Suena el teléfono, y ya te han estafado

On the line (Voice ; Boiseu; Estafa Telefónica): Tenía otras producciones preparadas para escribir sobre ellas, pero vimos esta película el otro día y, por su interés social, he decidido hacerle un hueco YA. Porque, francamente, no es una gran película de esas que te quedas ojiplático y con la boca abierta durante hora y media, ni te hace entrar en síndrome de abstinencia cuando acaba el último capítulo, pero visto lo visto de cómo está el patio, es absolutamente , AB-SO-LU-TA-MEN-TE, necesaria para aprender cómo defendernos ante la enorme tormenta de crímenes telefónicos que está sacudiendo el mundo mundial. Ya no es algo que les ocurre a los americanos, o a los japoneses, o a los venusianos; no, no, es que está pasando en nuestros teléfonos y nuestros e-mails. Pica nuestro primo, pica nuestra hermana, picamos nosotros y hasta el cuñado cuñadista que dice que se las sabe todas (pero eso si, si no es muy grave se calla y niega haber sido engañado). O sea, id tomando notas y ponedlas al lado del teléfono o pegadas a la puerta de casa para protegeros, al menos intentadlo

Pues oye, que empieza con un edificio en construcción, y los paletas subiendo y bajando. No es una gran constructora ni el edificio tan enorme, pero si lo bastante grande para que un tipo extraño a la obra entre camuflado de currito con casco y una bolsa, y se instale en un rincón discreto. Aprovechando lo que parece un fortuito accidente (y sospechamos ha sido preparado), el tipo ha sacado un trasto de esos de espías y ha bloqueado todos los móviles de los trabajadores, y en ese vacío aprovechan los cómplices para llamar a la mujer de uno de ellos y hacerse pasar por abogado. Que tu marido ha sido acusado de homicidio imprudente, estamos en comisaría, hazme una transferencia urgente de dinero para una provisión de fondos. La mujer, desesperada y asustada, manda el dinero (todos sus ahorros, porque con los datos de la transferencia ha mandado también su información bancaria a una página “vampiro”) a la cuenta que le facilita el estafador (¡ay de la banca online y su supuesta “comodidad” para los usuarios!), que rápidamente avisa a sus cómplices para que vayan a los cajeros y saquen todo el efectivo de la cuenta de la mujer. Para cuando la infeliz reacciona y va a su banco, la han dejado con una mano adelante y otra detrás.

No es el único crimen de los estafadores (que no se porqué los llaman así, cuando realmente son crímenes de robo con engaño). A la constructora, con la excusa de un seguro mejor, la han dejado limpia. Ni nóminas ni nada, y encima tienen los listados con los datos personales y bancarios de los empleados. Así que un montón de gente se encuentra pelada, la empresa reventada (y el dueño, suicidado del disgusto), la mujer en el hospital por culpa de un coche, y el protagonista desesperado. Así que, puesto que es un expolicía y sigue teniendo contactos, desempolva la agenda y empieza a tirar del hilo. Tanto tira, tanto tira, que consigue localizar desde donde se hacen las llamadas: un call center en China. La única manera de seguir es infiltrarse, así que allá que se va haciéndose pasar por un desgraciado sin escrúpulos, mientras va dejando miguitas para que la policía le siga

Primero consiguen los listados de posibles víctimas con sus debilidades (los candidatos a un puesto de trabajo en una empresa, los que se han presentado a unos exámenes, los que tienen una hipoteca con el banco…), estudian a las víctimas y organizan teatrillos para hacerles creer que están al teléfono con su banco, su reclutador, su agente de seguros, Hacienda, la policía… “disfrazan” su número de teléfono y en las pantallas las víctimas leerán “Banco XX”, “112”, “Empresa NN”… lo que hayan decidido ese día que van a usar para engañar. Ojo, que van con guiones preparados, y si las víctimas deciden llamar a la institución original le bloquearán su llamada y se la desviarán a sus números de teléfono. Jodo petaca, te dices, a ver cómo sales de esta. Según ves las peripecias del protagonista en el call center, te das cuenta de que tu (si, tu, el Juan Español o la Juana Española que sobrevive en la vida real) estás indefenso en caso de sufrirlos, y si consigues salir del brete es mas por suerte que por habilidad

