
El Castillo Ambulante (Howl’s Moving Castle, El increíble castillo vagabundo): “A ver, mediopomelo mío, que no puede ser que a estas alturas aún tengas en la cuenta de «Pendientes» esta película de Studios Ghibli. Si te quedaste boquiabierto con nuestra princesa salvaje, te gustará ver esta fábula deliciosa”. Con estos argumentos convencí a mi señor consorte de la conveniencia, que digo, la necesidad imperiosa de continuar con la filmografía de Hayao Miyazaki. Así que en un finde semana lluvioso y desapacible, nos instalamos con la merienda delante de la pantalla y debajo de la mantita. Otra vez la magia, otra vez la belleza en estado puro, otra vez los guiones contundentes, la profundidad atemporal con imágenes aparentemente infantiles. Pero que mas me dá a mi que la película sea del 2004, si no ha envejecido un pelo. Otra historia con el tema del Crecimiento Personal, el Viaje del Héroe y la Purificación que dejaría babeando a Propp si resucitara y quisiera ponerse al día con sus teorías

Hay quienes, adictos al papel de fumar en la aprehensión, acusan a esta película de ser mas infantil que la dedicada a la lobuna princesa. Eso no se puede decir si has visto las escenas de bombardeos.Y es que Miyazaki, impresionado por las imágenes de los bombardeos de Irak (seguramente, harían resonancia en su cabeza con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki) se lanzó a pecho descubierto para hacer un filme antibelicista. Ya sabía el, y lo aceptaba, que su película sería mal recibida en Estados Unidos. Que como el que vale, vale, y el que no hace películas como el que pone bigudíes, el resto de películas “adaptadas la sensibilidad del público” de aquel año han quedado en el olvido, y esta joya brilla casi veinte años mas tarde. Junto con La Tumba de las Luciérnagas (otro anime de Studios Ghibli, dirigida por Isao Takahata), dos faros de luz deslumbrantes a la entrada del Templo de la Paz (por cierto, esta segunda película no la comentaré porque, cada vez que recuerdo alguna de sus escenas, me entra una angustia y unas lloreras tremebundas, así que ni hablar de revisarla, ya cogí bastante choto en su día)

El argumento de partida es el mismo: en una ciudad de un país de cuento (mira que les gusta a los japoneses fantasear con variaciones de pueblos y ciudades de aspecto centroeuropeo y románticas ambientaciones siglo XIX) la muchacha protagonista, Sophie la sombrerera, que ya se daba por condenada a la vida inane, es hechizada por una bruja y se convierte en una anciana de noventa años. Hala, de la primavera de la vida a la pelleja final sin pasar por el resto de las estaciones. No queda otra que ir a pedir ayuda a Howl, el mago que anda de aquí para allá en su castillo ambulante. Que luego la cosa se complica, y nada es tan directo y nadie es tan malo o tan bueno… Pero pase lo que pase, hay que aguantar, cumplir y seguir adelante, tengas veinte o noventa años. Y creer en ti mismo, y creer en los tuyos, y ayudarse los unos a los otros. Todo el diseño visual está empapado de estética steampunk. La ciudad de Sophia está basada, según afirma el autor, en la ciudad francesa de Colmar, en la región de Alsacia, territorio clave durante la Primera y Segunda Guerras Mundiales, mientras que las zonas montañosas y verdes están inspiradas en los Alpes Lepontinos



Que no os cuento mas para que os dediquéis a buscar la película y, si procede, leer los libros (con el sobrino). Por curiosidad, os diré que en la versión en inglés estuvieron doblando la película Emily Mortimer, Lauren Bacall, Jean Simmons, Christian Bale, Blythe Danner, Josh Hutcherson y Billy Crystal. Bien por ellos

Despues de la guerra y, sobre todo, el doble pepinazo atómico, la versión oficial es que Japón se llenó de un espíritu pacifista y abandonó los delirios de rutas imperiales. Que comprobar el desperdicido de jóvenes vidas y el riesgo de una escalada bélica había abierto los ojos de la fanática ciudadanía. Hace unos años, antes de la pandemia, nos contaban que Japón habia sido rescatado de los venenosos prensamientos expansionistas y belicistas que habían asentado sus bases en la mezcla de nacionalismo y código bushido exaltado. Pues debe ser que sólo estaban catando el freno y disimulando, con una paciencia muy oriental, porque en cuatro días se les ha despertado un ardor guerrero que el ufano Occidente creía apagado. Nada como la sensación de que China no es un buen vecino. que al mofletes norcoreano el día menos pensado se le cruzan los cables, que el Sur puede arder por una cosa o por otra, que Rusia sigue estando demasido cerca… y, sobre todo, que confiar en que Estados Unidos, con unos rugientes movimientos de America First, vaya a echar una mano si pasa algo, es hacerse un bonito sepukku por tontos. Fíate y no corras…

Entretenida un rato, aunque a veces uno se pierde en la historia pero visualmente es efectiva y es polisémica como no podía ser menos en un ghibli
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