
A Birth (Nacimiento; Birth): Si vais acumulando años como una servidora, seguro que recordaréis aquellas películas que parecían ahumar con incienso desde la pantalla. Sobre todo si habéis pasado por colegios con hábitos y sotanas: o bien las proyectaban en el cineclub, o bien os ponían de deberes verlas cuando las echaban (en blanco y negro, por el único canal) en la tele. En Semana santa, La Túnica Sagrada o Quo Vadis?, o La Pasión de Cristo, hala, a santificarse todos. Era eso o las procesiones. En Navidad ya se abría la mano y desde La Gran Familia, Que Bello es Vivir o Plácido a las modernas de acción (¿Ya habéis reservado plaza en el sofá para ver el Nakatomi Plaza?) se sufría menos polvorón en mano. Así que, cuando las salpicaban al alimón o aprovechaban el santo del día, arreando hagiografía al canto. Teresa de Jesus (la de Juan de Orduña), Molokai, Francisco Juglar de Dios… pues tocaba ponerse frente a la tele y hacer los deberes. En la misma estela que luego han seguido Claret (tambien llamada Esclavos y Reyes), Poveda, La Noche Oscura… y Visión, Bonhoeffer: agente de gracia, La poderosa sierva de Dios…

Lo que lastra la película es su minuciosidad, su extensión (dos horas y media, se nos borró la raya del culo) y su linealidad. Se centran tanto en las desventuras del santo varón, lo presentan tan firme y monolítico, que queda monocorde. No le pedimos que, como en cualquier peli española, le coloquen romances con monjas, tentaciones de suaves carnes en el seminario o perversas intenciones con alguna gallina de contoneos seductores, pero un poco de contraste no hubiera ido mal.

El protagonista (para el cual han elegido a nuestro pocholo, ay si si, Yoon Si-Yoon, el tipo majete novio de una bebedora, pajero impenitente y psicópata por confusión) se hace simpático a fuerza de sonreír, presentarse como un tipo inteligente y curioso y pasarlas canutas yendo y viniendo por las fronteras, que si no es un tifón es una nevada. Es tan buenico, tan buenico…


Se considera a Lee Byok, quien, más tarde, fue considerado el fundador de la Iglesia Católica en Corea, y no, no era un misionero. De hecho, Corea es el único país que se autoevangelizó. O sea, llegaron por la puerta lateral una serie de libros católicos, objeto de estudio de sabios budistas y otros (intrigados por el cristianismo como filosofía extranjera, que no como religión) , algunos coreanos los leyeron y les gustó lo que leían, así que se pusieron a explicarle a todo el mundo que las cosas no tenían porqué ser como siempre. En 1770 y con solo 16 años, Lee Byok (tambien escrito Yee o Yi Byeok) se puso las pilas, reunió a un grupo de paisanos en la localidad de Chon Jin Am, y se dedicó a hacer “como hacen los cristianos”, sobre todo en sesiones de debates semanales. Yi Byeok aprovechó un viaje a China para tener contacto con cristianos de fuera, ser bautizado (con el nombre de Juan), volver con más libros y objetos de culto (que no podía usar para celebrar los ritos cristianos, cachis, no había sido ordenado)

El Reino Ermitaño, que no quería saber nada de sus vecinos, era por decreto un país confuciano hasta la médula. El confucianismo les venia fenomenal a las clases dirigentes: los que manda, mandan y se perpetúan, los de abajo no les queda otra que obedecer y jorobarse, y el ascensor social funcionaba fatal, dejando solo algún mínimo respiro a las clases medias y bajas (que podían optar a los exámenes estatales, pero era casi imposible para ellos prepararse). Socialmente, se marcaba un sistema vital basado en tragarse los sapos y machacar a las mujeres. Todas, no se libraba ni una. Si eras rica, machacabas a las de abajo, pero cualquier hombre de tu familia podía ponerte el pie encima, y total solo servías para levantarte el hanbok, abrirte de patas y parir hijos.

Cuando llega el cristianismo, con esos extraños tipos que parecen poseídos por el espíritu de la rebeldía, al Gobierno y la aristocracia (sobre todo la alta nobleza) le entran unos teleles. Igualdad entre personas, igualdad ente géneros… modernización… activismo social… Ay Confucio, que estos nos la lían… Primero prohíben las ideas peligrosas y el proselitismo, luego directamente van a por las cabezas de todos los líderes, y luego la emprenden con los conversos. Tras diversas persecuciones estatales contra los católicos, el protestantismo se introdujo de forma relativamente pacífica.

Buenos, es que para cuando los protestantes llegaron con sus misioneros, el Reino de Joseon llevaba en la cuenta unos 10.000 muertitos, que no está mal. “Son una amenaza para el Reino, su estabilidad y los valores confucianos. Y encima nos van a meter en casa a las potencias extranjeras europeas, uyuyuy”.

Las persecuciones más significativas ocurrieron en 1801 (la persecución de Sinyu), en 1839 ( La persecución de Kihae) y 1846, y la más grave en 1866 (persecución de Byongin) . Arrestos, torturas y matanzas en masa, aquí no les perdonaron ni una.

Y durante la larga dictadura militar, el fuerte compromiso de la Iglesia Católica en el campo social (esos comedores, esas escuelas ara pobres…) y gestos directos (el obispo había hecho de la catedral Myong-dong, en Seúl, un refugio para los opositores no violentos a la dictadura; los militares no se atrevieron jamás a entrar en la catedral) terminaron por ganarse el fervor popular.

La Iglesia coreana es femenina, a partir del nombre: el catolicismo es llamado «la religión de la Mamá», porque su mayor proporción de feligreses es femenino. Durante la postguerra, la escuela se extendió a todos, inclusive también a las niñas, con una enseñanza de materias totalmente diferentes a las del esquema confuciano. Este cambio radical de la instrucción puso en marcha en poco tiempo el desarrollo económico. Además, el cristianismo introduce la idea de igualdad de todos los seres humanos. En la sociedad confuciana la mujer era casi una esclava del marido, las niñas no iban a la escuela y la mujer era inferior al hombre. «Es un hombre malogrado», decía Confucio de ellas. Como para no pasarse por la pila bautismal y mandar al carajo la tradición si eras, mujer pero no tonta.

Actualmente, el cristianismo es la religión más extendida en Corea del Sur, compitiendo con el budismo y el ateísmo (si, si… eso son cosas de los que tienen algo que comer, el resto rezan al dios que tengan más a mano), y existen grandes congregaciones y megaiglesias. Cuántas de esas “iglesias” son sectas camufladas, es difícil de saber… pero el 29.2% de la población se declara cristiana. Hay 12 universidades católicas y mas de 30 protestantes en sus diversas ramas, cientos de comedores de caridad, miles de voluntarios que acuden a casas de viejos y chamizos de sintecho, escuelas parroquiales…

Poco antes, había ocurrido el Desastre de Ferry de Sewol, y la iglesia católica local y extranjera (incluido el Papa) había presionado para que el Estado reconociera la chapuza y corrigiera lo que hubiera que corregir. Normal que, cuando Francisco estuvo de visita por Seul en 2014 aquello se petara de gente que lloraba a mares. (si, el artículo es de AlJazeera, que pasa…)


