
Beyond the Bar (Esquire: Lawyers Dreaming of Becoming Lawyers ; Esquire ; El Sinuoso Camino del Derecho): No estaba yo muy convencida de ver esta serie, pero hija, la ponían tan bien… que si la mejor serie del año, que si oh que buen drama…Animados por el regusto agradable de la anterior con la abogada autista, nos animamos a bajarla (doblada, para que mi medio pomelo la disfrutara) y pseeeeee. Flojita, flojita. Se han gastado los dineros en contratar a la pareja principal y algún actor sólido en plan guinda del pastel, y eso sí, pagar generosamente a los comentaristas en redes. Porque darle sus nueves y sus dieses a esta serie es de risión. A ver, una cochambre no es, está bien filmada, montada y organizada, tiene puntos interesantes, y el guión es correcto. Pues eso, correcto, con la buena técnica a la que nos tienen acostumbrados los coreanos. Y para darle mas “profundidad”, se han dedicado a meterle a modo de aliños unas chorretadas de supuesta filosofía y trascendencia en plan manual de autoayuda o consejo de terapeuta/psicólogo bobochorras. Joer, una cosa es que sepamos que en estos dramas siempre acaban bien los casos, y hasta hacemos la vista gorda al almíbar, pero los discursos moralizantes se nos empachan. Nos hemos vuelto demasiado cínicos, o agrios, o veteranos. Con lo cual, claro, se ven mas destacadas las chapuzas de guión: coletillas con voz en off y moralina explicando lo que no se ha visto, «patas cojas» que evidentemente, si los personajes se hubieran coscado, no habria lugar para la historia… para entreteneros, podeis gruñirle a los personajes por atontados o debatir entre vosotros lo adecuado e inadecuado de los planteamentos éticos o eróticos

Los diversos casos tienen que ver, de una manera u otra, con el amor. Eros, Philia y Agape. Y con el amor mal entendido, y con el mal amor (tóxico o retorcido). De sonido de fondo, las diatribas de una aprendiza de abogada recién aterrizada en un gran despacho con muchos equipos, organizados en ramas variadas del derecho. Con un jefe de equipo de buen rollo y el jefazo, el veterano (y divorciado) coprotagonista, que es quien al principio le toca reconducir o replantear los casos.

Lo dicho, se gastaron el dinero en el elenco de unos actores. Como el jefazo (Lee Jin-Uk), que antes fue un miope bulgasari y hace poco estaba jugando vestido con chándal verde. A la abogada novata (Jung Chae-Yeon) no la teníamos vista, funciona estupendamente. Un CV cortísimo, al contrario que la nueva superjefa (Kim Yeo-Jin), una vez desterrada del bufete y hoy de vuelta con el hacha de desembarco. Ah, si ya la vimos de fiscal corruptísima derrotada por un consigliere, y de reina en una historia, y de madre de una enferma mental que necesitaba tomar el sol… Pues como el fundador de la firma en retirada (Kim Eui-Sung), que lo suyo es ser jefe (con los taxistas, los médicos del helicóptero) o traidor a su patria, o padre alcoholizado… pero dónde no ha trabajado este hombre, por dios…

En la sociedad premoderna, no se podía solicitar el divorcio sin el consentimiento de los padres, y legalmente sólo se reconocían diez causas, todas por petición del marido. A la mujer le daban la patada en el culo y la mandaban a freir espárragos, fuera o no «culpable». Vuelve a tu familia, que yo ya me buscaré otra que friegue. Y si mi familia es importante, total el matrimonio es cosa de linjes, así que te aguantaré si me conviene y te sacaré con la basura si la alianza ya no me interesa. En las décadas de 1920 y 1930, cuando Corea estaba bajo el dominio colonial japonés, la cosa apenas mejoró: se imponía a las mujeres la ideología de la castidad con el fin de garantizar el linaje. En contraste, los hombres podían optar por divorciarse libremente para rehacer sus vidas con sus concubinas. Sin derecho a la custodia de los hijos ni a la división de los bienes, las divorciadas fueron estigmatizadas y empujadas a la pobreza. Luego se supone que algo mejoró, pero antes de 1991, las mujeres no se quedaban con los hijos y no tenían derechos sobre los bienes matrimoniales. Ni pensar en que las divorciadas se volvieran a casar, así que nada de alegres o liberadas

Existen dos tipos de divorcio en Corea, válidos para coreanos y extranjeros casados con coreanos/as: de mutuo acuerdo o judicializado. Además, existe un tercer tipo, el de mediación, que precede siempre al que pasa por juicio. En el primer caso, no hay que alegar nada ni contratar un abogado: presentas dos testigos, entregas un formulario de divorcio amistoso en las oficinas de tu distrito de residencia y en 30 días estás divorciado (tres meses si hay niños por medio), hala, ahí te pudras. En el caso de un divorcio judicializado, aplicado cuando una de las partes no está de acuerdo o está desaparecido, hay primero una mediación para evitar el calentón. Aqui sí hace falta abogado, alegaciones y preparar el dinero, porque no es barato. La corte determina la división de los bienes, el régimen de visitas y la custodia de los niños (si hay) y otros términos, y puedes tardar entre seis meses y un año para llegar a obtenerlo

En Corea, Japón y China existe algo llamado «registro familiar», que es un registro gubernamental de quién está en qué familia, por lo que un niño tiene que pertenecer a una familia, no a dos familias diferentes: es más fácil para el padre/madre volver a casarse, cambiar el apellido del niño y mantener el divorcio en secreto, porque el divorcio se considera una marca negativa. Por eso generalmente el progenitor que no obtiene la custodia desaparece totalmente de la vida de los niños, «spirited away» (si hay custodia compartida/visitas, entonces habrá más rumores y el divorcio puede hacerse público). Antes de 1991, la custodia iba para el padre. La madre no tenía ningún derecho, anda, para que nos hablen de «invisibilización»

En Corea del Norte, el divorcio se considera un «comportamiento anormal», y la familia entera enfrenta el ostracismo cuando no directamente el repudio social. Las familias rotas son clasificadas como «conflictivas» y «poroblemas sociales», inaceptables en el paraíso, y los hijos acaban con graves casos de acoso escolar. Cotrarrevolucionarios que socavan la Gloriosa Revolución. Toda la familia es castigada. Por eso las parejas que se divorcian es porque muy, muy mal estaban y normalmente se aguantan hasta el límite (infidelidades, maltrato, abandono del mutuo apoyo, falta de voluntad para aportar dinero en la economía doméstica…)

