
Quizás os sorprenda que suba dos entradas seguidas de “culturilla general” en vez de alternar con críticas de series o películas. Bueno, es que la escribiente que estas páginas rellena gusta de estar al día, y mismamente andamos revueltos con la dichosa viruela del mono, que si es pandemia, que si es brote, que si vacunamos, que si nos duchamos en lejía… Así que, recordando que la viruela del mono comparte muchas características con el resto de virus del género Orthopoxvirus (que incluye el variola virus y el vaccinia virus) y que estas cosas ya pasaron antes en tierras de ultramar y han aparecido en a-dramas, haremos un ameno repasito al temita, aunque nos limitaremos a las zonas de Extremo Oriente. No os rasquéis, que es peor

Parece que el consenso mayoritario ha determinado que la viruela se originó en Africa, ya que los restos más antiguos se han hallado en momias egipcias datadas del siglo III a.C (no me extraña, es lo que tiene anda subiendo y bajando por el Nilo y entrando en el corazón de la Oscuridad en busca de madera de acacia, marfil, esclavos, animales vivos y lo que pillaran). Como en cualquier camino, lo que viaja hacia un lado también puede viajar en sentido contrario, y a través de la Ruta de la Seda (en su origen, el Camino de Horus) la enfermedad viajó a lomos de caballerías, camellos y aplastadores de alpargatas para cruzar los altos del Pamir, tocar el Subcontinente Indio en el siglo I d.C, y hacer un primer debut en China en el siglo IV d.C. A medida que aumenta el tráfico durante el siglo VI d.C., también aumentan los casos y los brotes por las sucesivas reintroducciones, y la enfermedad llega hasta la Península de Corea en el siglo V-VI d.C, desde donde alcanzó Japón a cargo de un pescador de Dazaifu que se contagió en Corea y al volver a su pueblo como paciente 0 extendió el contagio a toda la isla, (en evidente demostración de la pirámide de Fibonacci epidemiológica) y un tercio de la población acabó falleciendo

En China, los Manchúes sufrieron numerosas epidemias de viruela durante sus guerras de conquista, cuando invadieron y dominaron China en la primera mitad del XVII. Eran más vulnerables que los chinos porque procedían de regiones donde su propagación había sido mucho menor (es decir la población local ya había adquirido inmunidad de rebaño a base de pasarlo mal y morirse a puñados, pero los supervivientes estaban blindados).

En Corea se han encontrado descripciones bastante claras de la enfermedad en textos del periodo Goryeo (918-1392), que afectaron a todo quisque, desde las chozas hasta los palacios, y que se atribuían a Hogu Mama, el dios de la viruela. La enfermedad en sí se denominaba Duchang, Sonnim (“huésped”), y Mama (“Alteza”). Para aplacarla (ms que combatirla, ya que se consideraba que la deidad estaba “de invitada forzosa” en el cuerpo del enfermo), se rezaba, se tomaban remedios de hierbas y se cruzaban los dedos, y era mejor tratarla con amabilidad. Esta actitud estaba en parte fuertemente arraigada en el chamanismo coreano en genel (con los demonios no se lucha, se negocia), y en parte en la historia natural de la enfermedad, con sus comportamientos “caprichosos” alternando entre la letalidad y la relativa benignidad. En esos momentos no se podía distinguir entre las distintas variantes (v. major y minor, otras enfermedades similares…), y los tenía muy despistados. Durante el periodo Joseon (1392- 1897) la viruela fue una de las epidemias más terribles en Corea, dejando al paso de las oleadas miles de muertos y zonas en grave hambruna por la falta de mano de obra para recolectar, sembrar, cuidar del ganado… durante su enfermedad. Para superarla, la sociedad de Joseon adoptaba medidas no siempre efectivas, como rituales oficiales, tratamientos médicos según la MTC (Medicina Tradicional Coreana) y remedios populares a cual más curioso. De indudable interés es estudiar las medidas sociales que se lanzaron para paliar las consecuencias en la población (como el auxilio social de los huérfanos), aplicadas por el rey Seonjong de finales del s XVIII

En Japón también se consideraba que el causante de tanto desastre era un agente sobrenatural, pero en este caso, de divino, nada: un demonio u Onryō (fantasma vengativo) era el culpable, y sólo por su peligrosa iracundia intentaban hacerlo “por las buenas”. Para “invitarle a largarse”, se utilizaba el color rojo (al cual los fantasmas le tienen miedo) y perros (en imagen o ladrando en el patio, también odiados por los fantasmas). En Okinawa se vestía al paciente con ropas rojas, y un bailarín ejecutaba la “danza del león” con la música del sanshin, mientras se apaciguaba al espíritu malévolo con flores e incienso. (NOTA: a mi eso de poner luces rojas en la habitación y cubrir todas las lámparas con telas rojas… como me suenaaaaaaaa… aunque la explicación que daba mi abuela era que “así salían antes los granos del sarampión fuera y pasabas la crisis, si se quedaban dentro te morías, y además la luz roja es menos molesta para los ojos, que están irritados durante las enfermedades de la infancia”. Que de vueltas da la vida)

