
Podría haber dedicado una entrada a cada una de estas series, pero no, mejor agruparlas, porque muchos de los comentarios pueden hacerse extensivos a ambas. Dos series que disfrutaréis mientras echáis un ojo a la ventana, por si acaso florecen los cerezos y su estallido de color es aún mas breve que la vida de estos guerreros tan mitificados. Con el calor que está haciendo en estas fechas, no me extrañaría nada que en cualquier momento los árboles se lanzaran a una carrera para colorear las aceras de la ciudad y los campos aun negros y resecos.

Pues os programáis un atracón de buenos dibujos y guiones maduros (con o sin caja de bento y vasitos de sake, es vuestra decisión)

Samurai Champloo: y vamos a por la primera, que es también la más antigua. Esta serie, de una sola temporada, se emitió entre 2004 y 2005, y fue el segundo trabajo de Watanabe como director después de Cowboy Bebop. El estilo de animación es muy parecido, con personajes patilargos y pelos alborotados, mucha tinta plana y sombreados resueltos con bloques de color oscuro (que ya os digo, visualmente es fantástico, tanto en el color como en el diseño y la composición).

Los personajes son complejos y poco a poco van mostrando su historia: Mugen, el espadachín más disparatado y anárquico, egocéntrico, pervertido, extrovertido y malo con sus amigos, tiene un estilo de lucha muy personal y basado en la fuerza; Jin, un ronin (samurai sin amo al que servir) mucho mas clásico, disciplinado y reservado, que cultiva la precisión; Fuu, una huérfana camarera de una taberna, glotona cuando puede (aunque la mayor parte del tiempo no encuentra apenas nada que llevarse a la boca) con un corazón amable, gran sentido del deber y una capacidad asombrosa de controlar y llevar de la nariz a los dos personajes anteriores, y que tiene como mascota a Momo-san, una ardilla voladora que lleva oculta en la manga de su kimono

Estos tres inadaptados recorren Japón buscando al Samurai de Olor a Girasoles, los dos hombres obligados por la deuda adquirida con Fuu, que está empeñada en encontrarlo basándose en un nebuloso recuerdo. Por el camino resuelven pleitos, se enfadan, luchan por sus vidas, luchan entre sí…

Mira si es buena serie que, en vez de molestar, somos capaces de disfrutar la mezcla. Hay anacronismos a cascoporro, y esa es gran parte de su gracia, porque uno se pregunta cómo encajan las ideas de esa tribu urbana con el Japón del periodo Edo (años 1603 y 1868 bajo el gobierno de la familia Tokugawa), aproximadamente entre los años 1648 y 1685
Con Barcos Negros del Comandante Perry (1854), el beisbol (s XIX), la Bomba Atómica (1945), el estilo Ukiyo-e y su anunciada entrada en Europa (s XIX), la llegada de Francisco Javier y la introducción del cristianismo (s XVII)… Pues oye, de todo ese batiburrillo han sacado esta joyita, que tuvo su manga paralelo y suavizado

Samurai de Ojos Azules: Pues no, no es un anime strictu sensu, porque es una producción norteamericana y el estudio de animación (Blue Spirit) es francés. Toma ya. Se ambienta en pleno siglo XVII, durante el periodo Edo japonés, y aquí no hay (o se intenta) anacronismos desafiantes. Los occidentales han sido expulsados del país y Japón ha cerrado sus fronteras, pero sus influencias siguen haciendo huecos en el mundo feudal. Algunos de esos europeos se han instalado en las cortes de los señores feudales, y de hecho uno de ellos, el irlandés Abijah Fowler (por cierto, en el original la voz se la pone Kenneth Branagh) tiene su sitio en el Shogunato, contra el que conspira con otros señores para limpiar el forro y sustituir al Shogun del momento por otro más dócil y que acepte volver a abrir Japón al comercio extranjero.

