
Bossam: Steal the fate (Bossam – Stealing Destiny, Bossam — Roubar o Destino, Bossam: Stealing Destiny , Bossam: Stealing Fate): Menos mal que ha bajado el termómetro, se puede dormir (DORMIRRRRRRRRR) y los ordenadores ya no resoplan cual ballenas asfixiadas. Todavía hace buen tiempo, disfrutamos la molicie y para celebrarlo nos vamos a meter entre pecho y espalda un saeguk. Si, esos k-dramas de época de todos los gusto y presupuestos. 20 episodios para corretear entre cortes corrompidas, palacios coloridos, pueblos pintorescos, enredos amorosos, guapos sabrosones, aventuras a montones y mucha guardarropía brillante. Los guiones se retuercen y salpican con elementos de fantasía o directamente fantásticos, aunque intentan mantener una mano sujeta en la barandilla de la historia. Sacad la bolsa de chuches orientales y patatas fritas de sabores imposibles, que vamos a divertirnos

Entre los encargos que acepta para poder poner un cuenco de arroz en la mesa, incluye el practicar el bossam: una costumbre de la época, basada en que las viudas no podían volver a casarse (pero los viudos si, cabronesssss) y eran condenadas a quedar en tierra de nadie, una carga para la familia política en la que se había casado y rechazada en su propia familia por estorbo. Una solución cómoda era encargar el rapto de la pobre viuda: un hombre sin pareja paga a los “especialistas” y estos se ocupan de saltar la tapia y traerle a la mujer. El problema empieza cuando el protagonista se equivoca de tapia y secuestra a la viuda que no es: una dama de la nobleza a la que casaron con quien ella no quería, no pudo catar ni la noche de bodas y es como un jarrón chino en un miniapartamento de Ikea (estorba, no encaja, pero es muy valioso y no puedes retirarlo). Es lo que tiene ser princesa, que eres una pieza en el juego y tan esclava de las fuerzas políticas como las esclavas de la cocina, haz esto, haz lo otro, no sonrías, no corras, no te diviertas y sobre todo no te enamores

A lo largo de los capítulos, el protagonista (que esconde una alta cuna con las patas serradas por las intrigas palaciegas) va reptando poco a poco para recuperar lo que le corresponde. Lo mismo se desloma descargando barcos que accede al examen de oficial. La dama raptada no es melindrosa, y asume su función en la extraña “familia” que organizan para pasar desapercibidos (entre otras cosas, porque su familia política estaría encantada de hacerla desaparecer en algún agujero bien profundo, y ella no está por la labor).



Repaso al elenco. Jung Il-Woo nos enganchó haciendo de Pimpinela Escarlata joseana, y aquí tiene arte y salero poniendo cara de agobiado. Hombre rico, hombre pobre, que ayer hizo de señorito vengador. Kwon Yuri, popera reciclada, es la princesa virago (y a mucha honra) con la cual ya coincidió en la del señorito. Shin Hyun-Soo es un guapo con mala suerte, que no teníamos visto (con un CV mediano de largo, no hemos tenido el gusto). Shin Dong-Mi, la buena acompañante, tiene más CV pero chico… tampoco…). En cambio Lee Joon-Hyuk… madre mía, este señor ha currado en montones de producciones, y hemos visto muchas: un juez del Inframundo, un poli en la oleada de zombies, un encargado supervisor del infierno, un usuario del metro, un fiel mayordomo con el kimchibatman… hoy es bueno, mañana malo, pero si está en una producción, os divertirá.

Y en esta serie, todo va fenomenal (excelente fotografía, buena ambientación, acción, giros de guión…) hasta llegar al tercio final. Por culpa de un guión que se desparrama e intenta sacar mas la manga que el brazo, empieza a meter escenas y conflictos absurdos, y bufffffff que igual estaba pensado para los 16 capítulos habituales, y a la mitad tuvieron que alargarlo con el mismo presupuesto, otro guionista y recortando donde se podía. Enfin, los buenos oficios de los actores y las imágenes aguantan el desastre

Evidentemente, toca hablar de la práctica del bossam. El maldito confucianismo es misógino hasta el disparate. Para que luego nos vengan a contar a las mujeres chorradas sobre “las espirituales culturas orientales”. Y un cuerno, oigan, Oriente ha maltratado a las mujeres aun peor que Occidente, y Confucio y sus discípulos han sido de los peores. Las viudas se quedaban en el limbo a merced de las decisiones de sus suegros, cuñados e hijos, los enchufados del patriarcado berroqueño que evidentemente apoyaban hasta el final. Lástima de un ejército de Lisístratas que les enderezaran los lomos. Ahora los descendientes se avergüenzan de las prácticas de los antepasados, y si pueden esconden los testimonios, así que series como esta son bastante “escandalosas”. Viudas muchas veces malcasadas obligadas a seguir siendo devotas de sus fallecidos maridos, que en vida podían divorciarse, recasarse, tener concubinas, irse de pilinguis o ponerle unos cuernos a su santa como los de un toro Watusi.


El nombre viene de un platillo originado durante la época Goryeo, en el cual un trozo de carne de cerdo es cocinado (generalmente al vapor), aliñado con salsas y pastas varias y envuelto en una hoja de lechuga, perilla o lo que tengamos a mano. En época Joseon (mitad y finales), el término pasó a nominar el rapto de alguien (la viuda estorbosa) envolviéndolo en un saco. La versión “suave” afirma que los bossam era de mutuo acuerdo entre la pareja, o al menos entre las familias del raptor y la raptada. No digo yo que no hubiera parejas de amantes que recurrirían a la fórmula para evitarse tabúes sociales, pero también habría muchos raptos en los cuales las mujeres (otra vez) eran sujetos pasivos de los negocietes familiares (por ejemplo, conseguir una esposa que cuidara al discapacitado de la nueva casa) y crímenes sexuales (te rapto, te machaco una temporada y a otra cosa, mariposa).

Curiosamente, el bossam original no se practicaba sobre mujeres, sino sobre hombres. Cuando la hija de un noble iba a un chamán, astrólogo o adivino y este veía “dos maridos” en su futuro, se raptaba discretamente a un hombre de otro pueblo y la doncella dejaba de serlo en una noche que acababa con el raptado perdiendo (literalmente) la cabeza. Me acaba de hacer un pantallazo mental la imagen de una mantis religiosa ñam ñam…. Sobre el tema, hay un k-drama (otro seoguk) más flojo que el que hoy comentamos, y que no tiene más mérito que el de tratar el tema y despertar nuestra curiosidad (por eso no lo he comentado). Se llama Missing Crown Prince («El Príncipe Heredero ha desaparecido»), y buffffff

Que ojito porque según escarbo en noticias aquí y allá, esto se siguió practicando hasta hace poco tiempo. Las mujeres de clase media y baja, viudas y solteronas, alquilarían viudos y solteros para casarse con ellos (mira, como las app de citas, para no quedarse solteras y solas en la vida), pero también practicarían el bossam original con los estudiantes (Bachelor bossam) que acudían a Seúl para hacer el examen del servicio civil (llamado Gwageo durante la época Goryeo y Joseon) , y hasta hay quien renunció al mismo porque algún vidente les aseguró que serían raptados en ese viaje, y seguramente asesinados para que se mantuvieran convenientemente calladitos. También habría picaresca y estafas, también… Estos raptos debieron ser bastante habituales hasta los años 70, y algunas celebridades ancianas ajustaron sus estados civiles con este método (según se dice)