Lo dicho, no es una gran película, pero es amena de ver, hay acción, hay docencia y hay calidad técnica. Byun Yo Han (el expoli paleta) funciona muy bien, igual que funcionó en el cuarteto de los patriotas (no te quites las barbitas, cariño, que estás bombón). Kim Moo Yul (el director del tinglado) también nos gusta, ese psicópata animador y controlador tan distinto de su poli agotado. Aquí otra vez haciendo lo que mejor sabe hacer (o sea, robar escenas) tenemos a Jo Jae-Yun, un ganster de medio pelo aquí y ayer parca con sombrero y abanico, currante del metro y un montón de cosas mas.

Que en vez de verla en casa con mantita y bolsa de chuches habría que ponerla en clase de Educación Para la Ciudadanía, y comentarla, y enseñar a los chavales que, aunque en algunas cosa sea un poco inexacta (es difícil que hagan semejante inversión de medios y recursos para estafar a gente del común, y actualmente es imposible sacar tanto dinero de golpe de un cajero automático), es totalmente verista si aplican otros sistemas (transferencias, cargos…) o se dirigen a empresas a las cuales depredar, o simplemente hacen cuadrillas con dos o tres cómplices y te crujen de poco en poco. Todos los días abrimos el periódico y leemos sobre engaños a cual mas sangriento. Vishing, llamadas perdidas raras, paquetes de correo inexistentes, doble llamada para dar el cambiazo, spoofing, falsos premios, falsos cargos de proveedores (el fraude del CEO), falsas multas… Hemos visto noticias sobre supuestos hijos secuestrados, móviles “rotos”, parientes en apuros, amigos con “coches mal aparcados” (“que soy un amigo de tu marido y me ha dicho que te pida el dinero que tengas en casa porque…”), el que llama a tu puerta porque “el jefe de la obra de la comunidad necesita comprar materiales y tienes que adelantar el dinero” (ese bajó las escaleras de tres en tres cuando levanté la sartén que tenia en la mano), los estafadores del amor (al menos los mantenidos lo aceptan claramente), los falsarios de la Cruz Roja o “de tu compañía de la luz/agua/gas» y toda la lista de anzuelos imaginables. Además, no se suelen denunciar porque los afectados tienen mucha vergüenza de reconocerlos, o cuando han ido a la Policía han sido tan maltratados por los uniformados (he sido testigo) que acaban tirando la toalla. Por cierto, no se que habrá sido de aquella pobre mujer que fue a pedir ayuda: un tipo se hacía pasar por el antenista de la comunidad, se plantaba en su casa y le exigía pagos de seiscientos o setecientos euros cada quince días, que la pobre mujercita pagaba sin protestar asustada. Ni caso le hicieron, porque no había pruebas

Enfins, aprendamos de la película, que lo que pasa en Corea igual pasa aquí, y recordad que si te meten prisa, no son trigo limpio, que nunca hay que responder con un “si” o con alguna palabra que contenga esa sílaba (haced como los malos de la peli, preparaos guiones con antelación); ante la duda, negaos a todo; no devolváis llamadas; exigid veros en persona y contratos en papel; ninguna empresa llama para avisaros de subidas de tarifa o problemas en tu ordenador… que no, que no y que no. Y eso de dar los datos bancarios a una voz telefónica, ni aunque jure ser el mismísimo Gobernador del Banco de España o el ministro de Hacienda (a esos, menos aún), o Brad Pitt enamorado de vuestra foto de perfil. Controlad el impulso avaricioso que os haría picar como mojarras en una supuesta herencia (dicen que eso pasa en muchas estafas amorosas), o el corazón desesperado que oye una voz supuestamente de un familiar en apuros. Y cruzad los dedos y rogad a la Virgen del Pilar que os cuide de cruzar vuestras vidas con uno de esos sociópatas, que encima os echarán la culpa a vosotros, porque ellos “sólo están haciendo su trabajo”