
Isle of Dogs (Isla de Perros): Algún alma crítica me pregunta porqué en Navidad recomiendo películas de acción y violencia, en vez de elegir temas tradicionales, jinglebé jinglebé. Pues hijo, mas tradicional que ver a Gruber caer del Nakatomi Plaza… Enfín, vamos a hacer la crónica descacharrada de algún asunto familiar y para los nenes… mmmm ah, si, animación stop-motion, eso eso, que a mucha gente todo lo que sea muñequitos y dibujitos les parece apto para los peques (luego, claro, se dan de morros con nuestra princesa y pillan un parraque). Y que mas navideño que el asunto de los cachorritos que se regalan en Navidad, se aguantan un breve periodo y, como el arbolito, acaban abandonados y expulsado de casa porque crecen, molestan, exigen… Decidido, una película que hable de los perros cuando nadie los quiere

Erase que se era la fantástica metrópolis de Megasaki, en la cual una epidemia de gripe canina (enfermedad imaginaria que en la película produce mocos y agresividad) ha sido empleada por los medios como excusa para asustar a los ciudadanos. El alcalde, en un arrebato de autoridad, decide expulsar a TODOS los perros (callejeros, caseros, con raza, sin ella, con síntomas, sin ellos…) a una isla-basurero, donde son abandonados a su suerte. Que sobrevivan con lo que llega de la megápolis en las bolsas de basura, o se devoren entre ellos, da igual, total a quien le importa… Los habitantes de la ciudad, mansamente, entregan a sus mascotas, sin pedir explicaciones de cómo van a vivir los animalitos en un inmenso basurero, quien le aportará comida, quien les hará casetas o refugios, quien les atenderá cuando enfermen o sufran accidentes… nada de todo eso les inquieta a los que ayer achuchaban y besaban a sus fifís y sus totós.

Aunque hay un científico que trabaja incansable para hallar la cura-vacuna, y clama que está a punto de logarlo, a los políticos les interesa mas deshacerse de los animalitos. Venga, puño de hierro, vamos a exhibir contundencia. De hecho el científico estorba, vamos a deshacernos de el y así deja de molestar. Si no dice lo que queremos, le vamos a dar matarile.

Hoy, es otro niño el que se rebela (¡el único!) para que no expulsen a su perro, que no era sólo su mascota sino también el guardaespaldas que su tío (el alcalde canidofóbico) le había regalado cuando quedó huérfano en un accidente. Allá que se va a la isla a recuperar a SU perro, y de paso a conocer a muchos otros que ahí están condenados porque sí, sin más razones.

Las cosas se complican y forman, entre humano y perros, un equipo dedicado a buscar a su perro y principalmente a sobrevivir, porque el alcalde ha lanzado una operación “de rescate” de su pupilo que más parece un plan de “meter debajo de la alfombra la chapuza”. En Megasaki, la única que busca y revuelve y lucha y pregunta y grita es una estudiante americana de intercambio (Tracy), que consigue reunir un grupito de manifestantes para enfrentarse al alcalde
Por si no lo habíais captado, la película es americana, dirigida, producida y escrita por West Anderson, con un equipo que ya había trabajado antes con el director en otras producciones, y se nota, vaya si se nota… está plagada de estereotipos e “iconos culturales” que son las referencias de un público americano de esos que van a las Vegas a ver las Pirámides y creen que las del Cairo son copias. Como que la persona que se opone al alcalde es america, todos los demás tan mansitos. Y lo de conmover al alcalde y las masas con un haiku es directamente una burla, amos hombre… La BSO es de Alexandre Desplat, la Orquesta Sinfónica Toho, el compositor estadounidense David Mansfield, la Orquesta Sauter-Finegan y la banda de pop experimental West Coast Pop, disfrutadla sin complejos. Al doblarla a español se pierde la gracia de los actores que la doblaron en el original, todos ellos grandes figuras.

Muchos comentaristas han intentado sacar La Moraleja (así, con mayúsculas) sobre la intolerancia del diferente bla bla bla… Para mi entendimiento, en realidad es una crítica feroz (y real, MUY real) de lo egoístas que somos los humanos, que en sociedades puritanas y capitalistas (¿está enfermo? Algo habrá hecho para merecerlo. ¿No podemos rentabilizarlo? Al basurero con el) es peor que cualquier gobierno espartano deshaciéndose de los débiles (por cierto, lo del monte Taigeto debió ser un invento de Plutarco), lavándose las manos de los que antes eran sus juguetes, y luego, cuando la marea baja, les vuelven a recibir como si aquí no hubiera pasado nada, ole ole, que majos todos, amor y galletitas. Puagh.

Ojo, Japón se ha convertido desde hace unos años en la única nación donde las mascotas superan a los niños. 20 millones de gatos y perros vs 17 millones de niños de menos de 16 años. Los niños son caros, difíciles de mantener, pueden salir problemáticos, no hay sitio en casa… Es mejor tener un perrito faldero o un gato al que puedes esclavizar, que depende absolutamente de ti, que se aguanta y te espera en casa durante horas… y si te cansas, lo abandonas o eutanasias sin problemas, lo cual no puedes hacer con el hijo que se te ocurrió parir en un arrebato. 14,500 perros y gatos abandonados y eutanasiados en los refugios japoneses en 2021 esconden la verdad detrás de la cacareada “casi inexistencia de animales callejeros”. Claro, porque los apiolan. Muchas mascotas son vistas como “objetos de lujo” con los que juegas a ser papis y mamis, los vistes con kimonos, los llevas a bendecir al templo (y nos reíamos de la gata Vanessa vestida de baturra en la Bendición de San Antón, mecagontó) Me voy a poner un té que me enciendo sola


