y a hacer sesiones de la Clave aprovechando la serie, y hagamos un sitio mejor para todos

El otro tema de fondo es el de la violencia doméstica. Que, sin ella, nada de esto hubiera ocurrido. Las palizas, el miedo y sobre todo la indiferencia cómplice de los vecinos y autoridades (“deja, no te metas por medio, eso son cosas de matrimonio”) hacen tanto daño como palos y piedras. Eso que las cosas han mejorado en los últimos 30 años: las 40.000 denuncias por maltrato infantil del año 2019 al menos indican que ahora se denuncia, mientras que antes todo quedaba en el olvido y la indiferencia cuando no en un reproche a “airear las cosas”. Le pego a la mujer porque es MIA (que ademas la he comprado), le pego a los hijos porque son MIOS, y si se descuidan le pego a mis padres porque son MIOS, aquí que no se meta nadie por medio. Y señala claramente al gran trozo de la estadística en el ámbito familiar, con un 77% de los casos en que el abuso es infligido por los padres de las víctimas. Hablamos de golpes, bofetadas, palizas… no de la violencia verbal o el acoso psicológico, ojo. De vez en cuando salta algún caso que llena las páginas de los periódicos, se alborota el gallinero y ahí se queda todo. (en Corea del Norte no hay denuncias, claro… eso no existe en el paraíso de la dinastía Kim)


Tiene buena pinta, la buscaré 😊
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En su momento lei, drama psiquiátrico y pase del tema. Luego el año 2020 se volvió famoso el drama It’s Okay To Not Be Okay que trata el amor y los trastornos mentales y también pase del tema pese a la cantidad de nominaciones de premios y audencia. Pero como estamos de secano de dramas coreanos con esto de las Olimpiadas (según tu misma me dijiste) igual me los veo.
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me vi al final el de It’s Okay To Not Be Okay y realmente me ha gustado pese a todos los temas que trata.
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Leído, porque no lo he visto salvo algún trallazo nocturno pero del tema psiquiatría y maltrato podemos hablar larga y profundamente porque es un tema universal y nos afecta a todos.
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