
Cowboys manchúes (1917) Imagen: wisconsinhistory.org
A Manchuria le han puesto muchos nombres. En un estudio inglés de 1932, Hubert Hessell Tiltman se refería a esa región como “el reñidero de gallos de Asia, donde el drama nunca acaba”. Pues, sí, en esta tierra de frontera y desesperación se vive, se sobrevive y se muere al límite. Las líneas en un mapa, borrándose y volviéndose a escribir, no parecen tener tanta importancia cuando estás cabalgando y disparando, sea huyendo, sea persiguiendo, cruzando llanuras descarnadas, yahooooooo!!!!. Igual que ese Salvaje Oeste de las películas clásicas. Es que si, es verdad, la película y la serie que hoy comento es talmente una traducción coreana de las “peli de indios y vaqueros” que nos hacían sudar durante los veranos en la merienda (de pan y chocolate, o pan y chorizo), infancia con tantas cosas por descubrir. Igual que los coreanos descubrieron el género en los años 60, cuando entraron en masa las películas americanas y a los espectadores se les hicieron chiribitas los ojos entre ataques de los indios, duelos al sol, caravanas de colonos, ganaderos contra agricultores, peleas en el saloon y todos los tiros piññññaoooooo piññññaaaaooooo.


La gracia de los Kimchi Western (el nombre se lo inventó el director y guionista Kim Jee-Woon, cachis, llego tarde) es ver cómo las películas, aunque metidas en un género concreto, hacen crossover con otros géneros, y cosiendo mangas y capirotes, y colchas de patchwork con apuntes de aquí y allá (tiempo y espacio), además de los abundantes atrezzos anacrónicos, el uso de burro en vez de caballos, pipas en vez de cigarrillos, vino de arroz en vez de whisky… En general, el género tenia muy mala fama por violencia excesiva, producto cutre y considerado un entretenimiento de serie Z. Hacia los 70, las producciones extranjeras ya no eran tan novedosas, y el público se hartó de guiones clónicos y de baja calidad, así que este género empezó a desaparecer de las productoras

The Good, the Bad, the Weird: Con lo cual, decididamente, esta película, que en su presentación en Occidente se vendió como algo original y novedoso, para los espectadores coreanos era un revival de las películas que habían devorado sus padres y abuelos en cines de perra chica. La historia original es (¡otra vez!) un calco de El Bueno, el Feo y el Malo, aliñada con un desmadre visual y exagerado que tanto nos divierte de las producciones coreanas. Hasta el título daba pistas para que diéramos por hecho que era un homenaje al spaghetti western con Clint Eastwood.

El guión es pura excusa para el despiporre: tres forajidos que en los años 40 recorren Manchuria buscando el mapa de un Tesoro, sus rivalidades y su huida de los bandidos chinos y el ejército japonés, que les pisan los talones y la cabeza si les alcanzan.


Cuchillos, dinamita, opio, putas de salón, motocicletas, bandidos (muchos), asaltos al tren, paisajes grandiosos, cabalgadas, ametralladoras, whisky… que no nos falte de nada. La fotografía y la cinematografía es excelente, el montaje trepidante y la guasa, estrepitosa. Para los que hemos visto el cine del oeste clásico, podéis dedicaros a ir localizando referencias y fuentes.



Como se nos está alargando mucho esta entrada, voy a dejar la serie para la segunda parte.

Hoy me limitaré a explicar porqué salen tantos coreanos en Manchuria: y es que, históricamente, la parte nororiental china se considera el origen de Corea. En el siglo I dC, esta área fue el centro del Reino de Goguryeo, llegando incluso algunos nacionalistas coreanos a reclamarla repetidamente como parte de la actual Corea. Sin embargo, el grupo étnico coreano actual es mayormente descendiente de los granjeros que migraron desde el Norte de Corea (entonces Joseon) en la década de 1880, huyendo del hambre, y tras la ocupación japonesa de 1910, huyendo de los japoneses, años en los cuales los movimientos de independencia se organizaron en la zona. El momento álgido de dichos exilios se produjo después del fracaso del Movimiento de Primero de Mayo, y en 1920 el número de coreanos en la zona superaba los 457,400. Dejo aparte a los sufridos agricultores y pequeños artesanos, y los que aquí andan pateando las colinas manchúes son es pequeño porcentaje de inadaptados que aprovecharon la tierra sin ley para hacer de las suyas. Igual que el Salvaje Oeste, cambiando los indios por los bandidos y el ejercito de Estados Unidos por el japonés

Los Honghuzi (literalmente, los ‘Barba Roja’) eran ladrones armados chinos que operaban en las áreas fronterizas más orientales de Rusia y China Russia-China durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX. Sus actividades se extendían por el Sureste de Siberia, el Lejano Este de Rusia y la zona de Manchuria. Los inmigrantes coreanos les llamaban Ma-jeok, y grupos de estos bandidos fueron reclutados como guerrillas por el Ejército Imperial japonés durante la guerra Ruso -Japonesa de 1904-1905 para formar unidades de sabotaje. Estos bandidos organizados en bandas que podían ser entre dos elementos o cientos de individuos, se dedicaban a los atracos como un trabajo estacional de Otoño e Invierno (gastando sus botines en las ciudades en alcohol, mujeres y drogas, sobre todo opio), y con el buen tiempo volvían a sus campos y trabajos. Cuando entran los japoneses y reorganizan las estructuras agrarias (mayormente, con una colectivización a lo salvaje y expropiando a los paisanos chinos en favor de coreanos y japoneses emigrados), los emanciados curritos vieron en el bandidaje una fuente de ingresos extra

Los japoneses, bajo pretexto de pacificar la región y proteger a los campesinos, primero invadió la zona y luego, cuando empezaron a sufrir ataques en sus ferrocarriles, la emprendió contra los bandidos en campañas de “limpieza y desinfección” que tuvieron un resultado regulinchi. Mimetizados con el entorno, con fuerte apoyo local, con gran conocimiento de su geografía y nada que perder, los Honghuzi siguieron machacando a todo el que se ponía a tiro, y en 1937 fueron reclutados como patrullas del Batallón de Defensa para luchar con las tropas revolucionarias chinas contra los japoneses. Así que estos asilvestrados son bastante anacrónicos… pero si, muy vistosos (por cierto… ¿reconocéis al bandido de la melenaza?)

me lo pasé muy bien viéndola la verdad. Ahora además conozco la parte historica. Se agradece 😘
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Actualización: la del Sukiyaki ese con Tarantino es malisima y horripilante. Es que no da ni para hacer unas risas. No aguantamos ni media hora. Pésimos actores, guión infumable, fotografía chunga, etalonaje arrancaojos… y las escenas son un copypaste de pelis clásicas. Mis ojosssss, mis ojossssss
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