Cogito ergo Sum (póngame cuatro raciones)

Doctor Brain (Mister Robin; Alfa Romeo, Alpha Romeo): Estamos ya en tiempo de Adviento, y tenemos metida la niebla hasta la cocina. Justo nos viene localizar la tienda o el supermercado para hacer acopio de comida y bebida (mucha, mucha comida, y botellas de líquidos espiritosos que compramos convencidos de que este año, si, vamos a ponerles copazos a todos), y nos rascamos la cabeza a ver que vamos a ver en la tele estas navidades, que parece que seguimos en tiempo de aislamiento. Bueno, pues yo he pensado que, además de tener ya la despensa y la nevera repletas, bien está si os dejo algo ligero para el caso de que os cante la gallina covidiana y os castiguen cara a la pared unos días en casa. Os ponéis el copazo de crema de whisky o la jarra de cerveza Porter especial, la mantita por las piernas, y os zampáis este mini k-drama entre trocito y trocito de turrón mientras rumiáis que en el fondo ha sido una suerte poder eludir la cena de empresa, la comida con la familia política y cargar con los niños en el Belén de la plaza y la cabalgata de Reyes. Seis episodios, visto y no visto. Además, la han doblado al español, y podéis evitaros los subtítulos (yo la he visto. ahem ahem, en esas bahías corsarias donde timoneo, pero creo que la tiene en catálogo alguna plataforma). Hala, un poquito de sci-fi mezclada con policiaco, toque familiar y acción para animar las fiestas

La serie está basada en un webtoon, que quien se lo leyó antes ya sabía por dónde irían las vueltas y revueltas del guión. Como yo no quiero destriparos la historia, no voy a hacer muchos spoilers.

El resumen es ya de por si prometedor: un neuroinvestigador ha desarrollado una máquina capaz de sincronizar cerebros. Como el que conecta varios dispositivos entre si y vuelca archivos y datos entre ambos. O sea, cojo el cable del Wire Fire, conecto el miniPC y el portátil en el que he estado escribiendo, y en el ordenador me aparece un icono con el disco duro del portátil, del que puedo copiar las carpetas y trabajarlas con el software de la minitorre. Ah, pues bien, si se lo curra un añito mas lo puede hacer directamente por bluetooth entre los dos cerebros y literalmente leer el pensamiento del conectado. Que digo yo… ¿Podrá funcionar a la inversa, siendo bidireccional la lectura? ¿Se dará cuenta la mente “copiada” del proceso? ¿se podrían imponer carpetas en el cerebro supeditado, de modo que se le endosen pensamientos y recuerdos, datos y sentimientos de forma externa? De hecho, los “falsos recuerdos” son un proceso normal en un cerebro sano, bien por la reelaboración de sucesos pasados en un nuevo relato coherente, bien por la actuación dirigida y voluntaria de una persona externa. Según las circunstancias, este fenómeno puede ser inofensivo o incluso beneficioso, o un desastre absoluto, llegando a crear recuerdos en el receptor de agresiones y violencias que nunca existieron, pero que el sufre como reales. Mal rollito, claro

En el caso de esta serie, como el investigador se conecta con los cerebros de gente recién muerta, pues no le hace falta poner circuitos de no retorno. En realidad, el aspira no sólo a recuperar los pensamientos de los fallecidos, sino a poder leer la mente de vivos que son incapaces de comunicarse (comatosos, con síndrome de enclaustramiento, con graves discapacidades…).

