Los soldados de barro son eternos

El otro día vimos un documental dedicado al temita, recién estrenado, y hoy he decidido hacer una entrada sobre el mismo. Seguro que a muchos ya os sonará y habréis leído sobre estos chinos. Hasta algunos, en algún momento, hayais conseguido verlos en su gira por toda Europa. Caramba, si es que llevan dando vueltas desde que desembarcaron en el Fòrum de las Culturas de Barcelona en 2004. Ahí los vi yo, que los conocía de oídas, y no paré hasta movilizar a la familia para ir a verlos. Ojipláticos nos quedamos, anda que no disfrutamos esa escapada. Es que, para unos tipos que lucen sus 2200 años tan estupendos, estan guapísimos. Si, estoy hablando de los guerreros chinos de terracota

La idea general os suena, claro. En 1974, unos obreros que estaban haciendo obras para abastecimiento de agua de una zona rural en China (cerca de Xi’an, en la provincia de Shaanxi) se dieron de morros con unos trozos de figuras de barro cocido, de tamaño superior al natural (cada uno, 1.78m de altura, o sea gigantones), que parecían guerreros antiguos dispuestos a arrancarles la cabeza a los enemigos y profanadores. No se si desde el principio pensaron en conservarlos (“ey, compañeros, esto es histórico, vamos a llamar a los especialistas”) o algún colega con firmes convicciones les impidió  deshacerse de ellos con cuatro jadicazos y enterrar los restos.

La cosa es que cuando los paisanos hicieron el agujero buscando agua y se dieron de morros con las feroces caras de los guerreros, llamaron corriendo a las autoridades, y estas avisaron a un conservador del museo local (antes, un campesino como los tipos de los jadicos) que vivía en la zona, el señor Zhao Kangmin: hala, vete a echar un vistazo. Este, que ya había encontrado antes restos arqueológicos por la zona, sospechó que eso era importante, y se fue p’allá con un colega, ambos pedaleando como locos en sus bicicletas. Al llegar se dieron cuenta enseguida de que eso era gordo, MUY gordo, y que blanco y en botella de que habían dado con el mausoleo del Primer Emperador de China, Qin Shi Huang, del cual había referencia de su fastuoso lugar de enterramiento, pero nadie mencionaba que hubiera enterrado un ejército de ultratumba y su versión pra la eternidad de la corte

Si, terracota, como los perolos rojos y las cazuelas de barro que compras en la tienda para hacerte tus migas y tus cocidos. Un material tan antiguo como versátil. Piensa que el asador en el cual cocinas los chorizos o la bandeja que metes al horno con la pierna de cordero son parientes de esos guerreros de la eternidad

El mayor riesgo que corría el descubrimiento eran los rabiosos Guardias Rojos, que en aquellos años estaban empeñado en acabar la Revolución Cultural del Gran Timonel haciendo tabla rasa de TODO lo que fuera anterior a la llegada de Mao al poder, en aras de una supuesta “purificación de la sociedad”. Que ojo, al señor Zhao ya le habían hecho sudar la gota gorda unos años antes acusándolo de “implicarse con cosas viejas”, y le obligaron a hacer una “sesión de autocrítica”. Pensándolo bien, mejor quedarse calladito, trabajar discretamente y esperar mejores tiempos para anunciar a bombo y platillo a los guerreros. Cómo no, un periodista entrometido que se enteró por casualidad metió las narices hasta el fondo, y la noticia del descubrimiento llegó hasta los líderes del Partido. Segundo milagro: en vez de decretar su eliminación total, los tipos de Beijing decidieron investigar aquello e iniciaron una excavación en serio. De pronto, los tipos encontrados suman 500, y están saliendo más cada día…  Como que era todo un ejército de más de 8000 soldados metidos en tres fosas, una caballería de 150 animales y 130 carros tirados por otros 520 caballos, además de otras figuras no militares, como funcionarios, acróbatas, forzudos y músicos… Esto es MUYYYY gordo, pensaron los jefes, y según se van sacando los restos estos se desintegran se les cae la pintura, empiezan a tener riesgo de derrumbamiento en las fosas… mira, casi mejor montamos un museo en el propio yacimiento, nos lo tomamos con calma y presumimos de ellos, que sea un tesoro que todo el mundo venga a ver. Reyes, presidentes, premios nóbeles… por allí empezó a pasar la élite mundial, y las autoridades chinas, que jamás imaginaron semejante impacto, casi se quedaron desbordadas. Y cuando los vientos del cambio agitaron las banderas, una selección minima de figuras y objetos del yacimiento empezaron a recorrer el mundo como embajadores culturales. Una batalla ganada despues de muertos. Tan asombroso es el descubrimiento, y constatar que hace dos mil años habia unos obreros capaces de excavar y construir la necrópolis (enorme, es enorme, una copa de la Ciudad Imperial), artesanos capaces de trabajar «en cadena» haciendo estas maravillas y una administración estatal capaz de organizar el trabajo, que hay escépticos que niegan la mayor, asegurando que todo esto es un burdo engaño, que las figuras son falsas y todo un enorme montaje creado por el gobierno en los años 70. Como toda argumentación, esgrimen la teoría de un tal Jean Levi, supuesto «sinólogo» que asegura que en aquellos tiempos los Qin eran tontos y ceporros, y no podían haber creado semejantes maravillas. Anda que… (nota: lo que si hay es unos pequeños espacios adjuntos que contienen réplicas modernas de los guerreros para que la gente haga el canelo todo lo que quiera sin estorbar a los arqueólogos, igual que la neocueva de Altamira. Estos franceses, siempre menospreciando lo que tienen los demás)

Mientras los de arriba intentaban controlar semejante hallazgo (que si organizo los grupos de trabajo, que si monto el museo, que si hago un enorme hangar para proteger el yacimiento…), los de abajo se daban de morros con la ingratitud de los mandamases. La cuadrilla de obreros del pozo acabó fatal, pobres y desengañados. El conservador y salvador de los guerreros, arrinconado en la tiendecita del museo firmando libros. Por aquí y por allá, tramposos que se hacían pasar por los héroes del momento. Mientras, iban saliendo mas y mas tesoros de la tierra arcillosa. Miles de figuras humanas -principalmente soldados, pero tambien otros personajes de la corte, que aunque hechas a molde sus piezas, tenían cada una rasgos y detalles individuales (peinados, ropa…)-, caballos tirando de carros con enjaezados de bronce, preparados para empezar a moverse ante una orden fantasmal, objetos de ceremonia, armas, oficinas, establos, salones…

Un estupendo documental que para enriquecer las imágenes ha incluido recreaciones con actores de los hechos históricos. Y por cierto, desde mi desconocimiento sobre los intríngulis en la historia china, sospecho que muy bien hechas, con un vestuario de la época estudiadísimo y actores decentes. Así que armaos de granizado y repasad los nuevos hallazgos, porque siguen apareciendo pozos y fosas, y va a resultar que los relatos “mitológicos” sobre la tumba del Emperador no son tan “fantasiosos” (¿ríos de mercurio? Errrr pues de hecho toda la zona tiene un contenido en mercurio anormalmente alto…). Seguiremos atentos al momento en que se decidan a abrir la gran tumba del Emperador, que permanece intacta hasta que decidan cómo afrontar el problema