
The Trunk (Trunk , Teureongkeu , Pour seul bagage, Una Maleta): Los que soléis leer estas críticas descacharradas, debéis estar convencidos de que mi mente se ha quedado en el 73, con Bow y T-Rex. Al menos, emocionalmente, porque sobre todo me dedico a películas de fantasía, rom-com, aventuras… Pues hala, ahora voy a contradeciros de manera contundente. Y para eso, vamos a meternos en una serie breve (sólo 8 episodios, eso para un k-drama no es nada) de corte dramático. Romántica… pues también, que el romanticismo original basado en el movimiento Sturm und Drang (“tempestad y empuje”) no es un jardín de rosas. Hay mucho de dolor, sufrimiento, relaciones complicadas, lágrimas y putaditas en la mezcla. O sea, como la vida misma y esta miniserie. Que intenta darle toquecitos de misterio o de novela negra con ese cadáver a remojo y la maleta que va y viene, pero no esperéis nada mágico o milagroso en este cuento feroz

Venga, al lío, que tengo el asado al horno… Empieza la historia con un madurito inmaduro y dependiente, un productor musical con muuuucho dinerito, que sigue colgado de su ex. Tan harta está ella de su patético comportamiento, mendigando volver, que le ha buscado una esposa por catálogo. Resulta que existe una empresa “discreta” que lleva el temita de las agencias matrimoniales un paso mas allá, y por un módico precio puedes contratar los servicios de un empleado (o una empleada) que ejercerá de cónyuge sin rechistar: limpiará tu casa, gestionará tus asuntos hogareños, hará tus comidas, limpiará y plegará tu ropa, calentará tu lecho y lo que necesites. Vamos, una cómoda rutina donde el cliente controla lo que quiere de su laburante. Eso es lo que la ex ha pagado para que tenga al protagonista cuidado, cual chacha sin uniforme y con acceso carnal. El protagonista acepta porque de su ex, veneno que tu me dieras, veneno que yo tomara

La falsa esposa, elegida con el objetivo final de aumentar el control sobre el protagonista y en un año, acabar el contrato y recoger sedal, al principio es completamente impávida. Una cara de estatua budista, a la que nada parece afectar, ni alegrar, ni molestar. Se mete en casa del productor (un casoplón IM-PEZIONANTE) y hace sus funciones con eficacia…bueno, al principio lo del fornicio, no, que el tipo tiene menos apetito sexual que su ordenador. Entre que está totalmente traumatizado, y que vive totalmente empastillado con las pildoritas mágicas de su ex (que os dije yo… veneno, veneno…), malditas las ganas que tiene de nada.

La falsa esposa es otro personaje que aparenta estar mas allá del Bien y del Mal, pero totalmente hecha añicos por dentro. Sabemos que no es la primera vez que ejerce la función, y que lleva husmeando en su sombra a un acosador violento. Lo ha denunciado, claro, porque el tipo es un sociópata peligroso (de hecho, ya la lió en la empresa de matrimonios temporales y estos consiguieron meterlo en el manicomio unos años, pero lo han soltado), pero la policía le ha dicho que mientras no la ataque físicamente o la mate, ellos no van a hacer nada (pedrada de crítica social sobre la indefensión social de la mujer). De su lado solo está una amiga que ejerce vigilancia como puede sobre el tipo (que va por la vida de simpático confitero para amistar a la gente y luego destrozarla), y que tiene sus propios problemas con el Predictor.

La maleta de la falsa esposa es un apéndice de ese piso al que vuelve una y otra vez, que ni vive ni deja de vivir en el, y que conserva como un museo de otra vida anterior con un novio que resultó tener secretitos complicados y con el que ella no ha resuelto nada.

