Parada y fonda antes del último viaje

Hotel del Luna: Me aconsejó mi sensei esta serie, y yo que soy chica lista tomé buena nota y me la vi de cabo a rabo. Comedia con chorretones sentimentales, vale, aceptamos pulpo con kimchi… ¡eh, que son historias de fantasmas! Ah, si, entonces genial. Encima resulta que es una serie superconocida y casi de obligada referencia al hablar de k-dramas. Bueno, que si, que hay que verla aunque solo sea para poder sacarle los hilos.

Porque érase que se era un brillante asistente de gerente de hotel que, por unas cosas y otras, acaba obligado a llevar la dirección de un hotel… especialito. Para empezar, está dirigido a un tipo de clientes muyyyyyyyy concreto. Selectivamente, es un alojamiento para almas en tránsito. Que no todos los difuntos cruzan el puente sobre el río Sanzu (versión coreana del griego río Aqueronte) y pasan al estado de reciclaje de almas (o sea, reencarnación, decantación al infierno o sublimación al cielo), sino que bastantes de ellos quedan vagando por este mundo atados por conflictos o penas terrenales. O han sido castigados por sus acciones.

Y no puede ser que anden dando vueltas y alterando el espacio etéreo. Para todos ellos, se levanta este alojamiento, que se esconde en la ciudad como un “hotelito secreto” de esos que apuestan por los snobs quisquillosos.

Atención muy, pero que muy personalizada-espectralizada, y amplia oferta de habitaciones. Para lo que necesiten, ustedes pidan a recepción.

Pues el guapo y estupendo gerente del hotel fantasmagórico tiene que atender a los huéspedes y sobre todo lidiar con la directora, que es de aúpa. Un espíritu condenado por sus acciones pasadas a sacar adelante el hotel desde hace muuuuchos siglos. Se ha sudado la camiseta, y a estas alturas se ha vuelto cínica, tirana, despilfarradora y abusona (y a temporadas, enviciada con el juego). De hecho, da mucho más miedito que sus huéspedes. Por el camino de la agonía lo lleva al pobre, que se las ve y se las desea para que le salgan las cuentas a final de mes. Que creíais, que un hotel fantasma no tiene gastos ni paga impuestos… estáis muy equivocados. Y la directora, en cuanto puede olfatear un negocio satisfaciendo deseos de los fantasmas y previo pago, pilla el dinero y se compra un coche. O una joya, O… Comparado con eso, el estirado barman, la suave gobernanta de pisos, el chisgarabís recepcionista y la novia fantasmal del recepcionista son pan comido.

Lo que me llama la atención es que muchos espectadores están encantados con los resultados (“gorgeous visuals”, dicen), y yo me pregunto si están viendo la tele con las gafas de sol puestas. Enfins… lo mismo con el vestuario de la protagonista, que se supone es fantástico y para mi gusto es fachóstico. Muchos son modelitos petarderos, de choni con pasta. Con lo que es la moda coreana, señor señor… Yo que se, la gente es rara…Pero si hasta en uno de los episodios en que aparece en la época Joseon lleva un Hanbok que parece la muñeca repollo…

En otro episodio, la referencia a The Crowned Clow (incluyendo el Sueño de Amor de Litz que se usó en el saeguk) es directa. Menuda guasa, porque en la serie “original” (blink, blink, guiño, guiño) el actor principal era príncipe y mendigo. A ratos se pasan de frenada con el sentimentalismo o intentando crear tensión, como sobre la supuesta muerte del protagonista: chorrea cursilería. Pero vamos, el mensaje general es que el poder destructor del odio es esterilizador y suicida. Venga, te lo compro

En los papeles principales tenemos a IU, (cantante, compositora y actriz), que sobre todo saca álbumes y trabaja en shows de tv. Yeo Jin Goo estuvo fantástico buscando respuestas del pasado, sufrió un montón peleando por Joseon y nos enamoró totalmente con esa voz grave y oscura haciendo de atormentado detective. La chica de las orejas de soplillo es Kang Mi-Na, que la hemos visto sirviendo cafés y enredando con el soju de contrabando (se prodiga poco, lo suyo es el k-pop). Sanchez, Sanchez… o sea Cho Hyun-Chul … Uy, el desertor que se voló la tapa de los sesos…ah, y el tipo de los seguros…La gobernanta (Bae Hae-Sun) y el barman (Shin Jung-Keun) han currado en muuuuchas producciones

Os vais a divertir reconociendo caras en papeles cortitos y como invitados: el mal actor que está rodando el drama histórico (Lee Yi-Kyung) es el criado del Inspector Secreto real; el Angel de la Muerte taxista (Kang Hong-Suk) estaba en el negocio de la venta de inmuebles; el director que se jubila (Jeong Dong-Hwan) estuvo metido en una secta, fue cura benévolo, pateó despachos de abogados… ¿y David Lee? Este actor debe dormir toda las noches envuelto en papelitos con exorcismos, porque lo mismo ha cazado fantasmas en la versión coreana que ha sido perseguido por sectarios y demonios, y aquí hace de amigo del protagonista… con esa carita de niño bueno… Anda, sale Lee Joon Gi haciendo un cameo-parodia… si si, este era el vampiro estudioso…

