Historia de Corea III: el Gran Imperio de Corea y la colonización japonesa

Imagen: visualizingcultures.mit.edu

Pues aquí lo retomamos donde lo dejamos masomenos: la dinastía Joseon está dando las últimas boqueadas, y sus encantadores vecinos no se lo ponen fácil. En 1866, los franceses aplican varios ataques navales (con la excusa de las persecuciones de católicos… anda, eso salía en los últimos capítulos en Dr Jin), y en 1871 los estadounidenses toman la isla de Ganghwa (se retiraron pronto, pero dejaron la puerta abierta). Japón tiene a la península coreana en su punto de mira desde la decadencia china tras las dos Guerras del Opio (1842 y 1860), y aprovecha para escobar la influencia y dependencia china en el País de la Peonía: mandan al acorazado Unyo Maru a dar la brasa en las islas Ganghwa-do y Yeongjong-do, y en 1876 obligan al rey a firmar un tratado para (entre otras cosas) mantener tres puertos abiertos dedicados al comercio nipón. Inicialmente hubo mucha resistencia de los locales a los comerciantes y oficiales diplomáticos japoneses, por lo que el gobierno nipón tomó la decisión de colocar guardias en distintas ciudades de Corea con la excusa de brindar protección a sus emisarios y mercaderes. Ficha colocada para coronar peón.  Además, ¡horror! los japoneses quedan con manos libres en Corea para hacer y deshacer sin problemas. Traducido: que un japonés podía asesinar a decenas de coreanos, robar y destruir, y nadie podía tocarle un pelo en Corea, quedando en un limbo legal. Muy formal todo, si señor.

Campesinos ca. 1900. Imagen: monovisions.com

En 1894, una revuelta de campesinos y la pequeña ayuda aportada por China les dan la excusa a los japoneses para montar el cirio, iniciando la primera guerra sino-japonesa. La guerra Chino-Japonesa (1894-1895) pone a Corea como el jamón en el bocadillo. Al acabar la guerra, Japón se coloca como el nuevo “poder en la sombra” en Corea, dejado a los paisanos con su emperador pillado de pies y manos y montando un protectorado. Evidentemente, eso no es plato de gusto en palacio, y los jugadores mueven fichas. La Reina Min (Emperatriz Myeongseong), esposa del rey Gojong, es asesinada en 1895 por su postura pro rusa (el enemigo de mi enemigo…) y con la intención de destronar a su marido Gojong y sustituirlo por un teniente japonés (ni siquiera un grado mayor… encima, insultando). Gojong sale por patas del palacio y se refugia en la delegación rusa. Un gabinete de crisis se organiza intentando espabilar por la fuerza el anticuado entramado tradicional de leyes, usos y costumbres, pero los coreanos gritan “¡vivan las caenas!” y se aferran a lo suyo, organizando la Asociación de la Independencia y clavando ls talones en el suelo. Los japoneses acaban hasta las narices de la cabezonería local y las presiones del extranjero, y abren la mano al retorno del rey a la fuga. En 1897, el rey Gojong vuelve a casa, y con buena voluntad intenta capear la marea. Declara el cambio de era a Era Gwangmu, declara la instauración del Gran Imperio Coreano con una gran ceremonia (recientemente recreada) y se declara independiente de la Dinastía Qing china. Tanta declaración le sienta a los chinos como una patada en los cataplines, sobre todo porque el emperador japonés le admite como un igual, ya que servía para tirar de la coleta china y por lo demás la sociedad estaba empapada con una fuerte influencia nipona.

Tranvía americano en Seul. 1902. Imagen: monovisions.com

Visto lo visto, el flamante nuevo emperador mete embrague y se lanza a occidentalizar la sociedad coreana a todos los efectos. Abre puertas a los misioneros (que a su vez traen medicina y educación modernas), reorganiza y actualiza el ejército y la economía, alienta la modernización de la industria y un poco de reforma agraria, reformas urbanísticas (¡bendita electricidad!), refunda las leyes de bienes raíces, el sistema educativo y varias industrias… no se puede decir que no lo intentara.

