
Pues hoy, día de Navidad, os he preparado una crónica variada y sabrosona de samuráis pegándose de espadazos, con una excusa u otra. Está nublado, rondamos los 3 graditos de rasca nocturna, la diurna no sube de seis (y para Nochevieja anuncian que aun hará mas frío), todo está cerrado (con la hostelería disfrutando de un poco de paz para acuchillarse en las comidas familiares), el asado metido en el horno (y seguimos para empachoooooo), y aquí estamos tecleando furiosos. Hale hopppppp

Last Samurai Standing: esta acaba de salir del horno, y los que quedaron con mas ganicas tras empaparse de la serie yanqui-japonesa que lanzaron antes se la han engullido como lobos hambrientos. En este caso, es totalmente japonesa, y así, con la mano en el corazón, a nosotros nos ha gustado más. Porque no hay enchufado como protagonista un occidental metido a palanca, porque el color es muchísimo mas estético, porque aprovecha su condición de “fantasía histórica” para navegar por la trama, y al mismo tiempo utiliza la realidad del pasado para apoyar firmemente sus propuestas (si non é vero, e ben trovato)…

O sea, nos vamos a 1878. Han pasado diez años desde el comienzo del declive de los samurais, y un año desde la batalla de Shiroyama. Luego os cuento más de ambos asuntos, pero ambos aparecen repetidamente en los flashbacks del protagonista: un samurái que sobrevivió a la batalla tragándose su orgullo y volviendo a casa a cuidar de su familia. Que nunca han ido muy holgados (ahora aun menos), y encima están sufriendo, como todo el país de Nippon, una epidemia de cólera, que los ha dejado con la pobreza de un ratón de sacristía… bueno, de santuario shinto. Así que, cuando el protagonista lee un pasquín que convoca a los valientes a una sabrosa oportunidad de hacerse ricos en un torneo, allá que va con su katana, su trauma y sus remordimientos

Cada participante recibe una tablilla con su nombre, y para acumular puntos hay que quitarle las suyas a los demás. Da igual cómo lo hagas, si lo matas tu o la coges de algún muerto, la cosa es pillar puntos y echar una carrera hasta Tokio. Y no vale dejarle las tablillas a alguien y abandonar, porque los organizadores han previsto grupos de vigilantes que disparan a los desertores. Yeah, corre corre, solo o en grupo, con alianzas estables o frágiles, con actos heroicos o miserables, en plan fino espadachín o salvaje bruto, con el arco de un ainu o con las trampas del ingenio, pero sobrevive

No me extraña que el actor principal, Junichi Okada, se metiera a productor de la serie, porque con tanta adrenalina tan bien filmada estaba claro que iba a ser un bombazo. El buen señor ya tiene experiencia en producciones de época, y es monitor de artes marciales, así que lo de ir de samurái dando espadazos le sienta fenomenal. Le vamos a perdonar los patinazos que asoman por todas las costuras (samuráis wuxia, atrezzo de otras épocas, personajes caricaturescos, rebufos de anime y manga…) y hala, a esperar las otras dos temporadas (al menos) que ya han anunciado

Otros actores conocidos: Lucius Modestus digooooooooooo Abe Hiroshi, Tamaki Hiroshi (que trató con los ainus anteriormente y a ver cuándo tengo tiempo de contaros alguna gamberrada suya), alguna cara más… todos con larga trayectoria y experiencia en taigas (los culebrones históricos japoneses) y producciones de época varias

Que algún personaje se queje de que “las armas de fuego han acabado con el honor de la guerra blablablá” no deja de ser chirriante, cuando fueron los samuráis los primeros que adaptaron los arcabuces para usarlos en sus combates: los Tanegashima (arcabuces de mecha), introducidos por comerciantes portugueses en 1543, y empleados masivamente por líderes como Oda Nobunaga, quien usó 3.000 en la batalla de Nagashino en 1575

Sekigahara: Podríamos decir que esta película sería un antecedente de la serie de la que hablábamos, porque temporalmente se centra en una batalla anterior (en la cual chocaron el Ejército del Oeste -comandado por Mitsunari Ishida– y el Ejército del Este -mandado por Ieyasu Tokugawa, que era el shogun), y el protagonista es el mismo… anda… tambien coinciden alguno de los actores… o sea, todos con CV en producciones de samuráis y/o grandes producciones… Porque esta tiene aires de grandeza, aunque hay bastantes críticas que lo mas fino que le llaman es “maldita abominación histórica”. Aunque reconozcan que es visualmente espectacular, tambien se comenta de que, para alguien no familiarizado con la historiografía japonesa, es difícil de entender, con tantos líos de argumentos, nombres implicados… es que la historia real ya fue de partida complicadísima, y el guionista se ha negado a meter tijeras para simplificar las tramas que enredaban a muchos señores de la guerra por toda la isla.

