Hic Sunt Iaponica Anthropophagi

Gannibal (Canibal): Seguimos escarbando en la carpeta de Pendientes, y hemos pillado con ganas esta serie japonesa en dos temporadas. Que desde ahora ya aviso que la primera es totalmente suspense y tensión con chorrete gore, y la segunda es más gore, caos, confusión, desorden y violencia. Pero si queréis enteraros de lo que ha pasado y cerrar la historia, es necesaria, así que avisados quedáis. Lo gracioso es que a mi el género de terror no me gusta, y las pelis europeas y americanas me desagradan. Eso de la fórmula “chorrete de sangre-gritos-susto” no me llama la atención (y creo que los posters suelen ser muchísimo mas interesantes y artísticos que las películas que anuncian). O sea, para que yo os la recomiende ya podéis suponer que me ha gustado y que algo tendrá el agua cuando la bendicen.

El origen de la serie es un manga muy conocido, el cual no se si han seguido o se lo han pasado por el forro a la hora de hacer los guiones. Bueno, pues si os llama la atención desde el escaparate, que sepáis que se llama igual que la serie, tiene 13 tomos y lo han acabado justo para coincidir con la serie. Firmado por Masaaki Ninomiya en el guión y dibujo, está completo en español.

El argumento es una variante del tema “extraño que llega a un pueblo de raros”. En este caso, es un pueblo del Japón profundo al que es destinado un policía, que se traslada con su mujer y su hijastra, una niña que sufre un trauma que la ha dejado mudita. El policía espera que en el bucólico pueblecito la niña vaya sanando de sus heridas emocionales, que la han dejado medio autista, y de paso que amaine el follón que ha dejado en su puesto anterior. Porque ojo, el protagonista es un personaje bastante tremendo. No es turbio o siniestro, pero lleva dentro un depósito a presión de violencia (su hijastra lo menciona en su tarea escolar) que saca un geiser cuando le pinchan demasiado. Cuando siente que su familia es atacada, porque sacará la bestia que lleva dentro. Cuidará de su familia hasta la locura, y ¡ay si alguien de fuera intenta algo!. Aparte de eso, es un tipo que disfruta con los subidones de adrenalina y con una obsesión por descubrir la verdad. Sea la que sea.

Con esa cara de guapo tenebroso, la verdad es que el machote tiene un morbazo de aupa

Nada más llegar, se da de morros con el misterio. No, para perder el tiempo no estamos. A ver, no destripo nada si digo que aquí hay una versión local de la familia que vivía en las colinas que tienen ojos. Que oyes, no sé que tiene el mundo rural japonés que está lleno de gente rara, cosas extrañas y variantes de rituales tremebundos. Yo que los urbanitas, no saldría de las pacíficas ciudades ni para un picnic. Pues eso: aquí hay una familia extensa (la familia Goto) que tiene dominado (o sobornado, o acocotado) a todo el valle, y hace y deshace a su voluntad. La primera temporada se dedica a exponer el secreto familiar de los Goto, así como los asuntillos del protagonista (ese Daigo que parece el único capaz de plantarles cara); la segunda, nos cuenta cómo empezó el asunto (incluyendo unos flashbacks que a algunos no les ha convencido), cierra los cabos sueltos y, en general, da fin a la historia.

Alguien lo ha resumido como “a tale of deep lore & gore” (“un cuento de tradiciones profundas y gore”), y es una buena definición. Tampoco hace falta ser un experto en folklore para seguir el hilo; conque recordéis que en Japón la gente practica en su vida cotidiana el sintoísmo (variante chamánica) y además se define como budista (escuela Zen) sin complejos, pillaréis el tema. Por la mañana rezo en el templo, y por la noche voy a atarle cuerdas a la piedra-kami.

Para ser una producción japonesa de TV, sorprende lo buena que es la producción. Muchísimos escenarios naturales (y los interiores parecen rodados en sitios reales, no sets de estudio), escenas con montones de actores y figurantes (arrea la que se lía en la casa de los Goto varias veces), excelentes actores (con lo envarados que son los intérpretes japoneses, que sorpresa), personajes complejos, ambigüedad moral (ufff los del pueblo…) y que le moja la oreja a tantísimos productos americanos que nos anuncian a bombo y platillo.

Mucha escopeta veo yo ahí

Los actores, a ver… Yuya Yagira es el policía Daigo, con unas cejas que nos tienen hipnotizadas. Fenomenal, lo hace fenomenal. Que no lo tenía yo localizado, con la cantidad de trabajos que acumula. Y el antagonista, Show Kasamatsu, con esa cara tallada a cuchillo, lo peta total de futuro jefe de clan de la familia Goto que quiere cambiarlo todo y no le dejan. Pues no lo tenia yo visto… andaaaaaaaa que es el yakuza de la serie esa del vicio tokyense jatetúuuu ese ese, el tipo duro que era muchísimo mas interesante que el petardo de periodista, al cual agradeceríamos que le metieran unos sopapos por cretino. Toshihiro Yashiba,el anterior policía ahora desaparecido, seguro que os suena de alguna serie: nosotros lo conocimos de malote en la del poli monstruoso.