Este tipo (el villano supervillano de esta temporada) es uno de los cuatro extranjeros que violaron a la madre de Mizu, la protagonista, y son sospechosos de ser su padre y haberle dejado en herencia genética los susodichos ojos azules del título (espera… los ojos azules son recesivos en alelos… no deberían salir en el fenotipo…). A la chica desde muy pequeña eso le ha supuesto sufrimientos a montón, porque una mestiza tan fácilmente identificable en un pueblo se lleva todas las tortas, todos los golpes y todos los tormentos que se puedan imaginar. De hecho, ella ha sobrevivido de milagro al incendio de su casa, y tras ser criada por el Maestro Eiji, un forjador de katanas ciego (y aprendido el arte de la espada como autodidacta) parte a tomarse venganza y a matar a los cuatro, mas vale tirar a lo grande.

Muchas críticas destacan la enorme similitud de esta serie con Kill Bill, o sea una mujer con espada matando contrincantes a cascoporro (de hecho, la escena de la entrada al castillo es muy parecida a la de la Novia peleando contra los 88 maniacos). Pero ya que la peli americana a su vez había bebido a chorretes y chorrazos de las películas clásicas de samurais, esto sería cerrar el círculo

Por el camino se le pega (como una lapa) el elemento cómico , el aprendiz de cocinero Ringo (podría llamarse Sam tranquilamente), que a pesar de ser manco y tener dos prótesis-gancho se las arregla estupendamente. Tienen encuentros (mas bien grandes desencuentros) con el espadachín Taigen, que trabaja para la familia de Lord Daichi y está enamorado de su hija Akemi, dulce flor de alma de acero forjado que su propio padre usa como objeto de compraventa.

Cada uno de ellos, caracteres muy interesantes, tiene su propio arco de evolución, y sus historias nos dejarán abducidos, conmovidos y pegados a la pantalla. Que si exagero, dice… hasta a un columnista del Heraldo, que normalmente no se interesa por estas cosas (lo suyo es la referencia social, no la crítica de televisión), le hizo cambiar el paso y dedicarle alabanzas sentidas en su sección.

Como tantos, se debía creer que los dibujos animados modernos era cosas de nenes, con heidis triscando en el monte, robots gigantes y como mucho, colegialas enseñando los pololos. Pues no, esta es una serie muy, muy para adultos, tanto por los temas como por los tratamientos y expresión. Eso no quita para que su imagen sea fantástica (aunque alguno de los episodios tenga regusto a maquinita matamarcianos). Sea por su violencia, sea por su sexo explícito (incluyendo algún detalle de “especialidades de burdel”), agarraos que vienen curvas. Pero las vais a disfrutar como un motero en primavera

Nos dejan en el aire una segunda temporada que no sabemos que puede pasar. ¿Vamos a perder de vista a los personajes que acompañaban a Mizu? ¿Como va a entenderse una espadachina japonesa que no habla inglés en Londres?¿de donde ha sacado el dinero para los pasajes? Hala, pediros otra caja de bento y mas sake y daos el banquetazo

La duda básica es cómo recibieron los japoneses las armas de fuego cuando las llevaron por primera vez los europeos. Pues mira, resulta que los que les enseñaron a hacer PUM fueron… los portugueses. Esos señores de bombachos y gorros divertidos que paseaban con sus criados negros asombrando al pueblo japonés. En 1543, los tipos de la saudade llegan a la isla de Tanegashima (Sur de Japón) y con ellos vienen los arcabuces de mecha. Em seguida, los mas espabilados entendieron que ese extraño objeto que producía una explosión y lanzaba bolas de metal era un interesante añadido en la guerra y la caza. Como el señor local, Lord Tokitaka (1528-1579), que nada mas probarlos organizó herreros y aprendices para replicar tan asombrosos objetos. Oda Nobunaga (1534-1582), el poderoso daimyo unificador de Japón, hizo una enorme compra a los portugueses, y desarrollo un sistema de descargas rotatorias, que aseguraban fuego constante (20 años antes de los europeos). Nobunaga estrenó esta nueva táctica en la Batalla de Nagashino (1575), durante la cual sus 3000 arcabuceros decimaron la supuestamente invencible caballería del poderoso Clan Takeda. Para el año 1582, aproximadamente un tercio de los soldados en los ejércitos de todos los grandes señores de la guerra consistían en arcabuceros. A la versión japonesa de estos arcabuces se les llamó «Teppô «o “Tanegashima”, debido al nombre de la zona donde llegaron con ellas los europeos

