Estoy pegada a ti como la hiedra

Rattan (Si Teng): Si la entrada anterior fue un detallito para los amantes del cine de acción, la de esta semana es un caramelo para los que disfrutan de las series con ojos de modista. Que siempre digo lo mismo: la ventaja de las producciones exóticas es que nos permite ver cosas y lugares que nos es difícil o imposible acceder, y todo desde la comodidad de nuestra casa, con la mantita en las piernas y el picoteo a mano. Esta vez, con la excusa de un c-drama de género mestizo: sci-fi (fantasía + ciencia ficción para explicar “racionalmente” algunas cosas), aventuras (una detrás de otra), histórico (hay flashbacks a los años 30 y 40 y a épocas anteriores), subtramas de comedia, romance… bueno, romance poco, afortunadamente (lo digo por mí, que como monotema me aburre soberanamente). Hasta la última parte no empieza el asunto, y tampoco es el motor principal de la historia. Mejor, mejor…

Basada en la novela «Miss Si Teng», de la escritora Wei Yu, una autora que publica en Jinjiang Literature City -jjwxc-, un website en lengua china de publicaciones y serializaciones de novelas online. Tiene departamentos con géneros que incluyen (entre otros muchos de ficción) romance, ficción histórica, wuxia (fantasía de espadachines), fantasía sin espadachines, danmei (literatura homoerótica masculina para regocijo de las lectoras femeninas, esto les ha costado más de un encontronazo con la censura), fanfiction y traducciones desde otros idiomas. Según que trabajos, puedes leerlos gratis en parte o en su totalidad.

Para contarlo así, en dos trazos gruesos, la historia se basa en las aventuras de una entidad extraterrestre, un ficus alienígena, que hace miles de años cayó en nuestro planeta, y se las apañó para adaptarse, mutar y hasta en algunos casos hibridarse con los humanos que ya nos rascábamos el culo por aquí. Estos son lo que en la serie se denominan “clan Yi”, y como buenos supervivientes han desarrollado una mala leche impresionante. Con sus poderes cuasimilagrosos, han sobrevivido a las perrerías que les han ocurrido durante siglos, porque evidentemente seres tan extraordinarios solo podían ser catalogados de demonios, y algunos pueblos colaboraban con ellos, pero otros les declararon la guerra y trabajaban para su exterminio. Como la secta Xuan, que no tiene mas objetivo que la destrucción de los xenoficus

Que no sé a qué viene llamarlo “rattan”, que es una pequeña palmera de la cual se hacen muchísimos muebles, alfombras etc cuando lo que sale en las imágenes es una enredadera o trepadora con lianas que harían feliz a Tarzán si le diera por pasarse por la selva de la llanura tibetana

En este cuadro (que vas entendiendo poco a poco, y a veces te meten un chorretón de explicación para adelantar), aparece un infeliz caballero (Zhang Vin, actor de c-dramas y sobre todo cantante)  que andaba de turismo por la zona. Víctima de un asalto, es abandonado moribundo en medio de un bosque. ¡Oh sorpresa!, tanto monte para caerse y va y sangra justo, justito donde está enterrada una planta de esas, que se reactiva y encarna en una dama guapísima, poderosísima y tiranísima (Jing Tian, no es mala actriz y aquí hace pinitos), que entre el genio endemoniado, la desesperación por sobrevivir en esta segunda oportunidad y la evidencia de que ni conoce el mundo actual ni puede confiar en unas memorias fragmentadas, declara botín de guerra al resucitado caballero, del cual se aprovecha sin cortarse un pelo (o una rama). El tipo además de guapetón tiene pasta gansa, contactos y un buen carácter que le calificaría para la santidad, y aguanta el abuso. Tampoco es que pueda hacer mucho: su vida es un préstamo que depende del poder del xenoficus, y en cuanto se aleja un poco de la dama empieza a reconvertirse en el cadáver que realmente es. Lo intenta una vez, y la experiencia es terrible. Hala, a aguantar a la castigadora. El elegante diseñador acaba siendo un jardinero fiel, y al final, pero sólo al final, hasta acaban enamorados… poco les dura la alegría porque entonces…

Otra de las xenoficus paseando ropa de estilo neofolk y el escritor-investigador en ropa de campo. Como es un artista, puede permitirse ir vestido como un pastor de yaks