Lamentablemente, al principio los vivos, por alguna razón, son complicados de sintonizar, así que le pone los cascos a los fiambres de los que pude echar mano. Maniobra arriesgada, pero el tiene una particularidad que le protege de los sustos. Y es que el protagonista tiene un cerebro anormal (dicho sin ánimo peyorativo), con una estructura inusitada que le impide tener sentimientos, o al menos con una disociación en situaciones emocionales. El tipo es superinteligente, pero ni siente ni padece. Crítica de la razón pura. Así que cuando “pincha” el cerebro de un supuesto accidente de tráfico que en realidad ha sido asesinado, no queda arrasado por las últimas emociones de la víctima, sino que se limita a recuperar los indicios y percepciones que le ayuden a investigar. Ah, pues no está mal. Muy útil si eres un policía que está investigado un crimen. Lo bueno, bueno de verdad, es cuando en el volcado de mentes te llevas todo el lote, incluida la autoconsciencia del muerto, que empieza a funcionar en tu cabeza como una subrutina que al principio no sabe que ha pasado a ser algo así como un fantasma. Una vuelta de tuerca del concepto de Gosth in the Machine que tanto juego le dio a Descartes. Fantasma realquilado que, bajo ciertas circunstancias, es capaz de ponerse al mando del cuerpo que lo aloja. Como una relectura del trastorno de identidad disociativo (antes conocido como trastorno de personalidad múltiple) pero con el “dueño original del cuerpo” percibiendo que el fantasma está actuando como una especie de controlador del subconsciente, y le deja hacer. Vale, guay, están lloviendo balas, y tu, Pitagorín de laboratorio, estas desbordado: deja que el detective te salve el culo, que de estas situaciones tiene más experiencia

Lo más sci-fi es el nivel de vida de un investigador puro. Ni de coña. Y lo que hay en el sótano… venga ya, si un investigador médico pudiera tener este casoplón y este equipamiento con su sueldo, los pobres científicos españoles estarían fletando pateras de juncos para entrar a Corea del Sur a trabajar, aunque fuera limpiando jaulas de ratas blancas

Aun así, a la serie le perdonamos los disparates, como eso de la visión nocturna y saltar como un gato tras descargarte la memoria de un michino atropellado… que te has descargado el software, pero el hardware es el que es. Sin tapetum lucidum y sin los músculos de un felino, por mucho que te hayas enchufado al bicho, no vas a pasar de un súbito gusto por las latitas de wiskas o el impulso de refrotarte con la teniente Cho cuando se relaje y empiece a practicar con el violonchelo (ah, calla, que eso era en Corea del Norte). Lo de bufarle a la doctora de la clínica infantil si que lo has aprendido, si, que bien le has olido que antes fue secretaria-perro

Alguna cosa buena le dejan instalado en el HD cerebral los fantasmas mentales… la capacidad de sentir emociones y empatía, por ejemplo. Que a su difunta la tenia aborrecida con su sequedad. Lo que no se es cómo se casó y fabricaron un niño. Quizás, como aquel filósofo del chascarrillo, hizo una lista de pros y contras y al coreano le salió a cuenta (al europeo no, pero rompió la lista porque la dama le tenía encandilado y sin boda, no había alcoba)

No sabemos cómo va a lidiar en el futuro con tanta gente que ahora comparte espacio. Debería comprar memoria externa o ampliar su CPU… Ya puestos, que se ponga a régimen de revueltos de sesos o en salsa (receta china, que estos también aprovechan del cerdo hasta los andares)

Qué raro es ver una iluminación en tonos magenta. pero se agradece y es un buen contraste entre los tonos azulados tirando a aguamarina de los entornos entre soñados y recordados, y los frios fluorescentes de las zonas clínicas. La policía se va al otro extremo de las paletas y nos recuerdan que ellos ven el mundo «con otro filtro»

Venga, a lo técnico, que se nos llevan por los cerros de Taebaek nuestros particulares pensamientos autónomos… Lee Sun Kyun como el protagonista neuromante nos ha gustado, pasando de ser una sota impasible a alguien mas normalizado en su expresión. Y encima conoce España, que en 2010 le dieron un premio en el Festival de Cine de las Palmas y le debió sabe a gloria por ser el primero como actor. Haber trabajado en Parásitos también le ha dado fama y reconocimiento, pero seguro que no es lo mismo. El resto de actores del elenco también tiene un excelente CV, algunos currando sobre todo en películas (como Park Hee Soon -el detective digamos “virtual”-, o Lee Yoo Young -la esposa “de cuerpo presente y alma ausente”-) y otros haciendo mayormente k-dramas (Seo Ji Hye, -la teniente berroqueña- o Lee Jae Won, -el otro tipo de bata blanca-), y aquí sacan adelante sus personajes sin problemas. De la parte técnica cinematográfica ni un pero, excelente realización como suele ser habitual en las producciones coreanas, con sus etalonajes en azul y naranja para la vida real (orange teal mas o menos subido de tono), sus tonos mas «de foto vieja» para escena selectas y sus lucecitas verde celadón y sus fluorescentes para las escenas de “tecnología” (aunque eso de hacer un análisis comparativo de ADN con un microscopio nos ha llegado al alma), ademas de unos colorines hipersaturados «te has fumado los microchips en el porro» de una escena del capítulo final (ya la vereis, ya… si no os quedais sin ojos). Buen montaje, buena BSO, muchos escenarios… ¿para que quieres mas?