La fabricación de los teppô era cara, y al principio los herreros eran generalmente sometidos a una vigilancia y supervisión tan constante, que solo los Señores autorizados podían encargarlas (o los miembros de los gremios ninja secretos) y aun así, en una escala severamente limitada. Pero los herreros japoneses eran tozudos y observadores, y en un tiempo asombrosamente corto los señores de la guerra no necesitaron adquirir las armas a los portugueses, desarrollándose una amplia y variopinta gama de armas de fuego. Desde el principio, fue evidente que eran pesadas y caras, y se necesitaban varios minutos para cargarlas. La precisión era pésima, aunque a cambio podían traspasar una armadura a 30m de distancia, matando o hiriendo gravemente (el arco sólo podía llegar a 12-14m). La pólvora era difícil de obtener, peligrosa de manejar y fallaban continuamente; Cada arma necesitaba tres servidores; además, si se mojaban aunque sólo fuera por la humedad del ambiente, quedaban inutilizadas. Fue casi necesario que pasara casi medio siglo para que estas armas sustituyeran a los arcos, después de que demostraran su mayor eficacia en alcance y penetración. La mejor táctica era colocarla en grupos cohesionados, cargando y disparando por filas (habitualmente tres) en andanadas cerradas, y hacer descargas casi sin apuntar, tirando a bulto contra la masa del enemigo, que alguno se llevaría el tiro, y si acaso apuntando hacia el tipo de la armadura superchachis, que seguro es el jefe, y si le acertamos descabezamos el ejército enemigo.

Conscientes de las limitaciones de los arcabuces de mecha, Los japoneses realizaron su propia adaptación de esta arma. La hicieron más liviana y precisa, unificaron calibres (todos los soldados de un ejército usaban el mismo calibre) y consiguieron fabricar mechas que no se apagaban con la lluvia… y ya está: en prácticamente 300 años no evolucionaron más. Podrían tener formas distintas, estar más o menos decoradas o hechas en diferentes materiales, pero la forma de disparo seguiría siendo la mecha. La culpa de este nulo desarrollo la tuvo el Sakoku (aislamiento del país) que empezó en 1641, cuando fueron expulsados de Japón todos los extranjeros europeos
De los 320 años que las armas de mecha se utilizaron en Japón, sólo los primeros 50 años fueron testigos de un uso muy activo. Había muchas escuelas de tiro y muchos fabricantes de arcabuces, pero eran armas que no se utilizaban en el campo de batalla (durante el período Edo no se dieron grandes conflictos donde pudiesen ser de utilidad; la espada era simplemente el arma más práctica en los pequeños conflictos promedio del período Edo), sino que se convirtieron en símbolos de poder, empleadas por los samurais en la cacería y tiro al blanco.. Los arcabuces se convirtieron en una forma de arte con muchas variaciones en las características físicas y que se convirtió en la firma de los distintos fabricantes, escuelas y distritos de fabricación, y en sus versiones más “rústicas”, una herramienta agrícola para ahuyentar animales. Cuando el Comandante Perry llega en 1868, los señores feudales pasan directamente a los fusiles Minié, los fusiles de retrocarga y los fusiles de repetición

Para saber mas: https://es.wikipedia.org/wiki/Tanegashima_(arcabuz) https://www.avancarga.com/8_articulos/25/2_tanzutsu/parte_1/1_tanzutsu_1.htm https://www.jmcollado.com/wp-content/uploads/2013/12/TEPP%C3%94-introducci%C3%B3n-a-las-armas-de-fuego-en-el-Jap%C3%B3n-feudal.pdf https://collections.lib.utah.edu/dl_files/d4/7e/d47e95f04ac55c6bed550ebf39a923f8fcc5db4b.pdf

Estupendas las dos series , me gusta sobretodo la de samurai de ojos azules por historia desarrollada, el tratamiento de las imagenes, las historias paralelas y su descarnado realismo. Deseando que haya continuacion.
Me gustaMe gusta