No es el único humano al cual esclaviza sin piedad la maga vegetal: un infeliz con un hijo a su cargo que pertenece a la secta cazaYis también es puesto a su servicio. Y a partir de este planteamiento se suceden las aventuras y episodios: tenérselas con la secta, huir de los enemigos y descubrir a los encubiertos, luchar con otro xenoficus (¡pelea de zorras!), luchar con unos criminales, otra lucha de zorras (esta vez con un desdoblamiento de la dama), investigar el pasado, adaptarse al presente… entretenidos están, desde luego. Otra cosa es que nosotros como espectadores nos enteremos de la trama. En mi caso, tuve la mala suerte de pillar a versión con unos subtítulos chungos, y me despistaba bastante. Se juguetea con los equívocos y las extrañas relaciones entre los personajes (¿Son parientes? ¿Existe en el fondo un complejo de Edipo oculto que obliga a la mansedumbre del protagonista? -Y ojo que no lo digo yo sino el colega pringadillo-) pero al final te das cuenta de que todos ellos estaban conectados de alguna manera desde siglos antes, y que varios que parecían “humanos normales y molientes” no lo son tanto.

Y entre sus muchos poderes deben estar los de la invisibilidad por lo visto, porque eso de que vayan por la calle con espadas místicas o tengan peleas terribles y nadie se cosque…

El humor está sobre todo en las simplicidades del Sancho Panza chino, los choques de la adaptación del xenoficus y al final hasta un poco de guasa con el crossdressing de un personaje secundario…

El viaje en el tren “popular”: un baño de realidad para que aprenda a apreciar los esfuerzos del rico esclavizado

Hay un primer final en el episodio 27 que no convenció al productor, y alargaron en tres episodios más el asunto para apaciguar al público (que muy poco sutilmente es tachada de “infantil” en una escena, con el escritor contando la historia a un grupo de niños pequeños que protestan enérgicamente ante el triste final). Bueno, venga, os conozco y os hago un apaño… pues ni aun así apaciguaron a los televidentes, y tuvieron que rodar un episodio extra (el 31) para subirlo a YouTube y dejar que todo acabara bien. Una estrategia muy de estos tiempos lo de ofrecer material extra en Internet para completar o desarrollar la historia principal

Lo de meter estampas costumbristas es muy interesante. Como echar un ojo a los reportajes de la NatGeo pero con aventuras. Efectivamente, esos son yaks
Seamos sinceros, entre hospedarse en un frío hotel de tipo occidental y probar una de estas instalaciones… yo tambien me apuntaría a un alojamiento donde en recepción tienen sopa caliente a tu disposición para templarte cuando entras a pedir una habitación

Entonces, si el guión es complejo y lleno de incoherencias, los efectos especiales patéticos, la resolución cinematográfica de la última parte desastrosa y los actores (excepto los principales) tan flojitos… ¿Por qué la recomiendo? Pues para empezar, porque la parte turística es fantástica, así de claro. La serie está rodada en Yunnan, una región montañosa en las estribaciones del Himalaya, y está claro, clarísimo, que el gobierno local y la cámara de comercio ha dado todo tipo de facilidades y apoyos a la productora para que nos regalen los ojos, salivemos con la cocina local reflejada, apreciemos las bellezas locales y nos entren unas ganas tremendas de ir de turismo a la zona, para alojarnos en los hoteles con encanto (ayyyyy esas habitaciones de estilo tibetano y esos apartamentos con pérgolas y esas casas de estilo tradicional), corretear por las calles y visitar torres y lagos y caminitos del bosque y… El personal de localizaciones está claro que ha echado los bofes buscando maravillas, y el director de fotografía ha currado lo suyo.

Detallitos de cultura china que son tan breves que no saturan y dejan buen sabor de boca.