Por algún lado se tenia que notar las costuras, y aquí están en los retratos (tal cual caricaturas) de los personajes, que se quedan atrapados en un solo rasgo característico que los identifica y conduce cual marionetas napolitanas, así como escenas de “supuesto valor humano” que son, más que fantasy, ridículas.

Samurai Fury (Muromachi Burai): Pues si no le encontrabais el punto a las pelis anteriores, ahora os traigo una para veais, comparéis y digáis: pues no estaba tan mal. Porque esta es mala, mala con avaricia. Chapucera, deslavazada, la música mal elegida fusilada de Morricone y la Momia… que no te cuenten que son homenajes, son malas copias sin más. En teoría basada en la novela del mismo nombre, de Kakine Ryosuke, seguro que en la cabeza del director quedaba mucho mejor. Mira que prometía, que si rebeliones en el periodo Muromachi del siglo XV entre hambre y plagas… conflictos internos y luchas de poder entre diferentes facciones que culminaron en el período Sengoku (Era de los Estados en Guerra) que acaba cuando cuando Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi unificaron Japón bajo su dominio… prometer, prometía mucho, pero vaya truño. Bah, a la porra

Crazy samurai Musashi (Crazy Samurai: 400 vs 1; Kurui Musashi): Pues esta tampoco les ha salido como pensaban. “una oportunidad perdida que carece de puntos fuertes y está repleta de errores que acaban sumándose en pos de una conclusión realmente indigna”. La gracia de la película reside en que, en un único plano secuencia, muestra la más famosa batalla del espadachín Miyamoto Musashi, una figura casi legendaria que derrotó él solito, mano a mano o al mogollón, a más de 400 enemigos. El tipo dando espadazos, y el cámara correteando detrás de el sin respiro. Acción desenfrenada, guión inexistente y final desgalichado.

Aquí es un tipo taciturno y amargado con menos profundidad que los charcos de mi calle (de hecho, los baches soberanos son más hondos). Los exteriores son horribles, como si los hubieran localizado en los pinares de Torrero después de un año de procesionaria. “Heridos” y “muertos” se arrastran fuera de plano y vuelven a entrar como si hubieran resucitado o fueran samuráis distintos (me recuerda cierto glorioso desfile en la república de Concordia). Buf, buf y reuf

Sanjuro y Yojimbo (Yojimbo – El guardaespaldas/el mercenario): no os voy a dejar con mal sabor de boca con el género de chambara (el cine de samuráis), y os traigo dos joyas que son infinitas como las estrellas y los tontos en el Universo. El chambara es un subgénero dentro del jidaigeki o drama de época japonés, se centra generalmente en el periodo Edo, y se basa en la figura de un Ronin o un samurái en conflicto. No os voy a volver a meter tooooooooooodo lo que se ha dicho de estas dos películas que enseñaron a hacer cine del Oeste a Hollywood, y en general al mundo mundial (si tiene ganas de aprender, claro). Ay maestro Kurosawa, cuanto te añoramos

Que porqué se acabaron los samuráis… pues porque su mundo se estaba secando, como las especies de nicho que se extinguen cuando desaparece su mundo. En la época Meiji, un modernizado (a torta limpia si hacía falta) Japón abierto a Occidente había prohibido los samurais portar espadas, despojado de sus títulos y prebendas y hala, a currar de otra cosa que no fuera pelear. Podéis ser comerciantes, labradores, gestores, funcionarios, directivos, banqueros, policías, militares… pero eso de andar cortando gente, nanays. Que hasta una guerra le habían montado al Emperador para seguir siendo un país fosilizado… pues hala, a la porra todos, por chulitos. Os vais a meter el Bakufu por el ojete. Y de paso, a cascala el shogunato. Bueno, si, que unos cuantos ronin se metieron a organizar la Yakuza con jugadores y vendedores ambulantes del Japón feudal… ahhhh pero esto ya venía desde el Japon feudal… De hecho, actualmente las élites japonesas suelen entroncar en familiar samurais, de las que presumen con orgullo, se aplican en artes marciales y talleres pomposamente rebautizadas con la coletilla de “samurai”, donde se puede experimentar su espíritu y habilidades, como el iaido o manejo de la espada. O sea, recreadores