La medida más eficaz y menos agresiva (visto lo visto) fue la VARIOLIZACION. Consiste en la administración de material contaminado con virus de viruela (más o menos atenuado) a un paciente sano, en la esperanza de que el inoculado pueda sufrir una versión leve de la enfermedad y quede protegido para el resto de su vida. Se ha querido datar en los inicios del siglo XI d.C. las primeras prácticas de inoculación, situándolas con gran probabilidad entre China y la India, donde una leyenda dice que “el secreto de la variolización fue transmitido por un taoísta inmortal del Monte Omei (sudoeste de China)”; algunos historiadores creen que esa apelación legendaria forma parte del deseo por parte de los primeros inoculadores de legitimar su práctica como algo ancestral y con impregnación mitológica. Es más cierto que a lo largo del siglo XVI, fuera practicada inicialmente por el médico chino Nie Jiuwu de la provincia de Jiangxi y, ya de forma más generalizada, se encuentra documentada en diversas fuentes chinas durante el XVII El conocimiento del método se transmitió a los pueblos del entorno del Asia menor. Aunque fue un avance, su impacto epidemiológico sobre la enfermedad es muy difícil de determinar. Seguía siendo un método arriesgado, que podía acabar con el paciente gravemente enfermo o muriendo (vale, en menor proporción que con la V Major) y que a veces fallaba como una escopeta de feria (por ejemplo, el inóculo se había estropeado, o no era el patógeno que se creía, se transmitían otras enfermedades sin querer…) llegando a provocar un brote de lo mismo que se quería evitar

Como bien sabemos, el conocimiento sobre el remedio viajó otra vez por la Ruta de la Seda (me río yo de las “autopistas del conocimiento”) de vuelta a Occidente, y tras vicisitudes varias llegó a Inglaterra, donde el médico E. Jenner desarrolla la VACUNACION, utilizando el virus de la viruela de las vacas, pariente de menos agresividad que sin embargo era capaz de ofrecer protección ante el susodicho. Otra vez de vuelta a la carretera, y el procedimiento desarrollado en tierra de extranjeros es administrado en China, Corea y Japón, no sin resistencia. “Cosas de estos extraños, para que obligarnos a pincharnos si con lo nuestro ya tenemos bastante”. En la India hubo un enfrentamiento de perfil mas político que científico, sobre todo cuando las autoridades prohibieron la variolización (inestable y que a veces era la misma causa de explosivos brotes) para imponer la vacunación. En 1876 se introdujo la vacunación en Corea (proyecto abanderado en una épica lucha personal por Ji Seok-yeong, leed sobre el asunto que no tiene desperdicio) no sin dificultades, desconfianza y prejuicios, y los coreanos siguieron poniendo una vela a la vacuna y otra a la chamana incluso después de la ocupación japonesa. En China, Los escépticos periféricos también hicieron oídos sordos a las proclamas de los sucesivos gobiernos de “variolización no, vacuna si”, y alargaron el asunto hasta 1965, a pesar de que la técnica de la vacunación había sido introducida en el año 1806. En Japón fue introducida en 1879 por Sok-Yong Chi, un educador que estaba muy interesado en la ciencia médica moderna

Lo sorprendente es que, teniendo semejante circunstancia para sacarle punta, los guionistas de esos países no hayan exprimido mas la historia. En Japón solo he encontrado Smallpox Tale (1975), un film en 16 mm de Terayama Shuji y que debe ser de las de “Arte y Espasmo”. De la parte china solo he encontrado The Viral Factor, que tampoco es china, china… porque es del cine de acción de Hong Kong, y el mcguffing es un vial con el virus danzando entre secuestros, traiciones, tiros y persecuciones. En Corea si le han dedicado algo más de atención: es la enfermedad “oficial” del rey en Kingdom (una excusa como otra cualquiera para tenerlo a buen recaudo), y la miasma sufrida por el Príncipe Gyeongwon en Jewel in the Palace (culebrón histórico del año 2003 que aún colea en la memoria de los espectadores coreanos). Donde más atención le han dedicado (por cierto, muy bien representada) es en la comedia histórica de Rookie Historian Goo Hae-ryung, a la cual le dediqué una de mis primeras entradas en este blog (ya perdonaréis el desmañado post, pero estaba empezando). Un k-drama que sin ser de las grandes producciones se ve con agrado y cariño

Para saber mas: dos textos que he saqueado para redactar esta entrada. Se leen con gusto y aprovechamiento
Historia de las pandemias (II): La viruela japonesa y la peste negra. E. J. Rodríguez. Jotdown.es
La introducción de la variolización en Europa. Dr. José Tuells. Vacunas.org
Me pica todo el cuerpo
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