Otra razón (y de ahí lo de los ojos de modista) es el vestuario. Excepcional en el caso de una serie china, que normalmente los visten tan cutres que parece que han sacado el vestuario de la tienda de pingos de mi calle. Algunos personajes llevan trajes Tang (la versión modernizada de la ropa tradicional); otros, versiones de ropa étnica; otros, ropa “casual moderna” (sencilla pero con buen aspecto y calidad); el protagonista luce ropa de corte estiloso (se supone que es un diseñador de alto nivel y aun mas alto nivel de vida) y la protagonista… ah, ¡aquí el de vestuario ha triunfado! Excepto en algún momento puntual, ella luce maravillosos modelitos, qipaos clásicos y modernos, que dan ganas de ir parando las imágenes e ir copiando variantes y detalles. Buenas telas, buenos cortes, de una manera, de otra, amplios, ajustados, con mangas, sin mangas, con capita, sin ella, con manto, sin manto…

Imagen: Alamy.com

Pues eso, desfile de modelos de qipao (mandarín), tambien llamados cheongsam en cantonés. Dentro de la ropa femenina de corte clásico, es la que se asocia actualmente con la cultura china «moderna»: vestidos mas o menos ajustados con elementos manchues y occidentales y telas de seda bordados o brocados. Los primeros vestidos que se identificaron como antecesores a principios del siglo XVII eran de cortes amplios y sueltos, muy holgados, que cubrían todas las formas del cuerpo y solo dejana sin cubrir la cabeza, las manos y los pies. El modelo que hoy se denomina así aparece en los años 20 en Shangai, y simbolizaba la aparición de la mujer china de la nueva era, liberada de sus papeles tradicionales. Aun conservaba mangas largas y formas poco ajustadas, pero ya marcaba un camino. Para 1929, ya se habia declarado el vestido nacional de la República de China, y en la década de los 50 se populariza en el resto del mundo, mostrándose como un sugerente y sensual exotismo. Al reves que China continental: en 1949, tras la revolución, el cheongsam se prohibió tras acusaciones de representar a «la burguesía».

Imagen: newhanfu.com

En los años 60, parecía que solo lo usaban marujas empedernidas, y para los años 70 el declive era tan marcado que se identificaba con madamas de orientales establecimientos y malvadas perversas en películas de James Bond. Afortunadamente, en algunos casos el eterno retorno ha permitido rescatar esta moda del desván, y no sólo ha reaparecido en película ambientadas en los años 20, sino que en los años 80 con la reevaluación de la cultura tradicional, se volvió a permitir en China continental y actualmente hay muchos diseñadores reelaborando los conceptos originales

La iluminación de esta escena nocturna es efectiva pero muy irreal. No podemos ver claramente dónde están esos focos que iluminan a los tres actores y rellenan el patio, evitando zonas de luces quemadas en la puerta del fondo y la mesa (bueno, si, un poquito en los brazos del sillón de la mujer y la plantita de la mesita). Imposible que el resplandor que apreciamos en las lámparas del fondo (dos luces en el techo) den para el contraluz. Pero claro, los patrocinadores mandan, y hay que mostrar ese espacio tran delicioso como sea. Posiblemente, colocaron unos buenos focos en las barandillas del primer piso, y reflectores en todas partes. La composición circular es obligada: tres personajes alrededor de una mesa que se miran entre sí y el cuarto lado ocupado por la enorme pecera de cerámica blanca, tan luminosa. Hasta el jersey del protagonista armoniza en la gama de verdes de la imagen. Los otros dos personajes pueden llevar ropa oscura, ya que se destacarán sobre fondos mas claros. Mejor no elevar al anciano en la silla de rattan para evitar que la cabeza se solape con las luces amarillas del fondo

Publicado por directoraymas

Apasionada por la fotografía. Mas de 40 años viendo cine de todo tipo y últimamente decidida a hacer sus incursiones en el asunto. Viajera siempre que puede, pudo y podrá. En la mesa lo mismo puede haber una tortilla de patatas que un wok de verduras o una selección de mezzes... Con semejantes antecedentes, solo podía organizar un blog ecléctico entre la curiosidad y el desparpajo

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3 comentarios

  1. Y supongo que la comida estará prohibido la ensalada y todo tipo de verduras y hortalizas, por lo del canibalismo vegetal,digo.

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  2. Las series chinas osn infumables pero me las pongo como quien pone la radio mientras trabaja, de acompañamiento. Pero las ambientadas en los años 20 me chiflan los vestidos y peinados femeninos, todos en shangai, que no debia haber otra ciudad en China, pero como lucen moda.

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