En resumen: que lo podéis disfrutar a gusto. No toméis muy en cuenta los pequeños patinazos, y si hace falta, cerráis los ojos cuando se pasan de colorines y escenarios pretendidamente glamourosos. Ay, esa dirección de arte…

Uno de los «casos» de la serie está basado en la práctica de los «matrimonios de fantasmas» (ghost wedding). En estas bodas, uno o los dos implicados están muertos. No me acuerdo si ya he comentado el tema en el blog… Bueno, aunque repitamos tema cultural y folklórico no creo que me tireis nada a la cabeza. Esto de los matrimonios desiguales (en distinto plano de la existencia) al principio me parecía que era una tradición china, sobre todo taoísta, pero buscando por ahí he visto que en muchos países del entorno tambien habia, y no sólo en las colonias chinas (¿apropiación cultural?). En China se le llama  Mínghūn (冥婚, «matrimonio de espíritus»), y una poderosa razón es que en China se cree que una persona que fallece soltera va a convertirse en un espíritu solitario y triste. Así que, para evitar que vuelva a dar la lata a sus parientes, se le apaña una pareja y se organiza un bodorrio. El o los fallecidos son representados por muñecos o retratos, o ponen sus restos en bonitas cajas y tarros, y se paga generosamente a un sacerdote taoísta para que oficie. El origen puede rastrearse hasta el 1500 a.C., y aunque en origen sólo lo hacían los muy ricos, poco a poco todo el mundo adoptó el uso si podía pagarlo. Hombre, si casaban a dos solteros era un win-win: tu chica, la pobre que tenia poliomelitis y murió siendo una niña, con mi hijo mayor, que era un simplón y se cayó de un tejado cazando la luna. Total, no se van a dar guerra el uno al otro, y se quedarán contentos. Así podrá casarse el segundo, que aqui hasta que no se casa el primogénito no puede hacerlo el siguiente. Tan alta es la demanda de «huesos de soltera» (con las políticas chinas de natalidad, la proporción de mujeres en la población es mucho menor) que hay bandas dedicadas a saquear cementerios y a apiolar candidatas que aun están vivas y coleando. Es que hay dinero abundante en medio, y si hay dinero, hay explotadores. En zonas con gran presencia de solteros trabajando en sitios peligrosos (por ejemplo, minas), cuando fallece una soltera, hay auténticas batallas de subastas entre familias para conseguir los restos de chicas matrimoniales. Tampoco hay leyes que prohiban estos matrimonios, o la venta de los huesitos (bueno, lo de cargarse a la candidata, eso no es legal)

Vale, casar difuntos es entendible (tampoco es que los interesados puedan oponerse), pero lo de matrimoniar estados distintos… ¿que gana el vivo casándose con un muerto?. Pues si ya estaban prometidos y hasta con papeles hechos (y si te descuidas, niño esperando la pista de salida en la barriga de mamá madre soltera), legalizar a la descendencia. Si no, al menos regularizar una situación que habia dejado a la mujer en tierra de nadie, ya que no podía ni vivir en casa de los futuros suegros ni volver a la suya. Ademas la mujer ganará una línea patrimonial (el derecho a tener una tablilla funeraria). En el siglo XIX, las hijas de los comerciantes de seda ganaban una evidente libertad, ya que no tenian que aguantar a sus propias familias y su esposo les daba poca guerra. Sus «suegros» ganaban una nuera que serviría a la familia y se ocuparía de ellos (encima, mantendría el celibato el resto de su vida, o sea como una tía solterona en casa). Un marido vivo tiene menos ventajas, pero aun así se podía asegurar la unión de las familias implicadas (negocios, negocios…) y entroncar en la familia de la mujer si esta es poderosa, porque evidentemente agradecerán con jugosos beneficios el «sacrificio». Total, para un hombre tampoco es imprescindible la monogamia, y puede casarse con más esposas vivas (y, estas si, inscritas en el registro civil)

Lo dicho, que esto no pasa solo en China continental. En Taiwan, si una soltera fallece, su familia dejará paquetes rojos con dinero, mechones de su pelo y recortes de sus uñas en la calle, y esperará a que un hombre se agache a recogerlo. El primero que lo coja, lo enganchan para novio, y ojito con negarse que va a tener negra suerte el resto de su vida (moraleja: si vais por alli ni se os ocurra recoger paquetes por la calle). Total luego no ponen trabas a que se case con una viva, pero la muertita va a ser siempre la «primer esposa».

En la India, se casan mujeres con espíritus mas o menos revoltosos o con árboles (bueno, allí se casan con cosas muy raras), así que total hacer un pretha kalyanam (matrimonio de fantasmas) tampoco se va mucho de lo anterior. En Japón tambien se dan casos en Okinawa. En Corea del Sur, es la secta Moon la que se dedica a casar muertos y vivos, y se han dado casos de necrogamia en Estados Unidos, Francia, Alemania…

Si os entra la curiosidad, podéis pillaros este documental: Maria Yoon, una artista coreana-americana de primera generación que se ha dedicado a la perfomance (mi abuela diría teatro) con el personaje de María, la Novia Coreana, y se ha casado ya con 50 fantasmas. No deben de ser celosos sus maridos