Al principio, los coreanos ponían morros a la vestimenta occidental y japonesa, que habían adoptado después de la Restauración Meiji . La vestimenta occidental se convirtió con la reforma en el uniforme oficial para los funcionarios civiles coreanos, y en pocos años se reformaron también los uniformes de soldados y policías. Imagen: imgur.com/EGh3QY0

Los japoneses no podían dejar de enredar en las trastiendas del poder, y en 1907 el emperador Gojong fue obligado a abdicar, cediendo el asiento a su hijo Sunjong. Los japoneses ofrecieron una “estancia a todo pagado sin posibilidad de rehusar” a su medio hermano Yi Eun, al que embutieron una educación nipona para asegurarse un fiel vasallo en el futuro. Otro hermano que hacía ficha en el tablero, Yi Wang, debía ser el próximo heredero, pero los japoneses presionaban con su propio candidato, y segaron de cuajo las intenciones del futurible opositor capturándolo en Manchuria

En 1910, Corea es anexionada al Imperio Japonés como colonia. Durante 35 años, los japoneses hacen y deshacen sin cortapisas, y no precisamente con el bienestar de sus colonizados en mente. Plantan a Yi Eun como un pasmarote en el trono (con título de “príncipe coronado de Corea”) y se dedican a amargar la vida a los peninsulares.

Al bienmandao Yi Eun, poco cariño le tienen los coreanos. Lo consideraban un traidor fementido, y de hecho, no sólo funcionó como tenente del emperador del Trono del Crisantemo, sino que hizo toda su carrera en el ejército japonés, acabando como teniente coronel en 1940. Los americanos, tan espabilados como siempre (francamente, sus departamentos de política exterior son la casa de los sordomudos, tienen buenos expertos pero no les hacen ni puñetero caso) intentaron su retorno a Corea al final de la Segunda Guerra Mundial, pero el bufido de los peninsulares levantó olas en el Atlántico. Sólo en 1963 se permitió el retorno del yayo y su familia, por aquello de la reconciliación y tal, atar cabos con Japón, autoconvencerse de que también había sido una víctima de las circunstancias, bla bla bla. A sus descendientes se la trae todo al pairo, y están mas por el tema de reinar en Silicon Valley

La Princesa Deokhye volviendo a su casa. Imagen: han-association.com

Mucha gente no admite a Yi Eun como único representante de la casa Yi, y recuerdan a la Princesa Deokhye, a la que consideran la ultima princesa del Imperio de Corea. La hija mas joven del emperador Gojong nació en 1917, durante la colonización japonesa, y su madre era una concubina. A Japón eso le valía, y le mangoneó la vida todo lo que pudo, imponiéndole la estancia en Japón “para sus estudios”, un matrimonio con el conde Sō Takeyuki, organizándole el guardarropa… la pobre arrastró problemas mentales antes, durante y después de su estancia en Japón, con un matrimonio del que escapó tras la IIGM y su única hija fallecida en un extraño incidente. Para colmo, su sola presencia molestaba en la política internacional, así que la tenían “castigada” sin volver a Corea hasta 1962, y eso porque un periodista hizo de su retorno una cruzada personal (hay una película del año 2016 pero debe ser un churro de aúpa, dicho por los propios coreanos)

Imagen: publimetro.cl

Como buena colonia imperialista, Japón trató de eliminar el sentimiento de identidad nacional coreano: una élite gobernante nipona reemplazó a los funcionarios-eruditos yangban coreanos, la moderna educación japonesa sustituyó a los clásicos confucianos, el capital humano y económico japoneses al coreano, y con el tiempo, hasta el idioma japonés al local. Vamos, una aculturización en toda regla. Si durante el imperio se habían cortado un poco, ahora ya era a calzón bajado. Y las pocas mejoras que hubieran podido ser aceptadas, quedaban arrumbadas por las salvajadas que se cometieron. Detallitos como convertir el país en un burdel gratuito para los soldados (en algún palacio se conservan en las caballerizas las argollas donde ataban a las mujeres para poder ser usadas a su conveniencia por la soldadesca), la manga ancha en poder robar y vejar a los campesinos y artesanos locales… pues como que no gustaron, obviamente. Enseguida, los coreanos (que ya tenían práctica con lo de traer de vuelta a “su” rey) se organizaron en una desesperada resistencia. Lo hemos visto en El Imperio de las Sombras, y hay muchas mas recreaciones en cinematografía. En Manchukuo (Manchuria colonial japonesa), había tortas por encima del canotier. Los 200 guerrilleros que sobrevivieron a las bofetadas en 1945 volvieron a Corea del Norte y fueron los antecesores de la élite actual (como vemos, la cosa viene de lejos)

