
Ransom (Bargain): Hemos aprovechado este finde de buen tiempo de un noviembre descolocado (o despistante) y claro, el lunes toca hace el trabajo del viernes y el sábado. Despues de una serie mas dulce que el chantilly, metemos carne cruda a lo bestiajo. Si, si, supervivencia en medio de un mar de bajeza y egoísmo suicida. Remake de un corto surcoreano de 2015 «Bargain.»

Ajustado nuevo precio (de saldo), el tipo se mete en la ducha y ¡choprecha! Resulta que el mercado no era de virgos mas o menos enteros, sino de tráfico de órganos, y la mercancía son… los mondongos del vicioso. Todo el hotel es un lugar de subastas, y en menos que tarda la moza (que en realidad es un cebo para cretinos) en pintarse el morro, los esbirros han colocado al gorrinete en un aspa y le han pintado los órganos en puja con un rotulador. Los postores empiezan a ofrecer (me pido la córnea derecha, me pido los pulmones…), y la no-tan-virgen moza dirige la subasta con profesionalidad, esperando a que se dé por vendido el puerco para que el equipo médico chino que aguarda comience el desguace y reparta las piezas en las neveras de los compradores. Problema: el gorrino en matanza es poli. Mierda. Mierda, mierda, mierda. El jefe de los gangsters se lo piensa y decide que, a estas alturas, mejor seguir el procedimiento, ya verán qué hacer luego con la carcasa
De pronto…

Y todo salta por los aires. Gangsters, médicos, postores y gorrino salen por patas. El hotel se convierte en un laberinto derrumbado. Hay que escapar de la ruina, pero no es nada fácil. El egoísmo y la avaricia de los personajes alcanzan el delirio. Hay quien quiere continuar la subasta en medio de paredes que se derrumban, otros huir, y algunos (como el poli gorrino y la subastadora) encontrar el cofre del tesoro para seguir su vida en mejores condiciones: un alijo de viales de morfina y la caja fuerte con millones de dólares del jefe de la red de tráfico de órganos. Todo el hotel se convierte en un videojuego de plataformas con asesinos sueltos por todos los niveles. Los personajes mienten a lo grande, hacen alianzas momentáneas y se traicionan sin remilgos. Seguimos al poliguarro o a la subastadora alternativamente cuando se separan, y aunque sabemos que no son buena gente (de hecho, son unos bichos de cuidados) es lo menos malo de lo que ronda los pasillos. Vale, son miserables, tramposos y mezquinos, pero nos hacen gracia en su avidez. Otros personajes con los que se topan son muchísimo peores. Bueno, pequeña excepción con el tipo que está pujando por el riñón para su padre (“kidney kid” lo llama algún comentarista por ahí), totalmente de traca, que acaba arrimándose a estos dos supervivientes con la promesa de recibir un riñón del poli si salen de esta. Que nos hace sospechar si, en realidad, no habrán caído en el infierno y el pesado del riñón se ha convertido en zombie, porque sobrevive a golpes, tiros y puñaladas, y lo dan por agonizante varias veces.

Todos los capítulos están rodados en un único plano-secuencia: Un tour de force de equipo técnico y actores, sin espacio para el error o el titubeo. En algún momento hacen empalmes para mover la cámara (p.e. saliendo y entrando del montacargas) pero aun así nos quedamos pillados pensando cómo se ha movido la cámara (y el cámara) en espacios tan cortos. Evidentemente, la planificación de cada plano y cada movimiento es crítico, y ha necesitado mucho trabajo de producción antes de dar claqueta. Las ópticas cortas (casi ojo de pez) aque obliga el espacio reducido y las deformaciones que producen en la imagen son parte de la historia, reforzando la idea de videojuego con los personajes correteando como muñequitos a un ritmo frenético. Otro punto llamativo es el actor Jin Sun-Kyu, que aceptó rodar toda la película en unos llamativos calzoncillos paqueteros rojos, pilla unas botas de goma y una gabardina solo a partir del segundo episodio y en general nos demuestra que el tipo está muy contento con su cuerpo y no tiene reparos en enseñarlo. ¿Qué si nos suena? Pues claro: fue padre del acupuntor, cazó zombies, rebuscó en la oscuridad, fue monje budista, tigre espacial, perverso norcoreano… esa nariz chata no tiene pérdida. Eh, que ojo que lo que le va mas es el musical. Jun Jong-Seo acaba de empezar, y Chang Ryul, aunque tiene algo mas de CV (es que lo suyo es el teatro), no lo tenemos visto por aquí. Los tres están fenomenales.

Y cuando llegan a la salida del valle donde estaba el hotel… uuuupssss . En el final de los títulos de crédito, se ve a los supervivientes atravesando un bosque en llamas. Y atentos a las escenas post-crédito: esto sigue (por cierto, aquí ya no han hecho plano-secuencia, quizás sea un añadido y no había tiempo para plantear un rodaje tan complicado)

Ya hemos comentado que eso de andar secuestrando gente así, al tuntún, y robándole los órganos, es algo bastante inutil. Por una cuestión técnica: si secuestras a una persona al azar, no sabes nada de su estado sanitario (¿sufre cámcer?¿alguna enfermedad crónica?¿ está en un estado de salud aceptable?¿le hiciron ya lgun transplante en su día?) o la compatibilidad con el receptor (¿que grupo sanguíneo tiene?¿ha desarrollado incompatibilidad histológica?). los órganos recolectados no se pueden almacenar sine die, y puede que los receptores que puedas localizar no sean compatibles. Un desastre, vaya. Por eso en países como Iran, donde es legal comprar y vender órganos, compador y recpetor contactan con anticipación y se realizan todas las pruebas necesarias. En China se sabe que el gobierno tiene como donantes a los presos condenados a muerte, y en estos casos es fácil vigilarlos, corregirles la dieta, optimizar su estado de salud y ofrecer en plan catálogo sus mondongos a los compradores extranjeros… los coreanos, por ejemplo. Creo que tambien exportan a los hospitales coreanos, donde un hígado nuevo te puede salir desde 50.000 dólares y un riñón, 81.000. O te operas en China, y que te falsifiquen los papeles. El problema principal es encontrar los donantes. Que no sabéis qué lujo de programa de transplantes tenemos en España. Todos podemos ser receptores… pero todos podemos ser donantes. Vale, normalmente se pide permiso, pero legalmente, el camino general está pavimentado


Angustiosa y trepidante
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