La ex a su vez se ha alquilado un marido, igual le hicieron una oferta 2×1. Lo cierto es que el tipo es un sumiso de narices (bien le recuerda la señora que ella paga, ella manda), si os gusta el estilo alto y flaco es un larguirucho sabrosón, y a mi me ha resultado el personaje mas agradable de todos. Si, vale, tiene su maletita… pero intenta hacer las cosas bien, varias veces insiste en que el quiere que el matrimonio funcione, y aguanta carros y carretas a la ex, que es maaaaala, maaaaaaala. El mayor misterio de la serie es comprobar cuanto es capaz la tipa de torturar al productor, a que extremos de perversión puede llegar para vengarse de no se sabe que misteriosos agravios. A ver, si tan malo era el tipo, no haberte casado, o haberte divorciado rápidamente, que en la calle no te ibas a quedar. Todas las excusas y razones que exhibe nos suenan a maniobras (orquestales) en la oscuridad, y lo que realmente le da marcha es poder controlar a otra persona hasta la locura. Porque si, porque toda su vida se ha dedicado a eso, a quitarle el aire de los pulmones a todos los que la rodean (lo reconoce ella misma, y hasta presume de ello). Tan malvada como el acosador, pero con faldas. Si esto es el “feminismo” con el cual le han etiquetado en las críticas de su país de origen, aydios, mal vamos.

Uy, te has equivocado de pieza de ajedrez, reinona, pues la otra (la otraaaaaaa) es una persona decente, y hace lo que puede por ayudar al productor. Simplemente, porque es un ser humano dañado, apaleado y destruido por su familia (su padre directamente, su madre indirectamente, su ex aprovechando lo que se encontró). Le ayuda a dormir mejor, le apoya para dejar la pastillería, le da armas para defenderse… lo dice y lo cumple, cuando acabe el contrato el no será el mismo y habrá conseguido ser independiente (masomenos, cito de memoria)

Los actores, pues muy buenos, claro. El primero y principal, Gong Yoo, que hace aquí de frágil alma en pena después de haber sido astronauta y reclutador (y siempre será nuestro goblin). Seguido de la falsa esposa, Seo Hyun Jin, que viene del mundo de los grupos musicales de chicas (y se sacó el título de Musicología entre cantar e interpretar). La bicha venenosa, Jung Yun Ha, salía en la familia perseguida por fantasmas. Hasta Cho I Geon, recién reciclado desde su fase previa de cantante y bailarín, sale adelante en su papel de polla-empujador.

Visualmente muy llamativa, pero porque el casoplón brutalista es muy resultón; eso sí, para vivir, un desastre digno de cierto grupo de harkiteztura satánica, con esa larguísima escalera hacia el piso de arriba, sin ascensor, y ni te cuento cómo debe subir la factura de la calefacción (entre eso y que la dieta vegetariana los ha dejado sin energías, normal que los de la casa parezcan acelgas desnervadas, en contraste con el enérgico acosador).

Efectivamente, la serie es leeeeenta, de atmósfera pesada, como imitación de un cinema qualité que le queda flojo en las costuras. Alguna escenita si que parece mas movidita, pero es la excepción. Dan ganas de pillarlos por el cogote y meterles a todos en el psicólogo, a ver si espabilan, y a la salida ponerles la cuchara en la mano para comer un perolazo de samgyetang (sopa de pollo con ginseng, golpe de remo para el que no se lo acabe todo). No, negociar e intentar amansar a un psicópata/sociópata no es buena idea, lo único que consigues es darle mas tiempo para que te estudie y te encuentre las grietas. No, ser manso con una controladora es meterle gasolina al fuego. No, mantener el corazón congelado no cierra heridas, solo mantiene tu vida en el limbo

“Cuando tus actores favoritos no pueden salvar un guión decepcionante” dice alguna crítica. Totalmente de acuerdo, yo también vi al actor y me puse a verla jurando que pasaría por alto rebufos de estilismo. Pues eso, que os la aconsejo con la boquita pequeña, así no diréis que os vendo una maleta decepcionante. Muchas críticas van dirigidas a que «acaba mal», y ya os digo yo que simplemente no ponen pos-cuela con todos los cabos atados, lo dejan a la imaginación del espectador



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