Imagen: koreanculture.org

La festividad nacional de Corea del Sur (actualmente, fiesta por todo lo alto, sale en muchas series y películas) recuerda el 1 de marzo de 1919, día en que la muerte del rey Gojong y la lectura de una declaración de independencia provocaron masivas manifestaciones proindependentistas en todo el país. Las protestas, fuertemente reprimidas pero no totalmente controladas, se prolongaron durante un mes; al acabar, los japoneses reconocieron 500 muertos, 1400 heridos y 12 000 detenidos, pero las estimaciones coreanas multiplicaban por 10 esas cifras. En algunas islas como Jeju casi dejaron sin isleños la zona.

Ryu Gwansun (1902-1920), símbolo de la lucha de Corea por su independencia. Habreis visto su imagen en muchos k-dramas como carteles en referencia a la festividad. Imagen: glimja

Como siempre cuando se implanta un invasor colonial, y por duro que sea el régimen, aparece cierto grado de colaboracionismo. Hay que vivir, aunque sea con la cara colorada de vergüenza. No todos, eh, no todos, que algunas familias medraron bien a gusto con su colaboracionismo, sobre todo cuando en los años 20 empezaron a readmitir a los “buenos colonizados” en los puestos más golosos. Otras de verdad creían que era lo mejor para tener un futuro, calculando que era mejor ser japonés de segunda que coreano de primera. La cosa es que el boom consumista hizo que los coreanos compraran en grandes almacenes japoneses, trabajaran con bancos nipones, bebieran cerveza japonesa, viajaran en ferrocarriles operados por japoneses y a veces aspiraran a estudiar en una universidad de Tokio. Si no puedes con el enemigo, pásate a el. Cito de Lonely Planet: “Los más ambiciosos hallaron nuevas oportunidades profesionales en el momento más opresivo de la historia colonial, cuado se vieron obligados a cambiarse de nombre y renunciar a su idioma, y millones de coreanos eran empleados como mano de obra móvil por los japoneses. Los coreanos constituían casi la mitad de la detestada Policía Nacional, y jóvenes oficiales –como Park Chung-hee, que se hizo con el poder en 1961, y Kim Jae-gyu, que, como jefe de inteligencia, le asesinó en 1979– engrosaron las filas del agresivo ejército japonés en Manchuria. A los yangban pro-japoneses se les premió con títulos especiales, y algunos de los primeros nacionalistas coreanos de renombre, como Yi Gwang-su, debieron mostrar su apoyo público al imperio nipón. Este colaboracionismo nunca fue penado o debatido en profundidad en Corea del Sur, y el problema se fue enconando, hasta que en el 2004 el Gobierno acabó por impulsar una investigación oficial al respecto. A ello se sumaron estimaciones según las cuales más del 90% de la élite surcoreana anterior a 1990 poseía vínculos con individuos o familias colaboracionistas.”. Ojo que el desarrollo japonés de Corea no era por amor al arte, sino porque había 700.000 japoneses viviendo en la península controlando el 40% de las tierras, bien había que darle comodidades a esa gente. Los 130.000 mineros coreanos desplazados y organizados como esclavos no les entraban en las cuentas, igual que las miles de “esclavas de solaz”

Y todo esto sale en el k-drama de Mr Sunshine, que nos pondremos a la faena cuando tengamos energías para ofreceros otro post de enjundia y sesuda educación. Imagen: magazinema.es

En 1945, la derrota de Japon en la IIGM ante los aliados le obliga a soltar la presa. Apaleado y en harapos, el país se sacude las malas pulgas… pero eso ya lo contaremos

Publicado por directoraymas

Apasionada por la fotografía. Mas de 40 años viendo cine de todo tipo y últimamente decidida a hacer sus incursiones en el asunto. Viajera siempre que puede, pudo y podrá. En la mesa lo mismo puede haber una tortilla de patatas que un wok de verduras o una selección de mezzes... Con semejantes antecedentes, solo podía organizar un blog ecléctico entre la curiosidad y el desparpajo

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2 comentarios

  1. Muy ameno y algo de luz en esta historia convulsa coreanas los últimos siglos, ahora se entiende mejor la inquina que le tienen los coreanos a los japoneses.

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