Aprendiendo a hacer una RCP en el estadio. Si señor, todos al ritmo, cantad conmigo: Staying alive, staying alive, ah, ah, ah, ah…

Evidentemente, tenemos que hacer una suspensión de nuestro espíritu crítico-chinche para poder disfrutar del guión. El planteamiento de leer el cerebro de los comatosos no está mal (de hecho, ya hay algunos experimentos, aunque muy primitivos, por mucho que algunos hagan titulares exageradísimos), pero la idea de poder leer los cerebros de los muertos ya choca con un problema básico: sería como como intentar oír el programa de radio con el aparato apagado. Incluso si aceptamos que el cerebro puede seguir funcionando tras el paro cardiaco durante unos segundos o a lo máximo 10 minutos (aunque muy limitado, digamos que está “cerrando habitaciones”), es imposible que tras varias horas en la fría morgue podamos volver a enchufarlas. Un tema que bien conocen los que se dedican a las Urgencias. Una vez rebasados los cuatro minutos de falta de flujo sanguíneo (que aporta oxígeno a las neuronas), las neuronas entran en crisis y se produce muerte cerebral; aunque se aplique reanimación cardiopulmonar a los pacientes y se conecten a una máquina, no hay nada que hacer. Así que por si acaso, ante la duda, aprovechad los 4 minutos de la “ventana de oro” para llamar al 061, aplicad RCP y no paréis hasta que vengan los chicos de la ambulancia y sigan dando fuelle, que nunca se sabe si estáis aguantando el hilo de la cometa de la vida de una persona

Pero no copiéis este vídeo de una pornorresucitación, que es una chapuza. Para echar unas risas con los disparates
Nuestra toma va a moverse desde la izquierda hacia la derecha, centrándose en el personaje del detective, al que vemos desde una cámara subjetiva en la posición del protagonista (que va a pasar por delante escoltado por dos matones matonísimos). Una composición que me recuerda muchas fotos de las imágenes de Cartier-Bresson o: personaje enfocado, líneas de fuga dibujadas con la filas de ladrillos, las letras y la colocación de los figurantes borrosos y sin volumen. Todo lo que no es el detective está desenfocado y juega a la monocromía en azuletes, con toques en naranja suaves para animar el asunto. La luz sobre la chaqueta de cuero (naranja oscuro) y sobre el pelo y la mano, que saca brillos (aportando volumen) y se complementa con la luz que ilumina la mitad de la cara. Las sombras se dejan sin rellenar para aumentar el dramatismo. Me dicen que es una imagen de cine negro de los 40 (la pose cerrada y chulesca, la mirada desafiante, la chaqueta de cuero de un socio coreano de Germán Areta) y me lo creo perfectamente

Publicado por directoraymas

Apasionada por la fotografía. Mas de 40 años viendo cine de todo tipo y últimamente decidida a hacer sus incursiones en el asunto. Viajera siempre que puede, pudo y podrá. En la mesa lo mismo puede haber una tortilla de patatas que un wok de verduras o una selección de mezzes... Con semejantes antecedentes, solo podía organizar un blog ecléctico entre la curiosidad y el desparpajo

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1 comentario

  1. Y yo q no recordaba de q me sonaba la Dra /secretaria/perro. Gracias por tu Sapiencia. Porcierto, la trainer zombi esta muy bien con las mangas rojas, si no la has visto.
    Y hablando de esta me gusto bastante, y la Uci q tenía montada en el sótano e trajo muchos recuerdos, usan los mismos monitores y tros aparatos q tenían donde yo estaba, q pequeño es el mundo 😊

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