
The Monk and the Gun (Once Upon a Time in Bhutan; el Monje y el Rifle): lo sabéis, y espero que por ello me disculpéis el traer esta película tan “sosita” al blog. Aparte de que bien está bajar un poco la adrenalina después de los excesos testosterónicos (luego vendrán más, tranquilos), reconozco que el exotismo de una producción me hace rebajar mi capacidad de crítica mordaz. Si esta fuera una producción americana o como mínimo coreana, me habría puesto a bufar como un búfalo cafre y a embestir entre la hierba alta haciendo el 9 (los que habéis leído comics en los 90, espero que reconozcáis la referencia). Pero en una historia ambientada y rodada en Bután, con un director butanés y con actores aficionados, no puedo sino sonreir y decir “ay, que bonica”. Si, soy así de fácil de engatusar

Hala, que os cuento. Esta historia sucede en 2006, a punto de que Bután se estrene como una democracia, con elecciones y todo . Como a todos los pilla muy despistados, el gobierno (que hasta hace unos años era una monarquía absolutista, y en 2005 habían estrenado constitución) decide que va a montar un ensayo de elecciones, a ver si entrenan. Que si inscribirse en el censo (gente que no sabe ni en que año nació), que si decidir a cual partido votar (“¿pero esto de las elecciones no es una enfermedad de los cerdos?”), que si organizarse en partidos (mira, eso les sale igualito que aquí, “no me puedo creer que ese idiota represente el partido de la Libertad y la Igualdad”), que si creerse las ventajas del nuevo régimen (“la democracia será la cúspide de la Gran Felicidad Nacional” ; “¿eh? Pero si nosotros ya éramos felices”)… Bueno, si el Rey ha dicho que eso toca, eso es lo que haremos… ah, que ya no es rey… bueno, el rey a mi me vale así…

En esta pequeña agitación de las aguas (bah, mucho ruido y pocas nueces, la gente va a seguir como antes, para revolución la que tuvimos en 1999, que permitieron la televisión e internet en el país, y hasta vestirnos a la moderna), un lama viejo y sabio le hace un encargo a su discípulo: que le consiga para el día de las elecciones dos armas. Que es muy importante, hala, a patearte los caminos porque quedan unos días y hay que estar a tiempo. Allá se va el monjecillo, a buscar (sin preguntar a su maestro para que las quiere, a un maestro se le obedece y punto), hasta que acaba dando con un viejo un poquito pallá que le regala un viejo rifle, una reliquia de la Guerra Civil Americana que por algún extraño viaje acabó trabajando en las guerras civiles de los años 1870-1880 (uppps, caray con los felices butaneses)


Como este es un cuento inocente y no se mete en sórdidos callejones de guión, las idas y venidas y su final feliz es previsible. Para vender en Estados Unidos la película, han usado el argumento de que es una crítica a la sociedad americana, ouh yeah. Que egocéntricos son estos yanquis, por dios… La única crítica contra los USA que se asoma es la del yanqui palmando pasta (jausjaujaujausjausjau). Venga, que mientras nos pasearemos por preciosos parajes, nos dejarán caer que igual eso de abrir el país a la modernidad a las bravas ha sido un duro golpe a su identidad y su seguridad. Es complicado hacer un equilibrio entre las ventajas e inconvenientes de incorporarse al mundo exterior. Lo de menos es la democracia, parece decirnos el director, porque los traficantes de drogas, armas y trata de blancas, la prostitución la violencia, la invasión de turistas (masas de occidentales que buscan algo original y especial idéntico a su propia casa), la pobreza, la deuda pública galopante, el impacto ambiental (que no es una tontería ecologista sino una realidad en un país de ecosistema tan delicado) no dependen del régimen político sino de la habilidad de la administración (o sea, de los técnicos) para cambiar lo que hay que cambiar y conservar lo que toca conservar, evitando convertirse en un basurero para hippies. O un nuevo Líbano lleno de campos de refugiados nepalíes y tibetanos. O una Isla de la Tortuga montañosa para criminales que van y vienen entre la India y China

Supongo que, en esta coproducción, Taiwan ha aportado la mayor parte de técnicos (por la cercanía y la facilidad de montar un equipo), y Francia y Estados Unidos algún tema puntual, con la excusa de la aparición de un actor americano (el traficante que no se entera de nada y cree que poniendo billetes en la mano de los paisanos se arregla todo). La dirección es del director y escritor Pawo Choyning Dorji : «Al mismo tiempo, creo que esta historia es sobre cómo, al perseguir algo que crees necesitar, acabas perdiendo lo que tienes, y eso es lo que pasó en Butan”. Si eso no es un tema universal y atemporal, que venga Buda y lo vea

Y ahora viene cuando os endoso una pequeña seleccion de mis fotos de Panillo, Ommmm Mani Padme Ommmmmmm













peli para pasar la tarde, agradable de ver con esos paisajes verdes de montaña y las costumbres de los habitantes de la aldea, con sus historias sociales muy divertida dentro del contexto de ensayo hacia la democracia, con algunos golpes de humor y otros mas serios…para ¿ qué cojo…quiere el lama dos armas, en pleno ensayo de las elecciones?mucha critica social y politica…(el personaje del americano que todo lo resuelve a base de dinero), el final despiporrante con lingam incluido
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