Y este es “Ese Hombre”, cuya breve aparición nos deja con la mosca detrás de la oreja en la primera temporada y corretea en la segunda buscando algo que echarse a la boca. Telita con el actor…

Kazuki Sawai, que tiene un CV cortísimo porque a) es jovencito b) ha hecho sobre todo publicidad y actúa en un dúo cómico. Está etiquetado como «Half Mari Japanese«, en japonés hāfu, o sea medio japonés, medio no japonés (o hijo de dos medios japoneses). Con esa mata de pelo rizado que luce en algunas fotos, apostamos por algún antecesor africano. Pues la mezcla ha salido mmmm apetitosaaaaaaa

En Japón, el tabú que pesa sobre el canibalismo es tan antiguo y potente como en Europa. “El ultimo tabú” que decía Freud, al desarrollar en su obra Totem y Tabú su teoría de que la cultura humana nace de un acto primordial de antropofagia (el asesinato del padre a manos de los hijos por acaparar las hembras, el consumo ritual del cadáver y la prohibición de la repetición del acto en un futuro). Los caníbales son “otros”, extraños en muchos casos inhumanos, como el yōkai Yama-uba, una vieja monstruosa, con su largo pelo blanco descuidado, su kimono sucio y andrajoso y empeñada en comerse a los niños o los viajeros que se le pongan a mano. Guardiana de las montañas, a veces generosa y protectora, otras simplemente un monstruo peligroso, sería el modelo donde fijarse buscando antecedentes de “Ese Hombre”.

Claro que el canibalismo de supervivencia ha sido un hecho recurrente a lo largo de la historia mundial. Cuando el hambre aprieta, no hay límite que no se cruce. Y los “donantes” pueden estar ya muertos (como en los Andes), o ser sacrificados para permitir sobrevivir a los que tienen mas posibilidades (el caso del naufragio del yate Mignonette o durante el Holodomor ucraniano). Pero si no hay una necesidad física material de comer, puede existir el impulso de romper el último límite. La transgresión del tabú puede impulsar a los criminales a asesinar y consumir la carne de sus víctimas (como el caso de Issei Sagawa), y poseídos por el Wendigo, los aborígenes del Noroeste de estados Unidos y Canadá lucharán contra una locura modelada sobre su cultura tradicional. Pero también puede ser parte de un ritual, algo místico. Algunas ramas de budismo esotérico (particularmente el Vajrayana) exploran la transgresión como una vía de desarrollo y erradicación de la inhibición, un desafío a la moral convencional (claro que, sobre todo, se centra en las transgresiones sexuales, porque es más sabroso el revolcón despiporrado que un curry de lama reseco). Igual que sabemos que eso de comerse a los difuntos puede ser un acto de piedad en la tribu Fore de Nueva Guinea, que tal vez sólo sean los últimos herederos de una tradición prehistórica que salta ¡POP! Al escudriñar rituales sintoístas, hay testimonios en los cuales los familiares consumen en los funerales un te con cenizas del difunto o degustan un pequeño hueso (evidentemente, a los sacerdotes sintoístas no les hace ni puñetera gracia el temita).

Otro asunto que quizás sea el mas directamente relacionado con esta serie son los casos de canibalismo durante la II Guerra Mundial llevados a cabo por unidades japonesas. El más famoso e investigado es el Incidente Chichijima, por haberse comido a unos prisioneros americanos, pero otras nacionalidades también debieron entrar en el menú. En Nueva Guinea se menciona que la unidad Takenaga se comió a algún paisano (estas son las identificadas, hay mas por ahí). Los oficiales japoneses creían que comer hígados humanos tenía excelentes beneficios para la salud, que los haría más fuertes, y en muchos casos los soldados simplemente estaban desesperados por el hambre, así que o se comieron a los caídos en combate (amigos y enemigos) o se volvieron contra las fuentes proteicas disponibles (prisioneros y conquistados)

Una escena voluntariamente inquietante. Todas las líneas convergen hacia esa puerta de entrada que es una boca negra. Para destacar las figuras humanas, llevan camisetas mas claras en colores grises y azulados. las líneas verticales están voluntariamente torcidas, en plano holandés que da pistas sobre una casa (una familia) «torcida». Entre el barro, la paleta de colores fría y la escasa luz del low key (que hunde en las sombras los detalles) da una impresión desasosegante y sucia.

Publicado por directoraymas

Apasionada por la fotografía. Mas de 40 años viendo cine de todo tipo y últimamente decidida a hacer sus incursiones en el asunto. Viajera siempre que puede, pudo y podrá. En la mesa lo mismo puede haber una tortilla de patatas que un wok de verduras o una selección de mezzes... Con semejantes antecedentes, solo podía organizar un blog ecléctico entre la curiosidad y el desparpajo

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