
Pues nada, para disfrutar pasando miedito estos días en que se abren las puertas del Infierno y los difuntos vienen a ver que están haciendo sus supervivientes, vamos a hacer una selección de producciones de allende los mares. Que por las noches ya empieza a hacer rasquilla, llevamos jerseys cuando vamos a pasearnos la noche de totons y almetas, y los empanadicos que hemos preparado con la carne de las calabazas merece disfrutarse todos juntos, hala, ahí apretados en el sofá. Que no os digo de usarlas como inspiración de disfraces de Halloween porque me repatean esas contaminaciones culturales yanquis (si al menos fuera el original Samhain celta…) pero bien podemos acelerarnos el corazón apretados a la pantalla (N.B.: los pepinos y las berenjenas con palillos (shōryō-uma) son los vehículos -«spirit horses» y»spirit cows»– que utilizan los difuntos en Japón para salir del Infierno y visitar a sus parientes)

Una historia china de Fantasmas (A Chinese Ghost Story; The Ethereal Spirit of a Beauty): Que si, que hay montones de pelis y series chinas de fantasmas, y esta creo que ya os la he recomendado alguna vez, pero chico, sigue siendo una delicia para volver a la infancia entre sorprendentes FX (anda, mitad de que fecha es… 1987… viva la artesanía y la imaginación) y que caray, fue la película que no solo nos reventó la pantalla en aquellos años de estrenos de videoclubs, sino tambien de enterarnos de que en China tambien hacían películas, tan originales que no nos cabía en la cabeza que fueran los mismos chinitos de las cabezas de las huchas del Domund. Fue la producción que sentó las bases para cienes y cienes de películas de terror y fantasía posteriores.

Empezamos pues: un humilde recaudador de impuestos llega a un pueblecito a ejercer sus funciones. Remojado, sin un chavo y con todo quisque negándose a alojarlo, acaba pasando la noche en un templo encantado, donde se encuentra con un sacerdote/espadachín taoísta yyyyyy una guapa fantasma, de la cual se enamora como un becerro. A partir de ahí, follón al canto, porque la fantasma está ligada a un espantoso espíritu arbóreo vampiro. Hala, seguid, seguid con este desmadre kistch

Karma (Apatti; Arbat; Arpat): Venga, que no se diga que los tailandeses no hacen pelis de terror. Ahem, reconozcamos que en su inmensa mayoría son de serie B… vale, serie Z, no nos pongamos estupendos. Aunque muchas sean regurgitaciones de materiales americanos, por aquí y por allá hay guiones que ordeñan la enorme ubre fértil del folklore tailandés dedicado a los fantasmas -genéricamente conocidos como phi (ผี)-. A montones, oigan, tienen a montones. En esta película aparecerán unos cuantos, como los Preta (fantasmas hambrientos y dolientes altísimos). Y es que ya avisan desde el principio que la película tiene una intención moralista y educativa, o sea, si haces algo malo y no rectificas vas a sufrir las consecuencias, si no en esta vida en el Mas Allá, donde tu espíritu caerá en mundo de los Fantasmas (budismo), o tu Jiva (alma) se reencarnará de forma imperfecta, siendo incapaz de consumir alimentos o disfrutar (hinduísmo). Si si, tómatelo a chirigota, como el protagonista, un niño pijo que ha sido obligado a tomar los votos y ser ordenado novicio por … upsssss…

Esta película estuvo censurada cuando se estrenó en su día en los cines tailandeses, con algunas escenas sufriendo la tijera. Se echa la culpa a la supuesta “ofensa religiosa” (¿el mal monje?) pero mas bien podría ser por la crudeza de imágenes. Que es terror, terror, que el folklore es sangre, tripas, dolor y crueldad, caramba, si no te gusta ver mondongos no vayas al cine a verla ni al puesto de menuceles a por casquería. A mi me gustó porque es exótica en los paisajes, los personajes y los fantasmas. Y técnicamente bien hecha, que siempre es un tema importante

Pasamos al bloque japonés empezando por unas películas que descubrimos en aquellos ciclos de cine japonés de la tele (cuando la caja tonta intentaba ser al menos curiosa, no como ahora, que es lobotomizadora). Películas que se disfrutaron en asombrado corrillo familiar sin necesidad de onfalocentrismos gafapásticos.

Los Yūrei (幽霊) son personajes del folklore japonés equivalentes a los fantasmas occidentales. A diferencia de los yokai, siempre se crean a partir de un ser humano que queda “atascado” en su ciclo de reencarnaciones, debido a algo que les ocurrió en vida o porque les falta una ceremonia fúnebre adecuada, como hacerles unas misas. No, espera, que lo de venir a exigir misas de difuntos para el alma es católico, y aquí hablamos de sintoísmo y budismo. O se han podido suicidar (y quedar como almas en pena), o quedan ligados por alguna obligación… Hay diversas clases, y una de ella son los Onryō: el espíritu de una persona que murió con rencor o lleno de ira y sed de venganza. Estos se dedican a la posesión de alguien útil a sus planes, que acaban llevando el desastre al ofensor (o sus descendientes o allegados o uno que pasaba por allí).

Para los budistas, hay dos tipos de fantasmas específicos: los Gaki y los Jikininki, fantasmas insaciables/hambrientos que tienen un ansia infinita arrastrada desde antes de su muerte; envidiosos de esos hay a patadas, y dan por cul… en vida muchísimo, pues ya lo que nos faltaba, que ni muertos dejaran de jorobar. Y el colmo de los colmos es que los mas celosos o rabiosos sean capaces de proyectar sus espíritus estando vivos en un ikiryō (生き霊), un fantasma de un vivo.

Los Cuentos de la luna pálida (Ugetsu; Ugetsu Monogatari; Cuentos de la luna pálida de agosto; Cuentos de la luna vaga después de la lluvia). Madre mía, esta película tiene más años que yo. Y sigue siendo estupenda. De hecho, se la considera una de las 100 mejores películas de todos los tiempos. Una exploración del alma humana con apuntes de sociología y elementos fantásticos (los fantasmas que seducen o protegen). Podía haber salido un engrudo, pero entre un estupendo guión y unas actuaciones brillantes, nos quedamos enganchados en su atmósfera misteriosa . Basada en dos historias del libro Ugetsu Monogatari (1776), de Ueda Akinari, y seguimos en tensión la historia de dos familias que se hunden por los anhelos beligerantes y vanidosos de dos cenutrios (crítica directa del desprecio con el que trataban los samurais a los paisanos en la sociedad de la época)

Trono de Sangre (Kumonosu-jō): La Tragedia Escocesa resituada en el Japón Feudal. Samurais. Combates. Naginatas. Castillos. Daymios. Toshiro Mifune. Akira Kurosawa. Las flechas eran de verdad (y el pánico de Mifune, tambien). Un Bosque de Telarañas que se mueve. Y un fantasma. Y una bruja. Teatro Noh. Grandiosa

Kuroneko (Yabu no Naka no Kuroneko; The Black Cat; el Gato Negro): Adapta un cuento popular sobrenatural (kaidan). Ambientada en el Japón feudal, la trama se centra en dos espíritus vengativos (onryō) de una mujer y su nuera, asesinadas por una banda de samuráis errantes. Nuera y suegra, reconvertidas en mujeres-gato se dedican a seducir, embrollar y devorar a cuanto samurai pase por su territorio de caza (la puerta Rashōmon). El problema es cuando el que cruza la puerta es el hijo (y esposo) de las dos felidamas
